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El 20 de enero volvió a la presidencia de Estados Unidos el señor Trump. Entre otras cosas declaró emergencia nacional en la frontera con México y ordenó a los militares cerrar dicha frontera. Además, amenazó con poner aranceles de 25% a los productos fabricados o ensamblados en México. También declaró terroristas a los cárteles de la droga y advirtió que deja abierta la posibilidad de intervenciones militares en territorio mexicano. Por otro lado, quiere comprar o anexarse Groenlandia y el canal de Panamá. De paso, le cambió el nombre al Golfo de México.
Todas estas políticas y advertencias son imperialistas, abusivas, gandallas y, sin duda, racistas. Frente a ellas el gobierno de Sheinbaum ha de responder en un complicado ejercicio de proteger la soberanía de México y la dignidad de los mexicanos sin comprometer la relación con nuestro mayor, por mucho, socio comercial. El asunto no pinta sencillo y temo que el camino que se seguirá la 4t será el de ceder en lo oscurito mucho para salvaguardar lo poco que les interesa salvaguardar, y con ello decir que se le plantó cara al vecino infame. Por ejemplo, cederán en Derechos Humanos de migrantes y mexicanos y frenarán la migración por la fuerza con tal de que siga acotado el mercado energético. Aceptarán recibir a todos los deportados con tal de que no se impongan aranceles. Es la misma política que siguió el gobierno anterior. La pregunta es: ¿hay otra? ¿Cómo colaborar con un bully? ¿Cómo llegar a acuerdos con un señor que siempre los pone en tela de juicio? ¿Cómo negociar con quien se quiere imponer por las buenas o por las malas?
En lo económico la batalla está complicada. Pero hay una batalla que se puede ganar, si se tiene voluntad política: la de la dignidad. México puede condenar el racismo, el unilateralismo, la destrucción del medioambiente y defender los derechos humanos. Para ello debemos convertirnos en un adalid de esa visión del mundo: presionar a Ortega, a Maduro, a Díaz-Canel para que, al menos, garanticen la libertad política de sus pueblos. Presionar a Bukele para que garantice la integridad de la persona de los salvadoreños. Pero, claro, para ello debe garantizarse la libertad política de los mexicanos y terminar con la prisión preventiva oficiosa, por dar 2 ejemplos. Para criticar las políticas energéticas de Trump ha de darse un giro verde. Para demostrar lo equivocado del unilateralismo se debe ejercer el multilateralismo democrático, acercarse más a los gobiernos democráticos y alejarse más de los autócratas. Para criticar el racismo debemos dejar de ser racistas y xenófobos. En fin, nos ha tocado un vecino desagradable y pasaremos cuatro años preocupados, enojados, sorprendidos y con miedo.
X: @munozoliveira
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