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Una sombra que otros disfrutarán

Publicado: noviembre 1, 2025, 4:30 am

Dicen que una de las cosas que hay que hacer en la vida es plantar un árbol: sembrar algo que, incluso cuando ya no estemos, siga creciendo. Esa idea cobra más sentido a medida que nos acercamos al 1 de noviembre, un día que nos invita a recordar el pasado y, al mismo tiempo, reflexionar sobre el futuro y el legado que queremos dejar. Una de las formas de hacerlo es través de un testamento solidario.

Quizá porque el tiempo nos recuerda su fragilidad, o porque cada etapa de la vida nos hace más conscientes de lo que realmente importa, cada vez más personas se interesan por dejar parte de su herencia a una causa social. No se trata solo de un gesto económico, sino de una manera de dar continuidad a los valores que nos han guiado en nuestra vida.

Según datos de la plataforma Haz Testamento Solidario, en 2024 los legados solidarios superaron los 48 millones de euros en España, una cifra que muestra cómo esta práctica va ganando terreno poco a poco.

Incluir a una ONG en nuestro testamento no es solo un trámite legal, es una manera de prolongar nuestro compromiso social más allá de la propia vida. Es un acto lleno de significado, una forma de garantizar que los valores y sueños de una persona continúen vivos. A través de estas herencias solidarias, se apoyan causas tan diversas como la lucha contra la pobreza, la defensa de los derechos humanos o la promoción de la igualdad de oportunidades.

Así, un adiós se transforma en un nuevo comienzo para otras personas, permitiendo que el legado de una vida se proyecte hacia el futuro y se convierta en ayuda para las quienes más la necesitan.

Esa conciencia creciente se traduce también en números, cada vez más personas ven en su testamento una oportunidad para seguir siendo parte de la solución, para dejar una huella solidaria que perdurará en el tiempo.

Al final, el testamento solidario es como plantar un árbol, sabiendo que no disfrutaremos de su sombra, pero que otros sí lo harán. Es una forma de afirmar que, aunque nuestros días se acaben, nuestra voluntad de mejorar el mundo no tiene por qué hacerlo. Este acto de generosidad se convierte en un regalo para las generaciones futuras, quienes, gracias a ese compromiso, podrán disfrutar de un mundo más justo y equitativo.

Al acercarnos a otro 1 de noviembre, entre flores y recuerdos, podemos preguntarnos qué tipo de marca queremos dejar. No solo en las memorias de quienes nos conocieron, sino también en la vida de quienes ni siquiera llegaremos a conocer. Porque a veces, la mejor herencia no es la que se guarda, sino la que se da, la que se siembra para un futuro que tal vez no veamos, pero en el que seguimos creyendo. Esa es la verdadera esencia del testamento solidario: un acto de esperanza y de amor hacia el mundo que trasciende nuestro tiempo en él.

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