Publicado: noviembre 9, 2025, 2:00 pm
Dormir bien es fundamental para poder rendir de forma óptima durante el tiempo que pasamos despiertos. Durante el descanso nocturno, el cerebro y demás órganos del cuerpo trabajan sin parar para restaurar funciones o consolidar la memoria. Sin embargo, hoy en día existen demasiados estímulos que en ocasiones impiden mantener una buena higiene del sueño, como las pantallas de los dispositivos electrónicos, el estrés laboral, familiar, etc. Todo ello priva al cuerpo de las horas necesarias para que descanse correctamente, pudiendo repercutir gravemente en la salud. La psicóloga Nuria Roure, especialista en medicina del sueño, se ha referido a la importancia de dormir las horas suficientes para evitar futuras enfermedades.
«Si nosotros llegamos a vivir 90 años, que es la esperanza de vida que ahora tenemos, 30 de esos 90 años nos los habremos pasado durmiendo. Poder dormir esos 30 años nos permite vivir, estar despiertos, los otros 60, porque el sueño tiene una función vital, nos permite reparar todo aquello que gastamos durante el día y estar bien al día siguiente», explica en una entrevista en el pódcast ‘Mami qué dices’.
En este sentido, Roure se ha referido a un estudio que indica que restringir el sueño a solo cuatro horas por la noche dificulta la adquisición de nueva memoria, y con el que se ha mostrado de acuerdo. Al dormir, indica Roure, «reparamos nuestro cuerpo, reparamos nuestros músculos, nuestros huesos, las células, nuestros órganos, los sistemas… Esa reparación más física se suele hacer al inicio de la noche, sobre todo en esa fase del sueño profundo donde se segrega una hormona, la hormona del crecimiento, que es la que realmente nos hace crecer. Los niños tienen muchas fases de sueño profundo porque en ese momento están creciendo», explica.
En una segunda parte de la noche, que Roure define como la de la «reparación cognitiva», es donde se consolidan los aprendizajes. «Cuando dormimos, lo que hacemos es limpiar un poquito el cerebro de todas aquellas basuras que tenemos de lo que ha funcionado durante el día, para que al día siguiente esté con más capacidad de concentrarse, de prestar atención, de resolver los problemas, de la creatividad, la innovación…», enumera.
En tercer lugar se encuentra la «reparación emocional»: «Cuando nosotros dormimos bien, al día siguiente estamos tranquilos, equilibrados, somos más fáciles de controlarnos, pero si no dormimos bien estamos más irritables, nos cuesta más relacionarnos con gente, tenemos menos tolerancia a la frustración, estamos mucho más nerviosos, incluso podemos llegar a sufrir una depresión. En este caso, la memoria se suele consolidar básicamente en las últimas horas de la noche«, aclara.
Este es el motivo que explica por qué es necesario dormir las siete u ocho horas diarias, en el caso de las personas adultas, que asciende a nueve horas si son adolescentes. «Es por eso que cuando dormimos poco nos suelen quedar esas dos o tres últimas horas de la noche que son tan necesarias, sobre todo para aprender, para memorizar todo lo que hemos aprendido durante el día y así poder después tenerlo a mano al día siguiente», indica Roure.
Respecto a las horas de sueño perdido, la especialista sostiene que son muy difíciles de recuperar, «porque ya no es cuánto tardaré en recuperarlo, sino cómo voy a estar al día siguiente después de esa noche sin dormir», expone.
En este sentido, agrega, «lo que se ha visto es que las personas que han pasado más de 20 horas despiertos, es decir, que han dormido solo unas cuatro horas esa noche, al día siguiente su capacidad cognitiva, de concentración, de atención, es similar a la de haber consumido unas seis cervezas«.
Por ello, «una persona que va a trabajar habiendo dormido solo cuatro horas irá con esas capacidades como si hubiera ido a trabajar con seis cervezas», apunta.
