Publicado: mayo 23, 2025, 12:39 pm
Cada vez son más los jóvenes que, en lugar de buscar una salida laboral tradicional, se plantean montar su propio proyecto. Las universidades lo saben y, desde hace unos años, han empezado a tomarse en serio el fomento del espíritu emprendedor . No se trata solo de formar buenos profesionales, sino de darles las herramientas para innovar, asumir riesgos y transformar una buena idea en proyecto empresarial sólido y que marque diferencias en el mercado. En muchos campus universitarios, emprender ya no es la excepción, sino una opción más. Carlos Mateo, presidente de la Asociación Española de Startups (AES), destaca el papel cada vez más activo de las universidades «como espacios donde nace el talento y la innovación». Señala que muchas instituciones académicas tanto públicas como privadas ya incluyen asignaturas de emprendimiento en sus planes de estudio, lo que ayuda a despertar las vocaciones emprendedoras desde los primeros años en el campus. Añade Mateo además que proliferan iniciativas como incubadoras, aceleradoras o programas de mentorización que ofrecen a los estudiantes apoyo real para dar forma a sus ideas. Un ejemplo es Josep Casas, ingeniero de caminos formado en la Universidad Politécnica de Cataluña, que cursó un máster en dirección de empresas en IESE. Allí descubrió su vocación emprendedora y, junto a su socio, fundó Naturitas, una plataforma de productos bio que acabaron vendiendo. Hoy lidera nuevos proyectos como Food for Joe, de comida natural para mascotas, y Europistachios. Para Casas, «los programas y asignaturas específicos de IESE junto a una red activa de exalumnos e inversores crean un entorno fértil para emprender y escalar ideas». Otro ejemplo es Alejandro Ruiz, fundador de Checktobuild, una startup tecnológica que arrancó en España en 2020 y hoy opera desde Miami. Su impulso emprendedor cristalizó tras pasar por el Citizen Bootcamp de Deusto Business School, un programa que le ayudó a escalar la idea y conectar con mentores clave. De hecho, uno de ellos se convirtió en su asesor e inversor. Ruiz valora sobre «todo la experiencia práctica de los formadores y la red de contactos» que, según dice, «fue decisiva para lanzar la empresa». Tanto Alejandro Ruiz como Josep Casas coinciden en destacar el papel de escuelas de negocio como Deusto Business School o IESE, donde el emprendimiento se trabaja de forma directa, con formación especializada, mentores y redes de apoyo con la que consolidar los proyectos. Pero tanto las universidades privadas como las públicas también están acelerando programas e iniciativas para despertar y dar un impulso al espíritu emprendedor . Pilar Torres, directora general de Business & Tech del Grupo Educativo UAX, defiende que para que el emprendimiento universitario gane peso en España hay que apostar por una formación más práctica y conectada con la realidad de las empresas. Destaca la importancia de despertar la curiosidad desde el primer curso y fomentar el aprendizaje continuo . En la UAX lo aplican a través de un modelo que «plantea retos reales, fomenta el trabajo en equipo entre disciplinas y ofrece formación tecnológica adaptada a campos como la salud o la ingeniería». También desde el ecosistema emprendedor se percibe ese cambio de rumbo en las universidades españolas. Nacho Mateo, CEO de South Summit, señala que en la última década estas instituciones académicas han ganado peso en este terreno. Si antes eran pocas las que ofrecían programas realmente útiles, ahora empiezan a consolidarse iniciativas con formación práctica, mentores y acceso a inversores. South Summit colabora, por ejemplo, con IE University en proyectos como el Programa Avanzado de Emprendimiento o la Summer School, donde los estudiantes trabajan ideas reales con una mirada puesta en el mercado. Pese a los avances, el impulso emprendedor en la universidad todavía se enfrenta a desafíos reales y a piezas por encajar para generalizar este alto adelante. Virginia Tolín, directora de Comillas Alumni y responsable del área de emprendimiento en la Universidad Pontificia Comillas, identifica varios frenos habituales entre los estudiantes que quieren emprender. Señala en este sentido «el miedo al fracaso, las dificultades de financiación y la falta de formación empresarial» como los más comunes. Añade que la carga lectiva, especialmente en dobles grados, y la cantidad de actividades extracurriculares también dificultan que los alumnos puedan dedicar tiempo real a sus proyectos. Tolín considera que el emprendimiento empieza a verse como una salida profesional real en el entorno universitario. En Comillas, explica, «se está creando un ecosistema sólido con formación, acceso a financiación y oportunidades de networking . Apuesta por una visión amplia del emprendedor, que incluye perfiles innovadores, pero también trayectorias más tradicionales. Insiste en que esta opción puede aparecer en distintos momentos de la vida laboral, no necesariamente al terminar los estudios». Carlos Mateo, presidente de la Asociación Española de Startups, cree que «el reto no está tanto en lanzar iniciativas, sino en consolidarlas y convertir el emprendimiento en una prioridad real dentro del sistema universitario». Pide una apuesta firme por la transferencia de conocimiento al mercado y una mayor implicación institucional, también desde las políticas públicas. Desde la asociación, trabajan para visibilizar referentes con premios como los Women Startup Awards y tender puentes entre universidades, emprendedores e inversores. Aunque cada vez más universidades apuestan por promover el emprendimiento como salida profesional, desde el ecosistema innovador aún se detectan áreas por mejorar. Agustín Moro, director de Innovation Services en Wayra, coincide en que las universidades han avanzado mucho en su apoyo a los emprendedores, pero todavía queda margen. Considera clave que «refuercen el contacto con inversores y empresas, doten de más recursos los programas existentes y formen a sus docentes para ofrecer apoyo real en las etapas iniciales de una startup». Así, Wayra impulsa iniciativas como Innomakers4Health o el foro InnovaU, organizadas junto a la Fundación Pfizer, donde universitarios españoles trabajan retos reales del sector salud. Moro remarca que experiencias como estas ayudan a conectar el talento joven con la innovación abierta y permiten a los estudiantes emprender con acompañamiento, mentores y acceso a oportunidades del ecosistema empresarial. Además del impulso externo, algunas universidades de nueva creación están integrando el emprendimiento en su ADN desde el primer día. UNIE, por ejemplo, nace con un enfoque orientado al mercado. Su rector, Segundo Píriz, explica que esta institución apuesta por metodologías activas, programas interdisciplinares y una conexión directa con empresas para impulsar ideas desde el aula. La universidad pone además sobre la mesa experiencias internacionales que enriquecen su visión local del ecosistema emprendedor. Según Píriz, los estudiantes de UNIE muestran un perfil cada vez más comprometido y decidido a emprender, con sensibilidad hacia los retos sociales y medioambientales. Muchos buscan crear proyectos con impacto más allá del beneficio económico. Frente a barreras como el miedo al fracaso o la falta de referentes, la universidad debe ofrecer «un entorno de confianza, asesoramiento personalizado y contacto real con el mundo profesional desde el primer curso». Lanzarse a la aventura emprendedora ya no es solo cosa de unos pocos con inquietud: en muchas universidades, empieza a formar parte del día a día. Aún persisten barreras -miedo, falta de tiempo o referentes-, pero el cambio está en marcha . Lo que antes era una excepción, hoy gana espacio como una opción legítima para comenzar la vida profesional, con más apoyos, más conexiones y, sobre todo, más decisión por parte de quienes quieren crear algo propio