Publicado: marzo 27, 2025, 1:00 pm
Una nueva roca hallada por el rover de la NASA Perseverance vuelve a intrigar a los científicos. Se trata de una piedra marciana formada por cientos de pequeñas esferas, algunas de ellas con diminutos orificios, como una suerte de piezas de un collar de cuentas. Bautizada como ‘Bahía de San Pablo’, la roca se descubrió el pasado 11 de marzo en uno de los bordes del cráter Jezero donde el Perseverance está explorando desde 2021 en busca de vida microbiana antigua . Los científicos afirman que determinar el origen geológico de las características de esta zona, donde se piensa -y hay fuertes indicios- de que hubo un antiguo lago , podría proporcionar valiosa información sobre cómo evolucionaron las rocas de la región a lo largo de miles de millones de años al menos en ese lugar el Planeta Rojo. «Colocar estas características en un contexto geológico será fundamental para comprender su origen y determinar su importancia para la historia geológica del borde del cráter Jezero y más allá», escribió el equipo del Perseverance en un comunicado . La roca de la Bahía de San Pablo se encuentra en las laderas de la zona de Witch Hazel Hill, un afloramiento rocoso que se extiende más de 101 metros que se encuentra estratificado; es decir, cada una de sus capas actúa algo así como una página del libro de la historia de Marte. El problema de esta roca es que no se parece a ninguna de las que tiene alrededor, por lo que los investigadores sospechan que se originó en otra parte y llegó allí flotando (por la acción de antiguos ríos que movieron sedimentos, por ejemplo). El siguiente paso será averiguar la procedencia primigenia de Bahía de San Pablo. De momento, están intentando relacionar su textura con otros lugares de la colina Witch Hazel. «Las observaciones iniciales han proporcionado indicios prometedores de que podría estar relacionada con una de las capas de tonos oscuros identificadas por el equipo desde la órbita», explican desde la NASA. Aunque la piedra es bastante extraña, no es la primera vez que se detectan esferas parecidas en Marte. En 2004, el Opportunity (otro rover de la NASA anterior al Perseverance) detectó pro primera vez los conocidos como ‘arándanos marcianos’ en Meridiani Planum, una llanura al sur del ecuador de nuestro planeta vecino. Desde entonces, tanto el mismo Opportunity como el Curiosity en la bahía de Yellowknife en el cráter Gale han descubierto este tipo de formaciones esféricas. Es más: hace solo unos meses, el propio Perseverance también detectó texturas similares, en este caso comparadas con ‘ palomitas de máiz ‘ en rocas sedimentarias expuestas en el canal de entrada del cráter Jezero, Neretva Vallis. En cada uno de estos casos, las esférulas se interpretaron como características que se formaron por la interacción del sedimento con el agua subterránea que circula a través de los espacios porosos de la roca. Aún así, los investigadores puntualizan que no todas las esférulas se forman de esta manera: un rápido enfriamiento de las gotas de roca fundida formadas en una erupción volcánica, por ejemplo, o por la condensación de la roca vaporizada por el impacto de un meteorito pueden producir formas parecidas. «Cada uno de estos mecanismos de formación tendría implicaciones muy diferentes para la evolución de estas rocas, por lo que el equipo está trabajando arduamente para determinar su contexto y origen», dijo el equipo de la misión en el comunicado. El Perseverance se encuentra actualmente en una misión ampliada explorando el borde del cráter Jezero, donde el agua subterránea marciana antigua podría haber interactuado con las rocas creando un entorno completamente diferente al que el rover ya ha investigado previamente en el fondo de la formación. Las muestras recolectadas, incluyendo una con características más que prometedoras que se asemejan a manchas de leopardo (y que los científicos sospechan podrían ser pruebas de vida microbiana antigua ), se encuentran en 30 tubos del tamaño de un cigarro a la espera de ser recogidas por la compleja misión Mars Sample Return (MSR) de la NASA. Sin embargo, este ambicioso proyecto está pasando por momentos delicados: el anterior administrador de la NASA, Bill Nelson, anunció a principios de este año que la misión iba a replantearse totalmente debido a que estaba superando tanto en coste como en tiempo los límites establecidos. «La NASA busca nuevos diseños para hacer MSR a menor coste y regresar en la década de 2030. Se busca un menor riesgo y una menor complejidad de la misión», indicó Nelson. Así las cosas, el anterior equipo planteó dos opciones: por un lado, utilizar una grúa aérea (Skycrane), como ya hiciera con los amerizajes de Perseverance o Curiosity, pero utilizada de forma inversa, y que transportara el material hasta la nave espacial que construirá la ESA; o, por otro lado, confiar en viejos socios comerciales como SpaceX (empresa espacial de Elon Musk y principal contratista de la NASA) o Blue Space -ambas ya han manifestado su interés en el proyecto- para construir un módulo de aterrizaje (el plan original involucraba no solo un módulo de aterrizaje, sino también un vehículo de ascenso, un brazo de transferencia de muestras y dos helicópteros a semejanza de Ingenuity ). La pelota ahora recae sobre la administración Trump, que debería asignar 300 millones de dólares para cada uno de estos planes pero que, de momento, no se ha pronunciado al respecto. En teoría, de cumplirse los plazos, el lanzamiento de la misión se produciría en 2030 y el regreso de las muestras tendría lugar entre 2035 y 2039.