Un tribunal francés ha condenado al exmédico de Ruanda Eugène Rwamucyo a 27 años de cárcel por complicidad con el genocidio y complicidad en crímenes contra la humanidad debido a su implicación en el genocidio de Ruanda en 1994, en el que alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutus. «Se ha declarado una verdad judicial», ha afirmado este miércoles a la salida del juicio el presidente del Colectivo de Partes Civiles de Ruanda (CPCR), Alain Gauthier, que se ha mostrado «satisfecho», en declaraciones recogidas por el diario francés ‘Le Monde’. Rwamucyo, de 65 años, fue detenido en 2010 en el norte de Francia mientras ejercía como médico después de que Ruanda emitiera una orden internacional de arresto. El Tribunal Penal de París, donde ha sido juzgado, le ha absuelto de los cargos por genocidio y crímenes contra la humanidad. La pena no dista mucho de los 30 años solicitados por la Fiscalía en sus conclusiones finales. «No siempre estuve a la altura, pero les aseguro que nunca ordené el asesinato de los supervivientes», ha detallado el acusado en su último turno de palabra el miércoles. Durante el juicio, en el que ha mantenido su inocencia, se demostró la implicación del doctor en ciertas actividades cometidas por los hutus durante los tres meses del genocidio. Por ejemplo, el papel que ejerció el médico en el entierro de miles de cadáveres en las fosas comunes de Butare, en el sur del país. El acusado admitió entonces, según el citado periódico, que organizo el entierro de los cadáveres «para no añadir una crisis sanitaria a la catástrofe». En el juicio declararon también testigos y supervivientes, que alegaron que el acusado, de forma indiscriminada, mezclaba a los muertos con los heridos en la máquina de construcción encargada de arrojar los cadáveres a las fosas, según ‘Le Monde’. Así, el tribunal ha interpretado que Rwamucyo no ordenó directamente los asesinatos, pero sí participó de forma cómplice en el entierro de cadáveres. «Aquí, el cuerpo es tratado como basura arrojada a un pozo. No es de extrañar que hayamos oído hablar de los camiones volquete. Además, enterrar a las víctimas permite ocultar el crimen», ha declarado la abogada Sarah Scialom , que representa a las 750 partes civiles presentes. Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutus durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.