Nuevo incidente en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Después del ‘culebrón espacial’ del verano con los astronautas atrapados por la avería en la nave Starliner, de Boeing, ahora un «olor inesperado» en una nave espacial rusa de carga ha provocado que, de momento, la tripulación a bordo del laboratorio orbital no haya podido recuperar la comida fresca, suministros y el equipo que portaba la sonda. Según ha explicado la NASA a través de un post en la red social X, el pasado sábado 23 de noviembre la nave de carga no tripulada Progress MS-29 se acopló de forma satisfactoria en el módulo Poisk de la ISS. Sin embargo, después de abrir la escotilla del vehículo, «los cosmonautas de Roscosmos notaron un olor inesperado y observaron pequeñas gotas», lo que provocó que la tripulación cerrara la escotilla. Según cuentan en Russianspaceweb , «se activaron varios sistemas a bordo de la ISS para limpiar la atmósfera de la estación de posibles contaminantes, mientras que la escotilla del módulo Poisk que conduce al compartimento de carga presurizado de la Progress permaneció cerrada». Además, la tripulación rusa se puso equipo de protección y activó un sistema adicional de depuración de aire a bordo del segmento ruso «que funcionó durante media hora». No fue el único hedor extraño que se registró en la ISS: el astronauta de la NASA Don Pettit informó de un «olor a pintura, parecido a aerosol» en el módulo Tranquility o Node 3 en el segmento estadounidense. Sin embargo, no está claro si ese olor provenía de la nave espacial Progress, más aún teniendo en cuenta que ese segmento no está conectado con la parte rusa del laboratorio espacial. Al día siguiente, los depuradores de aire de la estación espacial y los sensores de contaminantes monitorizaron la atmósfera de la estación después de la observación, determinando que la calidad del aire dentro de la ISS «estaba en niveles normales». «No hay preocupaciones para la tripulación y, a partir del domingo por la tarde, la tripulación está trabajando para abrir la escotilla entre Poisk y Progress mientras todas las demás operaciones de la estación espacial continúan según lo planeado», señalaron desde NASA. Se espera que Progress permanezca acoplada a la estación espacial durante varios meses antes de partir en 2025 con una carga de basura y otros elementos innecesarios, que se quemarán en la atmósfera de la Tierra durante la reentrada. Se da la circunstancia de que la escotilla entre el lado ruso y el lado estadounidense suele estar cerrada, ya que hace cinco años se detectó una fuga de aire que hoy aún sigue activa: si bien la NASA ha explicado que el escape no supone un peligro inmediato para la tripulación, la agencia estadounidense y Roscosmos no se ponen de acuerdo en cuanto a la causa y al remedio del problema. «La posición rusa es que la causa más probable de las grietas es el alto ciclo causado por microvibraciones», dijo durante una conferencia de prensa hace una semana y media Bob Cabana, el presidente del comité asesor de la ISS, refiriéndose a la flexión del metal y componentes similares que se calientan y enfrían a medida que la estación -que se construyó a partir de 1998 y que tiene algunos componentes que datan de aquella época- entra y sale de la zona iluminada por el Sol. En cambio, la posición de la NASA es que esta fuga tenga múltiples causas, «entre ellas la presión y el estrés mecánico, el estrés residual, las propiedades del material y las exposiciones ambientales», continuó Cabana. No es la primera vez que las naves rusas registran problemas. Sin ir más lejos, hace dos años una Soyuz que tenía que traer de vuelta a varios astronautas de la ISS registró una espectacular fuga de refrigerante que obligó a Roscosmos a desechar la nave averiada y enviar otra, duplicando el tiempo de estancia de la tripulación afectada. No acabaron ahí los problemas de las naves rusas: una sonda de carga, del mismo modelo que ahora ha registrado el inquietante olor también sufrió otra fuga dos meses después, en febrero de 2023. Sin embargo, y a pesar de la mala racha de los últimos años, tras aquellos incidentes las naves rusas no han registrado problemas hasta ahora. Y, de hecho, de momento no existen ninguna relación probada entre ambos episodios.