Publicado: agosto 10, 2025, 12:30 pm
La desaparición de Amy Bradley, una joven estadounidense de 23 años, a bordo de un crucero en 1998, continúa siendo un misterio casi 30 años después. Su caso ha vuelto a estar en el foco mediático a raíz de una reciente docuserie de Netflix que analiza qué pudo pasar aquella fatídica madrugada del 21 de marzo en la que Bradley se encontraba disfrutando de unas vacaciones junto a su familia. Sin embargo, un investigador apunta ahora que el documental ha pasado por alto un pequeño, pero importante detalle que podía ser clave en su inexplicable desaparición.
James Renner, autor del libro True Crime Addict, ha estado años indagando en la desaparición de Amy Bradley, y sostiene que hay una explicación que dicho documental ha omitido y que podría arrojar luz sobre lo ocurrido.
Según defiende en una entrevista en The Sun, a la hora de analizar los hechos del caso, «hay un pequeño detalle que no parece significar nada, pero podría significar todo«.
Este detalle tiene que ver con el momento y lugar en que fue vista por última vez. «Alrededor de las 5.30 h de la mañana, vi a Amy en el balcón. A las seis en punto, me desperté otra vez. No estaba allí», asegura uno de sus familiares en la docuserie.
Renner explica que el entorno de la joven «insiste en que la puerta del balcón estaba entreabierta por la mañana, pero también sugieren que Amy salió de la habitación sin avisar a nadie».
Después de haber entrevistado al personal del crucero y estudiado informes internos compartidos del FBI, el investigador cree que la clave de todo está en una medida de seguridad que la mayoría de los pasajeros de cruceros pueden pasar por alto.
«Si alguna vez has estado en un crucero, sabes que hay señales de advertencia en tu camarote que dicen: ‘No abras la puerta del camarote cuando las puertas del balcón estén abiertas’. El pasillo está presurizado, así que, si abres la puerta del camarote, se crea un túnel de viento. Y a menudo hace que la puerta del camarote se cierre de golpe«, indica. Por ello, «no puedes salir tranquilamente de un camarote con la puerta del balcón abierta, habría despertado a todos«.
La respuesta, según Renner, está en el balcón. Durante el registro en la habitación de Amy Bradley, los investigadores descubrieron las huellas de las palmas de las manos de la joven en la barandilla y sus pisadas en la puerta de cristal. «Parece que estaba sentada en el balcón con los pies apoyados contra el cristal«, apunta Renner, por lo que «es posible que hubiera dado una patada y, al hacerlo, la puerta se abriese un poco».
La joven atravesaba además un difícil momento a nivel emocional. «Tuvo una noche muy dura. Había estado bebiendo. Y tenía que tomar una decisión muy importante al llegar a casa: ¿Vive su vida abiertamente como mujer gay o vive una mentira para mantener la estrecha relación con su familia?», se ha preguntado Renner.
Por este motivo, el investigador cree que Amy actuó por impulso y saltó por la borda. «Solo hay un 20% de probabilidades de sobrevivir en mar abierto el tiempo suficiente para ser rescatada», indica, al desterrar por completo la teoría generalizada de que la joven fue secuestrada y víctima de trata sexual.
En su próximo libro, Un crucero a ninguna parte, explora la hipótesis del balcón: «Creo que es muy probable que ella sea responsable de lo que ocurrió allí», defiende.
Casi 30 años después de los hechos, su cuerpo nunca fue recuperado, por lo que su paradero oficial sigue siendo el de desaparecida, convirtiéndose así en uno de los casos sin resolver más desconcertantes de la historia reciente.