Un estudio ha revelado que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (más conocido por sus siglas, TDAH), puede aportar la esperanza de vida de las personas que lo sufren.
La investigación, publicada en The British Journal of Psychiatry y llevada a cabo por científicos del University College of London, revela que los hombres con TDAH tienden a vivir entre 4,5 y nueve años menos. En el caso de las mujeres, su vida se vio acortada entre 6,5 y 11 años.
El autor principal, el profesor Josh Stott, dice: «Es profundamente preocupante que algunos adultos con TDAH diagnosticado vivan vidas más cortas de lo que deberían».
«Las personas con TDAH tienen muchas fortalezas y pueden prosperar con el apoyo y el tratamiento adecuados. Sin embargo, a menudo carecen de apoyo y tienen más probabilidades de experimentar eventos vitales estresantes y exclusión social, lo que afecta negativamente su salud y autoestima«, añade Stott.
El TDAH es un trastorno que afecta el comportamiento y la concentración de las personas. Generalmente se detecta en niños menores de 12 años, pero también se puede diagnosticar más tarde (y cada vez hay más casos detectados en la edad adulta).
Las personas con TDAH suelen tener mucha energía y pueden concentrarse intensamente en lo que les interesa, pero puede resultarles difícil concentrarse en tareas mundanas.
Esto puede generar más impulsividad, inquietud y dificultades para planificar y administrar el tiempo, lo que puede dificultar el éxito en la escuela y el trabajo y generar desafíos a largo plazo.
En el estudio se analizaron los datos de 30.029 adultos de todo el Reino Unido que habían sido diagnosticados con TDAH y los compararon con 300.390 participantes sin TDAH.
El equipo de investigadores descubrió que menos de uno de cada nueve adultos con TDAH había sido diagnosticado, lo que significa que solo se pudo estudiar una fracción de la población total de adultos con TDAH.
Estos son nueve síntomas del TDAH que se manifiestan en la edad adulta:
- Perder la noción del tiempo, subestimar cuánto tiempo tomarán las tareas, llegar regularmente tarde o excesivamente temprano.
- Falta de organización: una casa desordenada, objetos que se colocan mal con frecuencia, olvidarse de los plazos…
- Hiperconcentración: estar profundamente absorto en actividades durante horas.
- Procrastinación: sentirse abrumado por las listas de tareas pendientes y tener dificultades para determinar qué necesita su atención primero, por lo que se concentra en tareas menos importantes.
- Emociones intensificadas: las luchas emocionales pueden manifestarse en arrebatos de ira, sentirse inundado de alegría o encerrarse en sí mismo porque siente demasiado a la vez.
- Ser un ‘hombre que siempre dice sí’: aceptar nuevos proyectos en el trabajo o citas para cenar con amigos cuando ya estás ocupado (un deseo de complacer).
- Impaciencia: interrumpir a las personas en medio de una conversación, encontrar doloroso hacer cola, hablar demasiado…
- Inquietud: dar golpecitos, caminar de un lado a otro, moverse nerviosamente o sentirse inquieto por dentro.
- Fácil distracción por cosas externas, como ruidos, o internas, como pensamientos.