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Un buen acuerdo que no gusta a nadie

Publicado: julio 29, 2025, 1:30 am

Donald Trump viajó este fin de semana a Escocia por un asunto particular relacionado con el golf y aprovechó para dedicar unos minutos a negociar con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que se trasladó expresamente desde Bruselas para intentar liberar de una vez por todas a los Veintisiete de la pesadilla de los aranceles, el arma con que el magnate que nos supergobierna desde su convicción de dueño del mundo y amenaza a la soberanía de los países.

El encuentro partía de un alarmante treinta por ciento recíproco y al final se cerró el trato, igual que si se tratase de una una feria de ganado, en un quince, la mitad. La presidenta, que seguramente se temía lo peor, se levantó de la reunión con la sonrisa que rubricaba el mal menor calculado por sus asesores. Pero la alegría, si es que disfrutó, enseguida se evaporó cuando esta mañana regresó a su despacho se encontró con un una realidad penosa aunque compartida que podría resumirse en la frase «un buen acuerdo que no gusta a nadie».

La realidad es que ninguno de los países miembros de la UE mostraron su satisfacción. Antes al contrario: Francia, quizás el más representativo, fue el primero que expresó su decepción o mejor su resignación. Cada uno de los restantes hizo sus cálculos y enseguida se encontró con la presión de sus ciudadanos y sobre todo de los empresarios exportadores recordando lo que más va afectarlos. Las exportaciones a los Estados Unidos más perjudicadas oscilan entre productos de la industria automotriz, los textiles o los farmacéuticos. El Gobierno español apenas expresó su decisión, pero los productos más afectados ya es sabido que serán los vinos y el aceite.

Pero no serán sólo los empresarios. También los trabajadores empezarán a sufrir el incremento del desempleo. Con todo, como los males nunca vienen solos, quizás el mayor problema en el ámbito comunitario venga de la parte contraria, de la reciprocidad que implica la obligación de tener que comprar y consumir productos norteamericanos que nos exportarán por un montante de 750.000 millones de dólares, lo cual creará dificultades para estimular negativamente las relaciones comerciales con terceros países. La reacción de los mercados de valores en repercusión con una devaluación del euro. La principal justificación del acuerdo se explica ante el peligro de desencadenar una guerra comercial nunca deseable.

Tampoco el acuerdo llena de satisfacción a los estadounidenses, a quienes la guerra de los aranceles ya se ha hecho notar en la oferta de algunos productos muy variados cuyo aumento de precios ya están produciendo una subida de la inflación. El vino o el aceite de oliva españoles sin duda va a costarles más caro a los consumidores y, como suele ocurrir serán las clases medias y bajas las que comenzarán a sufrirlo desde el jueves.

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