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Segunda y última parte
Cuando hacemos un recuento de nuestro año financiero, es natural sentir una mezcla de emociones. Por un lado puede haber satisfacción cuando vemos los logros que alcanzamos. Pero también puede haber frustración si nuestro año no fue bueno o inquietud al enfrentar áreas que necesitan atención. La manera como manejamos estas emociones puede hacer una enorme diferencia. Vale la pena recordar que este proceso de reflexión no sólo se trata de mirar hacia atrás, sino de utilizar lo aprendido para que el siguiente año sea mucho mejor. Para empezar a construir un futuro financiero más sólido, poco a poco, año con año.
Una de las cosas más importantes que podemos hacer es profundizar en nuestros hábitos de gasto. Muy probablemente veremos cosas que no sabíamos sobre nosotros. Quizá gastamos demasiado en compras dentro de aplicaciones o juegos en nuestro celular: mucho más de lo que habíamos imaginado. Es un momento perfecto para preguntarnos: ¿Realmente estos gastos me brindan felicidad o satisfacción a largo plazo, o más bien me ayudan a despejarme en el día a día? Tal vez podría recortarlos y reasignar una parte a cosas que sean más importantes para mí.
A mi esposa y a mí siempre nos ha gustado comer bien e ir a buenos restaurantes. Lo seguimos haciendo, pero muy de vez en cuando. Los dos aprendimos a cocinar y hemos hecho de eso una actividad familiar, lo que nos ha fortalecido como pareja. Nos encanta y nos da enorme satisfacción preparar comida deliciosa, a nuestro estilo, e ir mejorando cada vez. Esto a su vez nos hace valorar más –o criticar– la comida cuando salimos fuera.
Esto me da pie para reiterar lo importante que es evaluar bien cuáles son nuestras prioridades. Sin duda, para mi esposa y para mí, el placer de comer es algo muy importante. Pero no es la única, tenemos otras que también son esenciales (y que además han evolucionado, no son las mismas que cuando nos casamos o cuando nuestra hija dependía de nosotros).
Tener claras estas prioridades es clave, porque nuestras metas financieras y la manera cómo asignamos nuestro dinero (gasto, ahorro, inversión y protección) dependen de esa claridad. Esto nos permite, a su vez, lograr un buen equilibrio.
Cuando saqué mi primera tarjeta de crédito, mi esposa sintió miedo. Habló conmigo y me dijo que no quería nunca tener deudas con tarjetas de crédito, porque vio de primera mano lo que eso le hacía a las familias. Yo también viví el estrés financiero de mi padre cada vez que llegaba el estado de cuenta, en contraste con la tranquilidad de mi abuelo quien tenía siempre el dinero listo para pagarlas.
Hicimos de no tener deudas una prioridad y así hemos vivido nuestra vida. Compramos dos autos financiados, el de ella con un autofinanciamiento y el mío con un crédito de corto plazo: a partir de ahí todos los demás los hemos pagado de contado. ¿Cómo lo hemos logrado? Fácil: cuando terminé de pagar mi coche, seguí “pagando” la mensualidad pero ya no a la financiera sino a mí mismo. Construyendo un fondo para cambio de carro (ahorrando). Cambiando el paradigma de comprar primero y pagar después, a pagar primero y comprar después.
También tuvimos un crédito hipotecario que pagamos en poco más de cinco años, porque nuevamente, hicimos de ello una prioridad y destinábamos cualquier ingreso extra (aguinaldo, bonos, fondo de ahorro, prima vacacional) hacia ese objetivo.
Con respecto a las inversiones, este es un tema fascinante porque también tienen que ver muchísimo con nuestras emociones. Este fue un aspecto en el que cometimos muchísimos errores, pero aprendimos de ello. Comprendimos que un portafolio simple es mucho mejor, tanto así que hoy nuestro portafolio de inversión principal (central) contiene un sólo instrumento (un ETF diversificado de muy bajo costo que invierte en más de 9,000 acciones de todo el mundo). Sí tenemos otros portafolios “satélite” con inversiones de otro tipo, que mantenemos y en donde reinvertimos rendimientos casi de manera automática, pero ya no contribuimos a ellos.
En este sentido, la educación financiera continua es algo que no podemos subestimar. He escrito esta columna de finanzas personales durante más de 25 años y todos los días sigo leyendo y aprendiendo de este tema.
No quiero dejar de mencionar un aspecto crucial de las finanzas personales que la gente suele descuidar y olvidar: la protección de nuestro patrimonio. Así como es fundamental tener claras nuestras prioridades, es sumamente importante conocer y administrar los riesgos a los que estamos expuestos. He visto mucha gente que lo pierde todo de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, por no haberse protegido adecuadamente.
En fin, el recuento financiero de fin de año personalmente me ha servido mucho. Pero debo recalcar que no es un evento aislado: es parte de un proceso continuo que nos invita a tomar decisiones financieras más conscientes y enfocadas. Se trata de construir una mejor relación con el dinero.
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