Publicado: octubre 8, 2025, 4:00 am
¿Por qué tenemos un acuerdo trilateral, si los temas que vemos con México no tienen casi nada que ver con los que vemos con Canadá?, se preguntaba hace unos días en Nueva York, el representante comercial de Casa Blanca, Jamieson Greer.
Trump sigue esta línea argumental y abre la puerta a convertir el T-MEC en dos acuerdos binacionales, “estoy abierto a extender el acuerdo de libre comercio con México y Canadá a través de una renegociación o buscar tratos diferentes”, dijo ayer 7 de octubre, luego de una reunión con Mark Carney, el primer ministro de Canadá.
¿Por qué no nos sorprende esto? Llevamos meses en los que Estados Unidos ha establecido una agenda de negociación con México y una agenda separada con Canadá. Los temas trilaterales han quedado relegados a un segundo plano. Trump, en su segundo período, ha vuelto a sepultar la idea de que hay algo que se llama América del Norte.
Con México, se han roto los diques que separaban seguridad, migración y comercio. Todo está revuelto. El mapa está lleno de puntos rojos, pero eso no ha impedido que México se haya convertido en el primer socio comercial de Estados Unidos, por encima de Canadá y de China.
Los conflictos con Canadá tienen que ver con la personalidad de Trump, pero van mucho más allá: “hay un punto en el que queremos hacer los mismos negocios… tenemos un conflicto natural”, explicó el presidente estadounidense.
Son dos economías desarrolladas, que tienen más similitudes que diferencias. No hay tanta complementariedad económica, como la que existe entre México y Estados Unidos. Canadá resiente la segunda parte del presidente Trump, en buena medida porque no estaba acostumbrado a recibir desaires ni comentarios agresivos por parte de su vecino del sur: es la “invitación” a ser el Estado 51, además de las acusaciones de contribuir a la epidemia del consumo de fentanilo en Estados Unidos… las comparaciones con México.
Es todo lo anterior, más el aderezo que derivó de una falta de química entre Donald Trump y Justin Trudeau. Los mandatarios se caían mal y eso contaminó la relación entre países, que llegó a su punto más bajo en un momento del primer cuatrimestre del 2025.
¿Qué tanto cambiaron las cosas con la llegada de Mark Carney? Muchísimo. En la reunión de ayer, se intercambiaron elogios. “Es un estadista, desde el principio me cayó bien”, dijo Trump del primer ministro canadiense. “Es un presidente transformador”, afirmó Carney, al tiempo que elogió el papel que jugó para enfriar conflictos entre India y Pakistán, Azerbaiyán y Armenia. También habló positivamente del rol que juega Israel en la franja de Gaza, esto a pesar de que Canadá ha reconocido el Estado palestino.
La visita de Carney a Estados Unidos perseguía dos objetivos, según los medios canadienses: resolver las tarifas que Trump impuso y preparar el terreno para lo que será la renegociación del T-MEC (en Canadá le dicen CUSMA).
No consiguió gran cosa en lo que a tarifas se refiere. El acero, aluminio y la madera seguirán pagando aranceles. Esto hace daño a la economía canadiense, que “sólo” crecerá 1.4%, y perjudica la imagen del primer ministro. Ha generado expectativas de que conseguirá un buen acuerdo con Trump, pero no lo ha conseguido. Canadá es el único país del G7 que no ha logrado un trato con Estados Unidos, aunque gracias al CUSMA ellos pagan las tarifas más bajas para acceder al mercado estadounidense, sólo superados por México.
Carney llegó a Washington con una corbata roja, que es el color republicano, para agradar a Trump. Se prodigó en sonrisas y palabras amables hacia uno de los personajes menos populares en Canadá. Hizo todo eso, pero se va con las manos vacías. Quizá se lleva mucha información relevante sobre lo que viene para el CUSMA.
¿Cómo afecta esto a México? La sustitución del T-MEC por dos bilaterales no sería una buena cosa para México. Nos dejaría solos en la mesa (o en el ring) con un gigante cuya economía es casi 20 veces más grande que la nuestra.
Recuerden que el primer ministro canadiense estuvo en México en septiembre. En ese momento, acordó con Claudia Sheinbaum que se intensificaría la relación binacional y que habría una estrategia coordinada para la renegociación del T-MEC. En pie queda la necesidad/urgencia de llevar a otro nivel la relación México-Canadá. En duda queda la posibilidad de una estrategia concertada entre el Águila y la Hoja de Maple. No es lo mismo octubre que septiembre… ¿cómo estarán las cosas en el 2026?