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Trump tiene prisa; al Papa se le acaba el tiempo

Publicado: febrero 20, 2025, 3:00 am

Les tocó coincidir, ambos tienen retos ambiciosos. Donald Trump no pierde tiempo, emite decretos a ritmo vertiginoso; al Papa Francisco el tiempo se le va, la salud lo ha disminuido, los retos con los que llegó se van alcanzando por goteo, los duros le interponen toda clase de obstáculos. 

El estado de salud de Donald Trump es un misterio, se ha esmerado en ocultar los diagnósticos. Tiene 78 años, se sabe que tiene problemas cardíacos, historial de colesterol alto y obesidad. Contra la costumbre de los mandatarios estadounidenses, se niega a revelar los resultados de los estudios que le han practicado.

Trump busca dejar su huella, está haciendo cambios como si en ellos le fuera la vida. Pareciera que tiene pánico a que el tiempo se le termine; a diferencia de su anterior presidencia, busca consolidar un legado. Se diría que ahora tiene aspiraciones de emperador tanto dentro como fuera. En el ámbito personal, ahora su familia no lo acompaña: su hija y su yerno no están en el gobierno; a los otros dos hijos les pidió que se concentren en los negocios. Por el contrario, Barron parece una estrella en ascenso; a sus 18 años, los republicanos lo proyectan con grandes cualidades, aunque, por ahora, sus aspiraciones están siendo discretas.

El Papa Francisco llegó con el propósito de hacer cambios profundos. La decisión de renunciar del Papa Benedicto XVI tenía la intención de abrir la puerta a un pontífice de avanzada, capaz de emprender los cambios que se requieren para poner a tiempo a la Iglesia católica.

Ha buscado incrementar la participación de las mujeres, pero en diez años apenas designó a tres de su confianza en puestos de alta responsabilidad. La más reciente es la monja italiana Simona Brambilla, primera mujer que ocupará un ministerio en dos mil años de historia. Se trata del dicasterio encargado de las órdenes y congregaciones religiosas, pero tendrá a su lado, como “proprefecto”, al cardenal español Ángel Fernández Artime, quien, muchos temen, será el poder tras el trono.

Se reconoce que en el sínodo que terminó hace unos meses, Francisco no logró darle espacios a las mujeres. Sigue sin conseguirse la ordenación de las mujeres. Hoy en la Iglesia hay más de medio millón de hombres por menos de 130 mil mujeres.

Esta semana, primero en Alemania y después en Arabia, representantes de varios países y organismos discuten acerca de la invasión de Rusia en Ucrania. La tendencia de la delegación estadounidense se ha inclinado a favor de Rusia. Trump y Putin han hablado largo, se entienden, comparten formas de pensar y gobernar, lo que tiene a Zelensky contra la pared.

Esta semana el Papa trata de recuperarse de una neumonía; su salud se ha quebrantado seriamente. ¿Daría un paso similar a su antecesor para renunciar al cargo? Francisco, aunque es un hombre de Estado, sabe que su labor está inconclusa, que falta mucho por hacer y que la vida no le dará para terminarla. De ahí a que dé un paso al costado, falta un trecho.

Trump y el Papa Francisco coincidieron nuevamente en el tiempo. Ya no son los de hace ocho años. Tengo la impresión de que en ambos casos hay elementos para creer que la vida les podría jugar una mala pasada. Hablo estrictamente de la salud de ambos.

Al parecer, la gerontocracia protagoniza. Hace apenas unos años, solo un país de los diez más poblados del mundo tenía al frente a alguien de más de 80 años. Hoy Trump, Francisco, Putin, Lula, Modi, Xi y otros mandatarios rebasaron los 70 años; los últimos cuatro, hace una década ya gobernaban; entonces tenían sesenta y pocos años.

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