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El presidente Donald Trump incumplió con su promesa de aplicar aranceles del 25% a México y Canadá desde el primer día de su gobierno el 20 de enero.
Ese mismo día, por la tarde, volvió a amenazar con que aplicará los aranceles en contra de México, el primero de febrero próximo.
En paralelo como parte de su memorándum titulado “America First Trade Policy” el presidente de EU, ordenó una revisión integral de la política comercial estadounidense, incluído el T-MEC.
Es decir, pidió informes y análisis, para recibir recomendaciones que ayuden en el objetivo de transformar significativamente las relaciones comerciales de EU.
Al mismo tiempo, emitió un memorando que ordena a la Representación Comercial de la Casa Blanca (USTR) que inicie el proceso de consulta pública para preparar la revisión del T-MEC en julio del 2026.
La fecha probable para la aplicación de aranceles, en consecuencia, es el primero de abril, cuando el equipo de gobierno de Trump ya haya sido ratificado por el Congreso.
Los dichos, los hechos y las fechas son clave en los actuales momentos de tensión de las relaciones comerciales de Estados Unidos –con el arribo de Trump a la presidencia– con sus principales socios comerciales: México, Canadá y China.
De alguna forma explican por qué Donald Trump incumplió su amenaza de aplicar aranceles a México desde el primer día de su mandato.
En su discurso mencionó de manera general su intención de modificar las relaciones comerciales de su país y la inminente aplicación de aranceles a través del nuevo aparato burocrático que denomina External Revenue System (ERS) para cobrar aranceles a otros países.
Pero no firmó la orden ejecutiva respectiva para aplicar, desde el primer día de su gobierno, el arancel de 25% en contra de México.
¿Por qué Trump no cumplió con su amenaza el día que asumió la Presidencia?
Muy probablemente no lo hizo, porque tiene que esperar a que las dos piezas clave de su gobierno que habrán de ejecutar las decisiones que tome en materia comercial, el secretario de Comercio y el representante comercial designados, Howard Lutnik y Jamieson Greer, tienen que ser ratificados por el Congreso, y eso ocurrirá en el primer cuatrimestre del año.
Eso quiere decir que será a partir del primero de abril, cuando ambos funcionarios puedan comenzar a operar las órdenes presidenciales.
Adicionalmente, Trump, tiene que esperar los informes respectivos y las recomendaciones sectoriales, que le servirán de base para tomar sus decisiones. No obstante, ya comenzó a tomar decisiones en materia migratoria y de seguridad.
Esto implica, que sin generar los potenciales efectos inflacionarios y, en general, nocivos para la economía de EU y sus consumidores –que provocarán los aranceles que imponga–, ya está obligando a sus contrapartes a aceptar, por lo menos, en parte, sus condiciones.
La incertidumbre e inquietud que ha despertado con sus declaraciones, ha repercutido no sólo en México. También en Estados Unidos.
En los medios de comunicación, empresas y organizaciones han comenzado a difundir una campaña de información en torno a las bondades del T-MEC.
Destacan el valor del intercambio comercial, tanto como el número de empleos que genera en una buena cantidad de entidades de Estados Unidos.
El arma impositiva con la que Trump amedrenta a México, no tiene fundamentos comerciales. Sí tiene objetivos específicos en materia migratoria y de seguridad.
Sin embargo, es posible que también esté presionando para lograr una renegociación, en lugar de una revisión del T-MEC en el 2026.
La imposición de aranceles del 25% a todos los productos que exporta México a Estados Unidos, prácticamente nadie la cree posible. Sería como darse un balazo en el pie.
Sin embargo, aranceles de menor nivel y específicos, sí figuran entre los escenarios probables.
En México el gobierno y el sector privado confían en la profunda integración productiva y comercial que se ha registrado a partir del Tlcan transformado en T-MEC, a exigencias del propio Trump.
En 30 años de sociedad comercial, México y Estados Unidos han enraizado sus lazos productivos, de manufactura y de comercio. México es el principal socio comercial de EU, con 15.4% del comercio total.
Y por su especialización en sectores manufactureros, la cercanía, el costo del transporte y los costos de producción, las exportaciones y la manufactura en México es difícil de sustituír, de acuerdo con un análisis de Banco Base.
México y Estados Unidos se necesitan mutuamente y junto con Canadá, representan el mejor camino para el fortalecimiento del bloque regional norteamericano, para enfrentar a China.
Sin embargo, Trump es impredecible.
El gobierno de Claudia Sheinbaum ya tuvo su primer contacto con el equipo de Trump. El secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Estado de EU, Marco Rubio ya tuvieron su primera conversación telefónica.
Veremos qué resulta de las negociaciones entre los equipos gubernamentales de ambos países.
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