Publicado: febrero 7, 2025, 2:00 am
<![CDATA[
La amenaza trumpiana de los aranceles quedó en pausa para México y Canadá, pero entró en vigor con China. Fueron de «sólo» 10% y estuvieron acompañados de un mensaje, donde se mezcla el comercio con otros temas. Las tarifas son represalia porque en China están los proveedores de las materias primas con las que se produce el fentanilo. Son también una expresión de molestia por el déficit comercial de 295,000 millones de dólares que Estados Unidos tuvo con China en 2024.
¿Será un episodio de corta duración o el principio de un conflicto más intenso entre el Tío Sam y el Dragón? A México le importa muchísimo lo que pase porque estamos o estábamos en el primer lugar de la fila para ser beneficiarios de este conflicto. Nos convertimos en el principal socio comercial de Estados Unidos, en la medida en que nos comimos una parte del pastel que le tocaba al Dragón. En 2024, México vendió 506,000 millones de dólares y tuvo un superávit de 171,000 millones. Somos el abastecedor de 15.6% de las compras de Estados Unidos al exterior. China llegó a proveer 21.5% de las importaciones de Estados Unidos en 2017. Ahora es “sólo” el 13.5 por ciento.
Entre más problemas entre las dos potencias, parecería que es mejor para México. Somos un candidato natural para captar una parte de las inversiones y proyectos que se deriven de la urgencia de desacoplarse de China que viven muchas empresas. De eso se trata el nearshoring. En este campo, hay muchas razones para el optimismo, pero no todas son zanahorias. Los estadounidenses han incrementado la presión sobre México para que sea más clara nuestra posición respecto a China. No quieren que el territorio mexicano sirva como plataforma para que China se cuele en Estados Unidos. Exigen de México más claridad sobre el monto real de las inversiones chinas. Ponen presión para que las aduanas mexicanas impidan el paso de algunos productos o insumos clave que podrían venir de China y disfrazarse de mexicanos, ese es el caso del acero.
¿Cómo afectará a México el estilo personal de Trump de manejar la relación con China? Esa es una de las grandes cuestiones para los mexicanos. Se dice que la rivalidad con China es uno de los pocos temas en los que no hay discrepancias mayores entre republicanos y demócratas, pero no hay que perder de vista que Trump quiere diferenciarse de Biden, en todo. Eso puede implicar una mayor ambigüedad respecto al Dragón. En su discurso de toma de posesión, el republicano dijo que había tenido una muy buena conversación telefónica con Xi Jinping y que confiaba en poder trabajar juntos para resolver la crisis que desató la invasión rusa de Ucrania.
La imposición de aranceles a China ocurrió tal y como se anticipó luego de la toma de posesión. No hubo comunicación de última hora entre Trump y Xi. Por lo pronto, los líderes se mandan recados envueltos en las decisiones de política comercial. A las tarifas de Estados Unidos, China respondió con sanciones moderadas: un 15% para algunos tipos de carbón y gas natural; más 10% en maquinaria agrícola y camionetas tipo pick up, entre otras. China impuso también sanciones a empresas como la biotecnológica Illumina y el Grupo PVH, que posee las marcas Calvin Klein y Tommy Hilfiger.
¿Qué podemos decir de la estrategia de China? Para los líderes chinos, la prioridad es reactivar la economía. No es el mejor momento para escalar el conflicto con Estados Unidos. Pueden lidiar con los aranceles al 10% de todas sus exportaciones, siempre y cuando no sea el primer paso para una escalada en las tarifas. Más allá de los aranceles, no aceptarán someterse a Estados Unidos. En la primera presidencia de Trump, hubo un momento en el que la relación entre Xi y Trump fue espléndida. Esa luna de miel duró un poco más de un año. El cambio se notó con fuerza a partir de 2017. Desde entonces las cosas han cambiado: ha crecido el sentimiento antichino en Estados Unidos, pero también la confianza de China en su propio poder. Ahora es el principal socio comercial de 120 países, entre ellos la mayoría de los ubicados en América del Sur.
¿Qué sigue? Un análisis de Morgan Stanley pronostica que Trump endurecerá la postura hacia China. Si así fuera, nos acercaríamos a una guerra comercial que traería un repunte de la inflación en Estados Unidos (y el mundo) y disrupciones de cadenas de valor. Un escenario así, brindaría a México la oportunidad de reforzar su posición como primer proveedor de Estados Unidos y detonaría una nueva ola de inversiones. Después del gran susto de los aranceles, se impondría el sentido común y se mantendría el guion del nearshoring. Marcharíamos rumbo al happy ending.
¿Final feliz? Con Trump y todo lo que representa, no podemos estar seguros de que lo más racional prevalecerá. En su equipo y entre sus partidarios, hay muchos que prefieren el reshoring al nearshoring. Su gurú en comercio internacional, Peter Navarro, está convencido de que Estados Unidos no necesita a México para ganar la guerra comercial a China. El mismo Trump cree que Estados Unidos puede reindustrializarse y que no requiere “exportar” fábricas a México. Estamos en una película de suspenso y no se ha escrito el final de la historia. ¿Ustedes creen que se repetirá lo que pasó en 2018, cuando todos los planetas se alinearon para México?
]]>