Publicado: marzo 29, 2025, 10:30 am
La falta de transparencia de la familia real británica con el tema de las enfermedades de dos de sus miembros es la que ha provocado que, cuando sucede un imprevisto, salten las alarmas. En el caso de Carlos III de Inglaterra ha sido todavía más notable, pues si con Kate Middleton se tardó unos meses en dar a conocer su dolencia y el tratamiento que recibiría, Buckingham Palace ha decidido apenas dar información, o darla con cuentagotas, cuando se trata del soberano. Y por ello, una noticia como la de este jueves, puede llevar a pensar en algo de una gravedad inmediata.
El monarca, de 76 años, se ha visto obligado a cancelar sus compromisos públicos para este viernes debido a un ingreso hospitalario en la Clínica de Londres, el lugar donde normalmente se le atiende. Carlos III, que fue sin la compañía de la reina Camila, había sufrido unos efectos secundarios en su tratamiento contra el cáncer y ha requerido un breve tiempo de observación, si bien ya ha regresado a Clarence House, donde ha seguido trabajando en su oficina, con varios documentos y llamadas que requerían su atención.
«Como medida de precaución y por consejo médico, el programa de mañana también se va a reprogramar. Su Majestad desea disculparse con todos aquellos que puedan sentirse molestos o decepcionados por ello», han dicho desde palacio, dado que, según recogió la BBC, el monarca tenía tres reuniones con tres embajadores que se han visto afectadas, así como un viaje este viernes a Birmingham para realizar una visita al Royal Ballet de la ciudad.
«Como muchos podrán atestiguar, estas no son cosas inesperadas en este tipo de condiciones», ha declarado una fuente al Daily Mail. Pero precisamente en esa pugna por no decir la palabra cáncer está el quid de la cuestión, por más que desde la casa real se intente tranquilizar al mundo sobre el estado de salud del monarca y detallar que solo ha sido una reacción adversa a uno de los tratamientos y «un pequeño bache a pesar de ir por el buen camino», como puntualizó una fuente.
El padre de los príncipes Guillermo y Harry lleva más de un año con un cáncer detectado. Tras someterse, a finales de enero de 2024, a una intervención quirúrgica por un problema de próstata, los médicos, una vez se aseguraron de que la operación había sido un éxito, le comunicaron al monarca que le habían detectado un tumor, lo cual se dio a conocer al mundo una semana después, el 5 de febrero, sin jamás llegar a especificar no solo de qué tipo se trata sino en qué fase o qué estado se encuentra.
Esto desató una oleada de rumores que obligaron a La Firma a explicitar que no se trataba de un cáncer de próstata, si bien por lo demás han preferido mantener el secretismo. Uno al que ayudó, entre otras cosas, que ese mismo hermetismo provocase una polémica internacional sobre lo que padecía la princesa de Gales, que finalmente hubo de confesar que también padecía un cáncer que se le había detectado en una operación intestinal.
Pero mientras que Kate Middleton sí ha dado a conocer que su cáncer ya se encuentra «en remisión» y ha actualizado su progreso, en el caso del monarca apenas se tienen detalles: ni el órgano comprometido, ni el estadio de la enfermedad ni, claro, su pronóstico. Y ello llevó a que, por consejo médico, los primeros meses pospusiera muchas de sus tareas de cara al público, si bien se mantuvo activo en «los asuntos estatales y los trámites oficiales, como de costumbre».
Una necesidad de seguir trabajando que muchos achacaban a las ganas que tenía de ser monarca tras el larguísimo reinado de su madre, habladuría que se siguió alimentando cuando Carlos III decidió desatender las recomendaciones de sus propios médicos y retomar sus compromisos a finales de abril de 2024, solo dos meses y medio después de anunciar su cáncer.
De hecho, hubo un conato de recuperación total cuando, en octubre, Carlos III decidió reanudar sus visitas de Estado y viajar al extranjero. Lo hizo con una gira de 11 días por Oceanía—Australia y Samoa— junto a su esposa y en el marco de la cumbre de la Commonwealth. Pero más tarde se hizo saber que solo se había tomado un descanso de su tratamiento, pues, como una fuente de Buckingham dio a conocer, todo había «avanzado en la dirección correcta» y, como la enfermedad estaba «controlada», «el ciclo de tratamiento» continuaría «en 2025».
El monarca, a pesar de mostrarse siempre confiado frente a la enfermedad y a intentar calmar a la sociedad en sus apariciones públicas, ha tomado decisiones cuestionables. Por poner un ejemplo: generó un debate en Reino Unido cuando, al iniciar el proceso de quimioterapia no logró los resultados que esperaba y prefirió confiar en métodos alternativos no avalados por la ciencia como la homeopatía, una opción que sus propios médicos le explicaron que era «muy peligrosa» y razón por la que no abandonó del todo los tratamientos contrastados.
Curiosamente, la noticia de su reciente ingreso se da unos días antes de su nuevo viaje de estado a Italia, del 7 al 10 de abril, donde no solo iba a reunirse con políticos transalpinos y a acudir a diversos actos, sino también iba a tener una charla con el papa Francisco, en una visita que «de común acuerdo» se ha aplazado por los problemas de salud del Sumo Pontífice. Un viaje a Italia que también iba a servir, para él y la reina consorte Camila, como celebración de su aniversario de bodas, ya que se casaron el 9 de abril de 2005.
Por ahora, se mantiene en su agenda oficial y, con lo que parece una necesidad imperiosa de seguir siendo rey y aproechar cada momento, hay medios que han vuelto a sacar a colación las palabras de Carlos III a finales de diciembre de 2024, en una visita oficial a Walthamstow, al noreste de Londres, cuando el soberano le respondió con sorna a un representante de la religión sij que le preguntó cómo estaba. «¡Todavía sigo vivo todavía!», bromeó el monarca.