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The apprentice se impone. ¿Y México?

Publicado: febrero 6, 2025, 3:00 am

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¿Cómo será el mundo cuando Donald Trump deje la Casa Blanca? Es tan impredecible como el mismísimo empresario que ha hecho del poder un espectáculo y nos regresa a tiempos de la colonización que creíamos se habían terminado hace más de un siglo. Ya no le bastó la oferta por Groenlandia, adherir a Canadá como uno más de los estados de la unión, ni despojar a Panamá del canal; ahora quiere hacerse con la Franja de Gaza para levantar algún resort donde hoy predominan los escombros. 

¿Y cómo será Norteamérica? Tampoco lo sabemos. El fin de semana pasado hizo gala de su forma de negociar: amenazó con aranceles, desató la incertidumbre con acusaciones tan graves como la alianza del gobierno de México con los grupos criminales y luego se mostró benevolente, es un decir, concediendo una gracia de un mes para que sus dos socios, es otro decir, cumplan con sus demandas.

Lo que podemos anticipar es que Trump ya tiene narrativa para los próximos cuatro años. Los 10,000 soldados que tendrán que desplegarse frente a cada una de sus dos fronteras serán una especie de muro que no le costó nada a su país. Las negociaciones en torno al tratado comercial podrán darse cuando y hacia donde el mandatario disponga, y si en una de esas logra bajar los índices de muertes por fentanilo y la presencia de indocumentados, se erigirá como el gran pacificador.

En apenas dos semanas, Trump sacudió al mundo: a China le impuso aranceles del 10%, en una acción que deja entrever otras intenciones, como negociar lo que se pueda con Xi Jinping. Sus lazos con Rusia siguen, pero las riquezas naturales de Ucrania lo hicieron ver la invasión con otros ojos. Volvió al ataque contra la Unión Europea, la OTAN, los BRICS, el Pacto de París, se anotó el plan de paz en Gaza y no para, nadie lo detiene. Todos los días firma órdenes ejecutivas y nutre su apetito de conquistador.

¿Y México? Aunque tengo mi punto de vista, no entraré en la rebatiña sobre la forma en que Claudia Sheinbaum encaró la crisis del fin de semana; que cada quien se quede con su punto de vista. Lo que sí creo es que el lunes, en la llamada telefónica, Trump ganó: impuso su voluntad, la presidenta cedió y consiguió un respiro. ¿Es mucho o es poco? Ya lo veremos. La casi inmediata presencia de aviones y embarcaciones en las aguas sobre y frente a las costas mexicanas, más el despliegue instantáneo de guardias nacionales, dan señales.

La demoledora acusación contra el gobierno de México ha desatado una lluvia de comentarios y críticas en los tres países. Claudia Sheinbaum la calificó de calumnia, pero la catarata de evidencias que brotaron la contradicen; su antecesor no le ayuda y menos su complacencia con el gobernador Rocha Moya. Los señalamientos de Porfirio Muñoz Ledo, el fallecido diputado que le entregó la banda presidencial a López Obrador, le dan la razón a la Casa Blanca.

Al margen

La autoritaria decisión de la presidenta de marginar al Poder Judicial de la reunión para conmemorar el aniversario de la Constitución no es un asunto menor: exhibe el talante de un gobierno decidido a demoler las instituciones, empezando por la propia Constitución. En Querétaro, al concepto de REPÚBLICA se impuso el poder absoluto. Hasta ayer, el 5 de febrero era una fecha que reunía al país en pleno; Claudia Sheinbaum la convirtió en una fiesta particular. Las consecuencias de esta destrucción del país se van sintiendo paso a paso; llegará el momento en que no nos reconozcamos.

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