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Tarifas y déficits comerciales

Publicado: enero 28, 2025, 6:00 am

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Destacan en la mente primitiva de Trump tres temas sobre comercio internacional. 

Primero, Trump considera que los aranceles son un instrumento de presión y negociación para alcanzar fines políticos: aumentar la deportación de migrantes, disminuir el influjo de fentanilo y debilitar a los cárteles delincuenciales. Pero los aranceles o tarifas son un instrumento de política comercial que tiene impactos en el comercio. Al abogar por tarifas que pudiesen beneficiar a Estados Unidos, los asesores de Trump piensan que se puede fijar un nivel de arancel que maximice el bienestar económico del país que lo impone. Esto se conoce en la teoría del comercio internacional como “la tarifa óptima”.

Este concepto se basa en la idea de que solo un país que tiene poder monopólico (y monopsónico) en los mercados internacionales (lo que se conoce como un país “grande” como Estados Unidos) puede influir en los términos de intercambio (la relación entre los precios de exportación e importación) a su favor al imponer una tarifa. La teoría del arancel óptimo plantea que a medida que se adopta una tarifa, hay ganancias por los términos de intercambio, aunque el beneficio para el consumidor (conocido como excedente del consumidor) disminuye, ya que aumenta el precio interno. Conforme va subiendo la tarifa, los ingresos arancelarios aumentan, compensando paulatinamente la pérdida para el consumidor hasta llegar a una tarifa máxima. Esa tasa será la tarifa óptima. Si se eleva por encima de la óptima, el bienestar total caerá al cancelarse los beneficios de los términos de intercambio y disminuye el ingreso arancelario.

Si bien el planteamiento teórico es impecable, calcular y aplicar la tarifa óptima puede ser complejo en la práctica y es difícil de determinar. Por ello, su efecto es incierto, y desde el punto de vista económico-comercial, las tarifas generalizadas son “un balazo en el pie” para Estados Unidos. Pueden distorsionar los flujos comerciales, generar ineficiencias, presionar la inflación y crear tendencias recesivas.

El segundo tema es el de la visión mercantilista y errónea de Trump de que un déficit comercial es dañino para el país. Ha dicho que “un déficit es malo para los estadounidenses porque son ingresos que no se quedan en Estados Unidos”. Para mostrar lo absurdo del argumento, permítanme un ejemplo simplificado. Supongamos que yo Federico soy un país (Estados Unidos) y que Walmart es otro país. A Walmart yo le compro (importo) frutas, verduras, implementos de limpieza, cervezas, ropa, etcétera. Yo no le vendo (exporto) nada porque Walmart no se interesa en adquirir mis servicios de analista económico. Tendré entonces un déficit comercial. A medida que mi economía (familiar) crece porque ahora tengo un empleado doméstico adicional y un chofer (aumenté el empleo), importaré más bienes de Walmart y mi déficit crecerá. Es decir, Walmart vende (exporta) más y obtiene más ingresos. Mi economía va en desarrollo acompañada de un persistente déficit comercial que también beneficia a Walmart.

Finalmente, Trump quiere adelantar la revisión del T-MEC y no solo lo pretende revisar sino renegociar. Con ello quiere presionar para que de manera precipitada México y Canadá bailen a su ritmo. Hay un calendario que respetar, aunque ello cree fricciones con Mr. Trump.

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