Publicado: marzo 14, 2025, 3:00 am
La guerra arancelaria ya comenzó. Estados Unidos decidió aplicar aranceles y de inmediato se anuncian las réplicas de Canadá, la Unión Europea y China. En un inédito duelo internacional arancelario, el presidente Donald Trump amenaza con duplicar los aranceles a quienes osan responder. México, se mantiene al margen. Aparentemente expectante.
La estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum –ayer lo reiteró– se basa en el diálogo, la paciencia y la entrega de resultados.
A simple vista, con todo y las cesiones que ha concedido en combate al narcotráfico y la contención migratoria, México está recibiendo el mismo trato que aquellos países que, simplemente están respondiendo bajo la premisa del ojo por ojo, diente por diente.
El secretario de Comercio de EU, Howard Lutnick, reconoció a México e Inglaterra por no aplicar represalias comerciales a EU.
Y advirtió que aquellos que lo hagan, como Canadá o la Unión Europea, enfrentarán medidas más drásticas de Donald Trump.
El gobierno de México ha decidido esperar al próximo 2 de abril para tomar sus decisiones.
La Jefa del Ejecutivo ha logrado un par de prórrogas y ha evitado revelar sus planes que, ha dicho, son varios.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard fracasó en su intento para evitar la aplicación del 25% sobre el acero y el aluminio.
Ya son dos tipos de aranceles que está registrando México en su contra.
El 25% a las exportaciones fuera del T-MEC. Y el 25% de aranceles al acero y al aluminio.
Para efectos prácticos, Estados Unidos está en franca violación del Tratado México, Estados Unidos, Canadá.
En su presentación en Palacio Nacional, el negociador mexicano, Ebrard, sólo dijo que México actuará con sangre fría y firmeza y anunció el inicio de consultas, a partir de hoy (14 de marzo), con la industria del acero y aluminio. La presidenta mexicana dijo que por ahora no responderá con aranceles, y que esperará a lo que determine Estados Unidos el 2 de abril, cuando entrarán en vigor los aranceles recíprocos generales, es decir, a nivel global.
Nadie gana (en una guerra arancelaria), expresó. México tomará sus decisiones el 2 de abril, para proteger y desarrollar la economía.
La respuesta de México contrasta con la reacción de otros países y de la Unión Europea.
Las declaraciones y los anuncios de aplicación de aranceles entre las partes, resuenan como tambores de guerra. Pero la guerra arancelaria, de hecho, ya inició, con los efectos que se están resintiendo en los mercados internacionales, con caídas importantes y el retraso o cancelación de inversiones.
México lo está observando. Ayer trascendió que Samsung habría decidido suspender el traslado a México, de parte de sus operaciones por los aranceles de Trump.
Trump un día sí y otro también hace declaraciones y amenazas respecto de su política arancelaria.
Ayer dijo que Estados Unidos “no tiene libre comercio”, sino un “comercio estúpido”.
A un día de haber entrado en vigor su orden de aplicar aranceles de 25% a todas las importaciones de productos de acero y de aluminio, sin importar su lugar de procedencia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ratificó su decisión.
Con esta política proteccionista, Donald Trump no sólo busca imponer aranceles y generar recursos para su economía. Su intención más importante es atraer las inversiones de las empresas de Estados Unidos.
En días pasados, Trump alardeó que muchas inversiones del sector automotriz que ya se estaban realizando, se cancelaron y se van a realizar en EU.
Falta ver si lo que Trump presume, en realidad se concreta. Falta ver si aquellas empresas que han comenzado a anunciar la cancelación de sus inversiones en México se realizan.
Pero de lo que no hay duda es que hay incertidumbre y eso es veneno puro para las inversiones.
Además de las pérdidas de las empresas que cotizan en los mercados y el efecto adverso que provoca sobre la economía el nerviosismo que provoca la política arancelaria de EU.
México depende en su comercio de EU en alrededor del 80%.
Lo más preocupante, es la elevada dependencia que tiene México respecto de EU, en materia energética. México importa alrededor del 80% de la gasolina que consume y hasta el 90% del gas que utiliza para la generación de electricidad.
México no puede ponerse en modo rijoso. Lo que sí puede hacer para mantener la integralidad del acuerdo comercial, es iniciar procesos de resolución de disputas comerciales, al amparo del T-Mec y cuando llegue la fecha, afinar la puntería y lanzar tiros de precisión con aranceles específicos a EU.
Seguramente el gobierno lo tiene suficientemente estudiado, pero podría estar perdiendo, valioso tiempo para presentar inconformidades bajo las reglas del T-MEC.
Veremos.