Publicado: marzo 9, 2025, 3:30 pm
Imaginate gastarte más de 200.000 dólares en todo un Porsche y no solamente no presumir de él, sino esconderlo lo máximo que puedas para que nadie más pueda verlo. Es lo que hizo Steve Jobs, quien efectivamente no sólo se podía permitir semejante compra, sino también esconderla.
Como casi todo lo que hizo, el cofundador y CEO de Apple hasta 2011 tenía poderosas razones detrás para hacer lo que hacía. Dicen que se le veía encantado con su flamante Porsche 911 Turbo. Y tan encantado estaba que lo escondía en dos plazas de aparcamiento en las oficinas de NeXT, empresa que fundó en sus años fuera de Apple.
Una estrategia de comunicación extraña, pero eficaz
A Steve Jobs no le gustaban los coches baratos. O tal vez sí, pero desde luego no lo demostraba mucho sabiendo que en la época final de su vida llegó a cambiar de coche cada seis meses y siempre era un Mercedes Benz de alta gama. Y lo mismo demostró en su época al frente de NeXT.
Conferencia de Steve Jobs en su época dirigiendo NeXT
Aquella empresa fue la vía de escape del que un día fundase Apple y fuese despedido de la misma (o más bien invitado a irse). Jobs fundó NeXT en 1985 y en ella invirtió todo su dinero. Su idea era la de competir con grandes tecnológicas como IBM o su ya ex compañía Apple. Y para ello necesitaba dinero. Mucho, mucho dinero.
En esas que apareció Ross Perot, un conocido empresario que trabajó en IBM y otras grandes tecnológicas y al que Jobs trató de persuadir para que invirtiese en NeXT. Una de las técnicas que decidió usar para ello, y que reveló años después Randy Adams, ingeniero de NeXT, fue la de esconder el Porsche. ¿Qué tenía que ver? Pues mucho.
La imagen es importante y quién mejor que Steve Jobs para saberlo. Un tipo al que ha servido incluso a la psicología para explicar la importancia de la ropa que uno lleva. Jobs creía que si el inversor veía el coche, no se creería que necesitaban dinero. ¿Imaginas a una persona pidiendo limsona mientras redacta un email en un Mac Pro? Pues eso.
Steve Jobs optó por esconder el Porsche en la parte trasera de las oficinas de Next. De ese modo, la estrategia de parecer austeros ante Perot funcionó. Vaya que si funcionó. El empresarió invirtió en 1987 una ingente cantidad de dinero que rondó los 20 millones de dólares, algo que les sirvió para crecer y seguir desarrollando ordenadores y forjando experiencias que, años más tarde, acabarían sirviendo para Apple cuando Jobs regresó en 1997 (Apple acabó fusionándose con NeXT ese mismo año).
Doble plaza y que nadie se atreva a rozarlo
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Más allá de aquella curiosa anécdota, hay otra que nos relata el obsesivo cuidado que Steve Jobs ponía en su Porsche. En aquella misma época dirigiendo NeXT, se sabe que el CEO tenía por costumbre aparcar siempre en frente de las oficinas ocupando no una, sino hasta dos plazas de aparcamiento.
Era una de las medidas que utilizaba para protegerlo. No sólo él, sino también el ingeniero Adams, quien poseía otro Porsche de idéntico modelo al de Jobs y que también optó por esconderlo en la visita del inversor. En días normales, ambos ocupaban una doble plaza con el fin de evitar que los rayasen. Si bien eran plazas amplias, o eso se dice, era la mejor medida que encontraron para evitar que quien aparcase cerca tuviese que maniobrar. Una estrategia perfecta para mantenerlo impoluto y buen reflejo del aprecio de Jobs por su vehículo.
Imagen de portada | Montaje con fotografías de Kevin Ekmark en Flickr y David Paul Morris para GQ
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La noticia
Steve Jobs era tan posesivo con su nuevo Porsche que alquiló dos plazas de aparcamiento para que nadie se lo rayara. Hasta que tuvo que esconderlo
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Álvaro García M.
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