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Sigue la política del terror

Publicado: noviembre 24, 2025, 10:00 pm

Como la llegada del otoño, parecieran normalizarse los ataques indiscriminados contra personas “de color”, la selección arbitraria de víctimas que, en calles, edificios y escuelas, son detenidas, maltratadas y privadas de la libertad en nombre de falaces razones de “seguridad nacional”, por parte de fuerzas armadas , a menudo sin identificación ni rostro visible. Esta política del terror contra los inmigrantes en Estados Unidos no puede naturalizarse ni justificarse. Destruye vidas y comunidades. Viola derechos humanos básicos, entre otros el derecho a migrar.

A la toma de territorios en Los Ángeles por parte de ICE (encargada de controlar las fronteras y la migración), acompañada de la Guardia Nacional militarizada, que acometieron brutalmente contra personas indocumentadas e incluso contra ciudadanos/as, han seguido asedios contra la población trabajadora inmigrante en Chicago y suburbios, en Washington D.C., en Florida y Carolina del Norte. El mensaje es claro: ahí donde se asientan comunidades “latinas”, principalmente, se concentran los afanes racistas de autoridades que pretenden demostrar su capacidad de perseguir y reprimir a quienes consideren “enemigos”, así como su desprecio por la Ley – que garantizaría la autonomía de los estados- y de las leyes internacionales que protegen los derechos humanos.

En Chicago, por ejemplo, fuerzas militares tomaron por asalto un edificio, de noche, sembrando pánico entre las personas detenidas y sacadas a la calle semidesnudas y maniatadas, incluyendo niños/as. Ahí y en otras ciudades, ICE sigue invadiendo barrios en busca de personas indocumentadas y deteniendo a quienes le parecen “latinos”, hablan español o tienen empleos usualmente ocupados por personas indocumentadas. Reproducen así procedimientos discriminatorios que antes estaban prohibidos.

En estas detenciones arbitrarias pueden quedar atrapadas personas con documentos, solicitantes de asilo, personas que formalmente gozan de protección por razones políticas, incluso personas que han vivido por décadas en el país, sin antecedentes criminales. A su privación de la libertad por hombres armados, embozados y brutales, pueden seguir semanas de prisión en condiciones inhumanas, ya sea en el infame Alcatraz de los lagartos, o en varios centros de detención en distintos estados, sin que sus familiares puedan averiguar su paradero.

Puede suceder algo increíblemente peor: su deportación a un “tercer país”, tan cercano y aterrador como El Salvador o tan lejano, y hasta más aterrador, como Sudán o Ghana. Si a veces puede parecer “mejor” ser deportado a un tercer país que al propio porque de éste se escapó por amenazas o riesgo de muerte, quienes han solicitado asilo por esas razones no deberían ser expulsados/as a ninguna parte. Al gobierno, sin embargo, el derecho le tiene sin cuidado.

En los hechos, en efecto, la política de terror contra los/las inmigrantes es más espeluznante de lo que reportan los grandes medios. En un escalofriante reportaje publicado ayer en The New Yorker, Sarah Stillman recoge los testimonios de personas deportadas a Eswatini, un país cercano a Sudáfrica, y documenta otras deportaciones a Ghana, Sudán, Ruanda… cuyos gobiernos, a cambio de un pago de Estados Unidos, reciben en condiciones deplorables a personas que han sido detenidas, golpeadas, humilladas, esposadas, metidas como bultos en aviones militares, sin saber siquiera adónde van a ir a dar y sin comunicación con sus familias. Human Rights First ha detectado 1700 vuelos de deportación en los primeros nueve meses de este gobierno.

Como si no bastara traumatizar así a hombres y mujeres vulnerables, este gobierno ha retomado la separación de las familias como medio de “disuasión”: 600 niños/as han sido ya separados/as de sus familiares y enviados/as a albergues federales de donde ahora es más difícil que salgan porque, para “protegerlos/as”, han aumentado los requisitos a familiares o a familias que podrían acogerlos (Pro Publica).

Normalizar el terror contra las personas indocumentadas es normalizar la ilegalidad, la violencia y la crueldad. Ahora van contra los migrantes, mañana tendrán en la mira a otros “enemigos” potenciales. Así funciona la discriminación. Así destruye la política del terror.

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