Robert Lighthizer es el corazón de la geopolítica de Trump , ‘el consigliere’, el cerebro en la sombra que ha cambiado la economía mundial. Es el guerrero comercial con China, según ‘The New York Times’. Estos son algunos de los calificativos que expertos y publicaciones especializadas le dedican a este hombre. Y sin embargo, su figura es poco conocida. Precisamente por eso es el hombre que Europa no debería subestimar. No en vano reafirma las palabras de Trump cuando dice que «Europa es peor que China» . Lighthizer fue el arquitecto de algunas de las decisiones más importantes del expresidente y su impronta aún perdura. Mantiene un perfil bajo, pero fiel a Trump,. Puede ser el artífice de lo que algunos llaman un armagedón arancelario. Ángel Saz Carranza, director del Center for Global Economy and Geopolitics ESADEgeo, señala a ABC que Lighthizer ha sido crucial a la hora de definir las políticas comerciales de Trump, primero, y de Estados Unidos, en general. Salido del gabinete de Ronald Reagan, «este hombre ha demostrado ser muy hábil a la hora de atacar, desmontar y paralizar el libre comercio y su gobernanza multilateral », afirma. Y lo ha hecho escudándose en la seguridad para allanar el camino. Ahora su nombre vuelve sonar en el caso de que Trump fuese reelegido y el aviso a navegantes es que pretende conseguir un cambio aún mayor en el comercio global. Al fin y al cabo, estamos hablando del hombre que fue el representante de Comercio de Estados Unidos entre 2017 y 2021,y durante ese tiempo «el expresidente Donald Trump» -con la batuta de Lighthizer como su embajador- « reescribió el consenso sobre política comercial , hasta tal punto que el presidente Biden lo copió en gran medida», señala ‘The Wall Street Journal’. ¿Cómo lo hizo? priorizando la manufactura nacional, quitando peso a los acuerdos comerciales, dejando de lado a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y aceptando los aranceles. Por eso los especialistas instan a que Europa conozca las ideas de este hombre porque puede verse seriamente amenazada por sus propuestas. Ya que su visión se opone a la Europa del multilateralismo y a todo lo que limita la soberanía estadounidense. Y en último término, Renaud Lassus, director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo, aconseja que los europeos busquen aliados en EE.UU. para proteger los acuerdos trasatlánticos y contener las medidas proteccionistas y nacionalistas preconizadas por Lighthizer. Solo si Trump no obtiene la mayoría en ambas cámaras, tendrá un Congreso que limitará su capacidad. En esa coyuntura Europa tendría una oportunidad. Pero Lighthizer no pretende moderar sus exigencias a la Unión Europea a cambio de su apoyo. «Cree que somos demasiado ambiguos geopolíticamente y demasiado débiles políticamente debido a la dependencia de algunos de nuestros miembros del mercado chino. Para él, Estados Unidos no tiene nada que esperar de Europa en estas cuestiones», indica Lassus. Y si bien Biden dejó sin efecto las sanciones comerciales que Lighthizer quería aplicar contra las empresas europeas en áreas como el acero o el sector aeroespacial, eso no supone que haya que confiarse, porque Biden continuó con las políticas de Lighthizer , según Saz, por dos razones: «Una pragmática y una, digamos, de fondo. La pragmática es que si no lo hace puede perder las elecciones. La otra razón es que hay un cambio de paradigma profundo en EE.UU. que ya está llegando a Europa». Saz recomienda que Europa empiece a trabajar mucho más con los republicanos de lo que lo hace ahora. «Para entender mejor ese partido y para que nos entiendan un poco mejor a nosotros. Porque el mundo del multilateralismo, en el que nosotros como europeos fuimos muy hábiles, se está agotando. Por eso, Europa tiene que prepararse para un choque comercial». Lighthizer cree firmemente que EE.UU. ha permitido que sus socios se aprovechen de él: «Dejó que el resto del mundo hiciera nuestra política comercial» , afirma. Y señala que los ‘tres pecados capitales’ que han debilitado a su nación fue la creación de la Organización Mundial del Comercio en 1995, que admitiera a China en 2001 y el acuerdo comercial con México y Canadá en 1994, que Trump, a instancias de Lighthizer, renegociaría consiguiendo una enorme victoria para los fabricantes estadounidenses, especialmente del automóvil. Tres errores que Lighthizer consiguió ‘enderezar’ dinamitando lo que se venía haciendo. Saz explica que de Lighhizer destacan dos movimientos muy inteligentes que dejó a la OMC fuera de juego . Usó una lógica sofisticada, uniendo a los aranceles del aluminio y el acero al concepto de seguridad. Dijo que Estados Unidos necesita acero y aluminio para su industria militar. Un movimiento que puso contra las cuerdas a la OMC, porque tiene una cláusula que determina que cualquier país podrá tomar una decisión unilatera l, contraria a las reglas de la OMC para salvaguardar su seguridad nacional. «Una especie de regla de caballeros, que se utilizaba relativamente bien, sin abusar de ella, hasta ese momento. La OMC si no hacía nada abría la puerta a que todo el mundo abusara de esa cláusula y si se posicionaba podía ser una afrenta a la soberanía de los países miembros», describe Saz. Y el otro movimiento, detalla Saz, fue llevar hasta sus últimas consecuencias una política que había empezado Barack Obama. La OMC tiene un comité de apelaciones que determina si un país, cuando es acusado por otro, está faltando al espíritu del libre comercio y está imponiendo aranceles discriminatorios a terceros países. Casi todos los países solían llevar su situación al comité de apelaciones, pero Obama bloqueó la renovación de estos jueces. Y Trump hizo que ya no hubiera un comité de apelaciones. «Lighthizer mató la herramienta más potente y valiosa de la OMC y trastocó el comercio internacional con estas dos maniobras », indica. Y en el proceso, como explica a ABC Danny Bahar, experto en Economía Global de la institución Brookings, usó a China como chivo expiatorio. Fue Lighthizer el responsable del viraje hacia China y, según ‘Le Grand Continent’ ahora prepara un plan para separar las dos economías en los sectores más importantes. Para él, el gigante asiático es « la mayor amenaza que la nación estadounidense ha enfrentado desde la Revolución Americana». Señala que es un adversario mucho más capaz que la antigua Unión Soviética, la Alemania nazi o el Japón imperial. Lighthizer recuerda que EE.UU. había llevado la delantera en semiconductores o paneles fotovoltaicos, que ahora importa de manera masiva. Mientras, el PIB de China se ha multiplicado por 15 y ya no se sustenta en bienes baratos, sino que está cimentando sus propias industrias de coches eléctricos o baterías. En su libro ‘No trade is free’ señala que el comercio libre nunca funcionó. «Todas las grandes economías se construyeron gracias a un muro de protección y, a menudo, con dinero del gobierno». Así China se vio favorecida por unas políticas con grandes subsidios gubernamentales. En ese sentido, ‘The Washington Post’ publicó que Trump estaba considerando un arancel fijo del 60% sobre las importaciones de productos chinos. Preguntado por ello en una entrevista en Fox News, contestó: «No, tal vez será más que eso». Y ‘The New York Times’ recogía en exclusiva que Trump prohibiría a los estadounidenses invertir en China e introduciría un veto total a las importaciones de artículos electrónicos, acero y productos farmacéuticos. Y eso, afirma la publicación, traería consecuencias trascendentales para el empleo, los precios y el sistema de comercio mundial. Es más, ‘The Wall Street Journal’ admite que el pensamiento dominante se ha movido en la dirección de Lighthizer. Incluso los economistas reconocen que la reducción de la base manufacturera estadounidense con la deslocalización ha tenido costos colaterales como la dependencia de terceros países para productos vitales para su seguridad económica y militar. Y si Estados Unidos impone aranceles a todos, incluido Europa, para algunos podría tener consecuencias al ver que el compromiso de Estados Unidos con su seguridad ha disminuido algunos países podrían terminar acercándose a China. Pero Lighthizer duda que otros tomen represalias y califica las alianzas de seguridad como «muy buenas para Estados Unidos y para el mundo. Y sostiene incluso que podría organizarse «un grupo de países con ideas afines que formarían un mejor sistema comercial» que el actual. Lighthizer afirma que los amigos no se hacen comerciando con los países: «La gente elige a sus amigos basándose en quién creen que puede ayudar a protegerlos y quién va a ganar ». Y sentencia que «lo que hace verdaderos aliados es tener la mejor economía, el mejor ejército y la mejor tecnología del mundo». Y eso pasa por la capacidad económica. Lighthizer firma que EE.UU. debe tener la capacidad de fabricar su propio equipo militar y de alta tecnología. El que no pueda hacerlo será vulnerable a interrupciones en el suministro en tiempos de conflicto. Otra cuestión es la cuestión climática. Europa estaría en desacuerdo con Trump en los objetivos y la necesidad de reducir las emisiones. En cambio Lighthizer, en este punto, está a favor de un impuesto fronterizo al carbono que impondría aranceles a los productos con altas emisiones, pero solo porque hacer lo contrario beneficiaría a los países que usan más carbono que EE.UU., es decir, China. Al tiempo que afirma: «Ya no es posible deslocalizar y olvidarnos de las comunidades. La política comercial debe tener el objetivo de ayudar a los trabajadores». Una posición que se aleja de la doctrina republicana. De ahí que a Lighthizer también lo califiquen de un animal político híbrido cercano al partido demócrata en algunos asuntos. Saz explica a ABC que el ala industrial-sindical demócrata tiene muchas posiciones similares a Lighthizer. Porque se han visto damnificados por la competencia de costes bajos manufactureros de China. «Por eso en parte políticamente Harris no puede hacer nada para modificar el legado de Lighthizer . Porque sabe y se ha demostrado que ha habido comunidades dilapidadas en parte por los flujos comerciales y por cómo las empresas han ido trasladando y reorganizando sus actividades productivas». Para Saz lo que practicó Lighthizer durante el mandato de Trump es un egoísmo ilustrado . «Creas instituciones o reglas que a ti también te limitan de alguna manera, pero las creas tú y te abren muchos mercado con numerosos aliados», apunta Saz. No obstante, también tendrá que lidiar con los representantes de seguridad de su propio partido . En última instancia está por ver cuánto margen de maniobra le dejan al gabinete de Trump para poder de verdad apretar las tuercas al resto del mundo. Pero en cualquier caso, Saz establece que de salir Trump «lo que va a hacer es chantajear y mucho. Porque ese es su realismo, su transaccionalidad. Puede ser decirle a Europa, te quedas conmigo a cambio de más seguridad. Y ese realismo radical de Trump y de Lighthizer puede generar mucha inestabilidad en esta era global».