Publicado: noviembre 15, 2025, 9:30 am
La lucha de EE UU contra el narcotráfico viene de lejos, y su guerra no solo se extiende a Latinoamérica, sino también a Asia. El diario The Washington Post ha revelado esta semana en exclusiva que durante los veinte años que duró el conflicto de Afganistán (2001-2021) no solo se lanzaron bombas contra ese país, sino también «miles de millones» de diminutas semillas de amapola, que formaban parte de un plan secreto para manipular clandestinamente la cosecha de amapola de Afganistán, de la que se extrae el opio.
Según este medio estadounidense, la CIA llevó a cabo este proyecto «altamente clasificado» de forma intermitente durante más de una década. El plan consistía en cubrir los campos de los agricultores afganos con semillas modificadas que germinaban plantas que prácticamente no contenían los químicos empleados para refinar la heroína.
Este programa secreto estaba dirigido por el Centro de Delitos y Narcóticos de la CIA, que comenzó a lanzar desde el aire las semillas de amapola modificadas en otoño de 2004, época en que los agricultores afganos estaban sembrando sus cultivos, y continuó haciéndolo, con alguna interrupción, hasta 2015. Todavía muchas partes de este plan continúan siendo clasificadas, como el presupuesto destinado para ello, el número de vuelos realizados o la eficacia real que tuvo sobre el terreno.
Para ello emplearon aviones británicos C-130, que realizaron vuelos nocturnos para no ser detectados sobre los extensos campos de amapola de Afganistán, cuya heroína contribuía a financiar las armas de los talibán, además de representar la mayor parte del suministro mundial de esta droga, que se destinaba en su mayoría a Europa o a la antigua Unión Soviética.
Las semillas empleadas para sabotear los cultivos de opio afganos no se modificaron genéticamente, sino que fueron fruto de la selección a lo largo del tiempo, hasta dar con una planta que contenía menos alcaloides químicos utilizados para producir heroína. El objetivo de este plan de la CIA era que las plantas que brotaran de estas semillas se polinizaran con las autóctonas y terminasen por convertirse en la variedad dominante.
Según The Washington Post, que cita a fuentes cercanas al programa, esta campaña antidroga en Afganistán «fue un fracaso rotundo» por las disputas que había entre agencias en Washington, la fricción de Estados Unidos con sus aliados, el apoyo intermitente de Hamid Karzai —entonces presidente de Afganistán— y su gobierno, y el arraigo del cultivo de la amapola en las zonas rurales de Afganistán, enumera el medio.
Asimismo, el Pentágono «se resistió repetidamente» a este plan de la CIA al considerar que «desviaba la atención de su misión de eliminar a los terroristas islamistas y combatir a los talibanes».
«Existía la sensación de que funcionaba. Pero tal vez con el tiempo, su eficacia disminuyó. Que el esfuerzo no valía la pena», indica al medio estadounidense un exfuncionario de la agencia de inteligencia que calificaba el programa como una forma de pensar «creativa e innovadora», ya que «abordaba un problema de forma no cinética y no militar».
Sin embargo, un informe de 2018 del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) de Estados Unidos, que desconocía esta operación encubierta de la CIA, llegó a la conclusión de que «ningún programa antidrogas emprendido por Estados Unidos, sus socios de la coalición o el gobierno afgano logró reducciones duraderas en el cultivo de amapola ni en la producción de opio».
