Publicado: mayo 13, 2025, 10:34 am
Nos movemos en tiempos convulsos en la economía: hablamos de aranceles, competitividad, nacionalismo, desigualdad… Resulta claro que la regulación es necesaria (las experiencias de desregulación traen malos recuerdos), y sin regulación nos llenaríamos de monopolios u oligopolios, abusos sobre los consumidores o los trabajadores, injusticias sociales, etc. Pero la excesiva regulación también tiene sus problemas : los mercados regulados en demasía son menos eficientes y la burocracia que se crea es enormemente costosa para el regulador y para las empresas, afectando a la competitividad. Todos pensamos que es necesario regular el ejercicio de la medicina, y que debe haber un control del que actúa como médico (por lo menos que esté titulado), pero un exceso de regulación y de burocracia podría acabar con el ejercicio privado de la medicina, al hacerla poco competitiva. Es tarea del Estado conseguir el equilibrio. En los últimos tiempos se está hablando mucho de competitividad en la Unión Europea (UE), ¿nos hemos pasado en la regulación?, ¿debemos disminuirla para ser más competitivos? Tal vez sí. Me gustaría tratar estos temas desde la perspectiva del reporting de sostenibilidad. Ante la aspiración, bastante generalizada, a una economía más sostenible r esulta fundamental una información pública de calidad sobre lo sostenibles que son nuestras empresas: esto guiará a los inversores, a los clientes o a los empleados que desean colaborar con empresas sostenibles. En efecto, una política de transparencia en materia de sostenibilidad por parte de las empresas hará que muchos inversores busquen las que son más sostenibles para formar parte de sus carteras, esas serán las preferidas por los bancos para sus préstamos o clientes y empleados se identificarán más fácilmente con ellas. Pero una información amplia y de calidad tiene su coste, lo que está llevando a la UE a planear simplificarla . También los hay que van más lejos y plantean que el deber fiduciario obliga a los gestores a buscar solo las inversiones más rentables, sin fijarse en otros criterios como, por ejemplo, los sociales o ambientales; pero creo que aquí hay poco recorrido cuando una amplia literatura defiende que las inversiones sostenibles son tan o más rentables que las convencionales. Hay muchos que atacan a la sostenibilidad diciendo que lastra la competitividad, incurriendo las empresas en distintos costes evitables. Aun siguiendo este razonamiento, habría que poner en la balanza las mejoras en reputación, en innovación o en fidelización de sus grupos de interés. Soy de los que opinan que el resultado, a largo plazo, es positivo para las empresas sostenibles. En todo esto se ha producido una politización, parece que las derechas estarían en contra de las políticas ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) en las empresas y las izquierdas de acuerdo. No creo que sea así. Lo que puede haber es una mayor sensibilidad por algunos temas de unos y otros, o diferencias en lo que se considera el ritmo adecuado de implantación. En la UE hoy se discute con interés sobre todo esto: parece que se va a ralentizar el ritmo de implantación de determinadas normativas y que se va a reflexionar sobre otras. También s e discute sobre las políticas de exclusión (tipos de empresas que no pueden formar parte de las carteras sostenibles). Es difícil mantener consensos sobre estos temas. Por ejemplo, ¿tiene sentido en Europa mantener la exclusión sobre empresas de armamento, a la vez que planteamos un rearme? Aunque el sistema no esté exento de críticas, la información financiera que nos proporciona la contabilidad alcanza bastante consenso. N o estamos tan de acuerdo sobre el alcance o el formato del reporting de sostenibilidad. El balance y la cuenta de resultados que derivan del proceso contable nos permiten conocer, dedicando poco tiempo y esfuerzo, la situación financiera y económica de la empresa; no tenemos todavía nada similar en la información no financiera. Los informes de sostenibilidad son largos y precisan dedicación y conocimiento por parte del lector interesado en su análisis: queda un amplio margen de mejora para conseguir que la información no financiera llegue de forma más sencilla a los usuarios. Es cierto que hay abundantes investigadores trabajando en este tema, pero todavía nos falta hasta llegar al resultado apetecido. Llegados a este punto me gusta recordar que llevamos, por lo menos desde el siglo XV, con el sistema contable de partida doble, y los siglos XX y XXI han sido prolíficos en su regulación: necesitará su tiempo también la información sobre sostenibilidad. Con todo, hay bastantes que pensamos que en este momento cierta simplificación y reflexión sobre la normativa es buena, en general, en la UE.