Publicado: julio 13, 2025, 12:00 pm

Ramón Centeno añora el aire de San Juan de los Morros, sus sonidos, a su gente. La melancolía lo embarga. Tiene más de tres años preso en Caracas, pero los recuerdos de su tierra están intactos y los registra con su pluma.
Por Sntp
Tal como si lanzara una botella al mar con un mensaje en su interior, el 18 de agosto de 2024 escribió en su Instagram: “Si alguien me escucha allá afuera por favor …tráiganme hasta aquí la bendición de mi abuelo… ¡Vayan hasta Guárico! Y graben los ladridos de mi perra desnutrida de amor. Entren sin pena a mi cuarto y escriban los nombres de los libros que aún quedan huérfanos sobre mi cama. Tomen nota de cuántas hojas del árbol más frondoso han caído al suelo desde que me encerraron …”.

Centeno era reportero de la fuente de sucesos del diario Últimas Noticias. A principios de 2022, junto a Gabriel Zambrano Guerra, entrevistó a un diputado acusado de pertenecer a una red de narcotráfico en el marco de una operación que el Gobierno llamó “Mano de hierro”.
Días después, el 2 de febrero, por una supuesta pista anónima que los vinculó a ese caso, funcionarios del Estado arrestaron a ambos periodistas. Les imputaron los delitos de asociación para delinquir, tráfico de influencias y usurpación de funciones. La entrevista que hicieron nunca se publicó.
A Ramón le ha gustado leer desde niño, desde que su mamá, la educadora Omaira Navas, lo llevaba con ella a la biblioteca pública Rosalía Campins de Herrera en San Juan de Los Morros. Se rodeaba de cuentos, de literatura infantil. Con la adolescencia llegaron Gabriel García Márquez, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, y otros tantos autores.
Omaira dice que su hijo tiene el don de la palabra y que siempre le ha gustado ayudar a otros, por eso lo apoyó cuando quiso estudiar periodismo. Por eso, no le extrañó cuando se involucró en la política regional y comenzó a militar en el Partido Socialista Unido de Venezuela. Lo describe, también, como un joven familiar, sencillo y amoroso.
Cuando lo llevaron preso, Ramón se recuperaba de una operación de cadera y fémur tras sufrir un accidente automovilístico, por lo que usaba muletas. En cautiverio ha tenido dos caídas, y su salud física y mental sigue empeorando.
En mayo de 2023 lo trasladaron al Hospital Domingo Luciani donde permaneció un año y cuatro meses, hasta que lo volvieron a recluir en el Comando Antidrogas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en septiembre de 2024. Actualmente no puede caminar. Aún así, las autoridades han negado distintas peticiones de medidas humanitarias.
Para julio de 2025 han pasado un año y seis meses desde que comenzó el juicio, pero no hay mayores avances.
Por ahora, los días de Ramón transcurren en una habitación con una litera cubierta con sábanas, que se ha convertido en una especie de fuerte. Una gata le hace compañía a ratos. Tiene una pequeña biblioteca, que incluye la Biblia. Y un bombillo que le auxilia cuando quiere leer. Cuando su mamá lo visita, le pide libros, le entrega cartas y trata de transmitirle calma: “Mami, todo pasa, tranquila”.