En la victoria de Donald Trump , Jill Stein podía tener parte de responsabilidad . O eso, al menos, dicen los demócratas, quienes han lidiado una batalla por el voto con esta médico de 74 años paralela a la carrera disputada con Trump por quedarse en la Casa Blanca. Con voces de su entorno y de fuera que le animaban a quedarse en casa, la candidata del partido verde ha seguido adelante hasta el final, no con la intención de ganar, algo absolutamente imposible , sino con el objetivo de lograr un 5% de los votos que le permitiera desbloquear la finaciación para su partido y romper «el control bipartidista de la política estadounidense». También sin éxtio. En el camino ha recibido el apoyo de una gran cantidad de votantes, pero también los ataques del Partido Demócrata, a quienes ha llegado a acusar de lanzar «propaganda». El motivo, unas políticas a priori coincidentes con el discurso demócrata que podía fragmentar el voto y hacer decantar la balanza a favor de Trump, que finalmente ha ganado las elecciones con una clara ventaja, rompiendo la tendencia de las encuestas, que pronosticaban un resultado mucho más reñido. Médico y activista, Still, de 74 años, no era una candidata nueva. Se presentó a las elecciones presidenciales de 2012 y 2016 y optó sin éxito para gobernadora de Massachusetts, estado en el que reside, en las elecciones gubernamentales de dicho estado en 2002 y en 2010. Nacida en un hogar judío reformista a la sombra del Holocausto, su plataforma se basa en tres pilares: antigenocida, a favor de los trabajadores y por la emergencia climática. Son esos los que, a juicio de los demócratas, podían boicotear la campaña de Kamala. Y es que su crítica abierta al apoyo de Estados Unidos a Israel ha tocado la fibra sensible de las grandes comunidades musulmana y árabe-estadounidense de algunos estados como Michigan, logrando el apoyo de votantes que en ocasiones anteriores optaron por el voto demócrata. Dearborn, un suburbio de Detroit conocido por ser el lugar de nacimiento de Henry Ford y sede de Ford Motor Company, tiene una población de alrededor de 110.000 habitantes, y el 55 por ciento de los residentes afirma tener herencia de Medio Oriente o África del Norte. La ciudad respaldó abrumadoramente al presidente Joe Biden en 2020, lo que le ayudó por poco a convertir a Michigan en azul. El voto de la población a los verdes bien podría servir para pintarlo de rojo en esta ocasión Esto le ha llevado a una dura batalla para optar por entrar en las urnas de las que Stein culpa a los demócratas y a «su ejército de abogados» por desplegar tácticas clandestinas. No obstante, a su juico, ataques de pesos pesados demócratas como Alexandria Ocasio-Cortez, quien la calificó de «poco seria» y «depredadora» , y la hostilidad de plataformas de tendencia demócrata como el programa de radio ‘The Breakfast Club’, sólo han energizado a la base verde. «No estoy acostumbrada a que la gente se acerque a mí en la calle: extraños llorando, abrazándome y agradeciéndome por intentar salvar a su familia», señalaba en las últimas horas, celebrando su diversa coalición de apoyo, que incluye musulmanes, judíos y LGBTQ. Entre otras medidas, la plataforma de Stein exige el fin inmediato del apoyo estadounidense a las acciones militares de Israel en Gaza y el Líbano, el levantamiento del bloqueo de ayuda y la liberación de todos los rehenes y prisioneros políticos. Lejos de buscar una presidencia del Gobierno, el objetivo del Partido Verde era reunir el 5% del voto nacional, un umbral que desbloquea alrededor de 12 millones de dólares en fondos federales para ampliar las operaciones. Las encuestas sugerían que era una posibilidad bastante remota, con cifras que rondaban el 1%, y se han confirmado. A falta de finalizar el escrutinio, la suma de todas las candidatura alternativas apenas llega al 2%.