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¿Qué tanto sirve el T-MEC en este nuevo desorden mundial?

Publicado: mayo 14, 2025, 4:00 am

¿Qué tanto sirve el T-MEC en este nuevo desorden mundial? El acuerdo comercial que firmó Trump con Gran Bretaña pintó algunas sombras en la zona T-MEC: los autos hechos en Reino Unido la tendrán más fácil para ingresar al mercado estadounidense que los autos hechos en México y Canadá, advierten los voceros de Ford, GM y Stellantis desde Estados Unidos.

Los vehículos fabricados en Gran Bretaña pagarán un arancel del 10% en un régimen relativamente simple y están exentos de las tarifas al acero. Para los autos hechos en América del Norte habrá un arancel del 25% por su contenido de acero y aluminio y enfrentarán una normativa compleja para entrar a Estados Unidos. Entre otras cosas, deberán demostrar que su contenido hecho fuera de la región de América del Norte es máximo del 25 por ciento.

Si sólo fuera el acuerdo de Estados Unidos con Gran Bretaña… el 6 de mayo, Trump dijo que el T-MEC podría cancelarse y no pasaría nada. Eso ocurrió frente a Mark Carney, primer ministro de Canadá, en esa reunión donde los titulares fueron: «Canadá no está a la venta, ni ahora ni nunca». Cinco días después de ese encuentro US-Canadá, se dio un acercamiento con China que produjo una baja en los aranceles y ha desatado todo tipo de especulaciones. ¿Habrá un nuevo capítulo, más pragmático, en esta novela de desacoplamiento entre el Tío Sam y el Dragón?

El sorpresivo acuerdo entre Estados Unidos y China fue celebrado por los mercados accionarios, que subieron con fuerza. Muchos inversionistas interpretan el acuerdo como un reconocimiento de parte de Trump de que deberá conservar o restaurar una parte de la relación económica con China. Debe hacerlo para mantener en funcionamiento el sector tecnológico y la proveeduría de industrias clave. Hacerlo también tiene que ver con mantener abierto el mercado chino para empresas estadounidenses.

Si sólo fueran los acuerdos con Gran Bretaña y China… esta semana, Donald Trump está de gira en Oriente Medio y, en plan napoleónico, está anunciando grandes acuerdos: Arabia Saudita se compromete a comprar aviones, armamento y tecnología por valor de varias decenas de miles de millones de dólares. Los saudíes también comprometen inversiones por un monto de 600,000 millones de dólares en Estados Unidos. En el itinerario está una parada en Siria, donde habrá venta de armas y acuerdos por petróleo. Todo por valor de miles de millones.

La atención mediática ha dedicado un momento al avión que la familia real de Qatar ofrece a Trump. Es un palacio volador, con valor de 400 millones de dólares. No sé si mejor que la alfombra mágica de Aladino, pero ciertamente en conflicto con lo que las leyes de Estados Unidos dicen sobre prohibir la recepción de regalos de parte de gobiernos extranjeros.

¿Cómo afecta todo esto a México? Un par de cosas parecen claras: la competencia es feroz y el escenario cambia a gran velocidad. Estamos en un momento donde es difícil distinguir entre el ruido y el mensaje; entre la espuma y la sustancia; entre la noticia que durará una semana y los hechos que cambiarán la historia.

El hecho es que Donald Trump y su equipo no se han olvidado de México, pero eso no es necesariamente bueno. El episodio del Gusano Barrenador es un buen ejemplo de ello. Algo falló en la cooperación binacional y eso impedirá que México exporte ganado en pie, por lo pronto son 15 días y una nueva ola de incertidumbre que cuesta alrededor de 5 millones de dólares diarios.

Decimos incertidumbre, pero más bien estamos ante la certidumbre de que algo malo está pasando. Nos dice mucho la cara de Julio Berdegué, el secretario de Agricultura, pero no puede hablar. Son tiempos de tragar sapos, para combatir gusanos o pagar deudas de agua.

En puerta está la aplicación de un impuesto del 5% a las remesas, que será una gota en el océano del presupuesto de Estados Unidos, pero caerá como balde de agua fría en los migrantes y las familias que reciben remesas con regularidad.

Cada semana hay una “sorpresita”. Lo más importante es que nuestro vecino y principal socio comercial nos ha impuesto aranceles para obligarnos a cumplir con sus exigencias en materia migratoria y de combate al tráfico de fentanilo y persecución de cárteles.

La imposición de aranceles se justifica como un caso de emergencia, previsto en la legislación de Estados Unidos, pero que va en contra del espíritu del acuerdo comercial de América del Norte. No se han utilizado los mecanismos del T-MEC para avisar a México y Canadá, ni mucho menos para escuchar nuestros argumentos.

Se adelantará la revisión del T-MEC, dice el secretario de Economía, Marcelo Ebrard. En vez de hacerse en junio de 2026, se hará en el segundo semestre de 2025. La modificación del calendario parece lógica de cara a la nueva realidad. ¿Qué pasará? México y Canadá quieren que siga. Aquí y allá hay buenas ideas para fortalecer un pacto que ofrece competitividad y futuro a América del Norte.

La gran duda es: ¿Qué quiere Donald Trump? Hay, cuando menos, tres sopas: revisión ligera, cirugía mayor o cancelación.

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