Publicado: octubre 18, 2025, 9:30 am
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A finales de 2018, un vídeo comenzó a arder como la pólvora en los timelines de media España con la fuerza de un huracán de Tinder. En él, un hombre moreno, de cabello largo y gesto solemne, se presentaba mirando a cámara y decía, con la convicción del mejor anuncio de champú: «Mira la magia de mi melena».
Su nombre era Roberto (o Róber) Martín Rodríguez, vecino de Torre del Mar (Vélez, Málaga), y su objetivo era claro: promocionarse (así lo decía él) entre mujeres de 30 a 54 años para encontrar pareja. Decía buscar una mujer «seria y sincera». Lo que seguro que Róber no se imaginaba era que su vídeo casero terminaría convertido en uno de los virales más comentados de aquel año.
En el vídeo completo (que duraba más de cinco minutos), difundido originalmente a través de YouTube y Facebook, aparecía enumerando, a sus 42 años, sus muchas virtudes con una naturalidad casi hipnótica: «Practico la inteligencia, la cultura, la filosofía», «Apenas tengo contacto con las drogas», «Soy de mi etnia, aunque en verano me bronceo» y, cómo no, la frase estrella que hacía referencia a su larga cabellera y que terminó siendo parte de la cultura pop. Las redes bautizaron a Rober como el Galán de Torre del Mar.
Durante las semanas siguientes, el vídeo fue compartido por medios de España y Latinoamérica y generó todo tipo de reacciones, desde la parodia musical hasta los montajes «flamencos» con su melena mágica como protagonista. También hubo críticas, aunque menos. Algunos medios incluso consiguieron encontrar sus intentos anteriores, menos conocidos, de encontrar pareja por internet. Su efímera fama fue tal que incluso los vecinos de Torre del Mar lo paraban por la calle para saludarlo, al reconocerlo.
A rebufo de este éxito inesperado, Róber abrió un canal de YouTube donde subió nuevas versiones del vídeo y otro intento de contacto titulado Busco hacer amigas. Esa fue su última aparición pública conocida, allá por 2019.
Y ahí, precisamente, se detiene la historia. No se encuentra constancia de que Róber haya concedido entrevistas posteriores ni de que llegara a explotar su fama viral. Tampoco sabemos si, finalmente, encontró pareja. Las búsquedas más recientes apenas devuelven ecos de aquel fenómeno que, durante unos días, rivalizó en popularidad (a ratos la superó) con los bailes de Rosalía.
Su pista se pierde en la costa malagueña, quizá entre el viento y la brisa marina que, para deleite de un país enero, hicieron ondear y su melena.
