Publicado: junio 2, 2025, 1:30 am
Nacida a principios de 1975, Natalie Jane Imbruglia Anderson acababa de rebasar la veintena cuando devino en una de las cantautoras más conocidas del mundo.
A finales de la década de los ’90, Natalie Imbruglia se convirtió en un fenómeno global gracias a su icónica canción Torn que, aunque era una versión de la original, perteneciente a la banda Ednaswap, se asoció de forma definitiva a la voz de la cantante después de su gran éxito.
La canción formaba parte de su álbum debut, Left of the Middle, lanzado al mercado en 1997; vendió más de siete millones de copias en todo el mundo y consolidó a la cantante como una de las artistas pop más importantes del momento.
De nacionalidad británicoaustraliana, Imbruglia era ya una cara conocida en Australia gracias a su papel como Beth Brennan en la telenovela Neighbours, en la que también participaron otras estrellas como Kylie Minogue o Guy Pearce. La mezcla de todo ello, belleza, talento interpretativo y éxito musical, acabó por convertirla en todo un icono para principios de los 2000.
Sin embargo, en los años siguientes, y a pesar de continuar sacando discos, nunca consiguió replicar el éxito conseguido con su primer álbum, y poco a poco su carrera musical fue perdiendo empuje. Tal vez por ello volvió a intentar dar impulso a su faceta como actriz, y participó en películas como Johnny English, junto a Rowan Atkinson, y algunos proyectos independientes, aunque no tuvo mayor recorrido.
A partir de 2010 empezó a alejarse de los focos, contaba años más tarde en algunas entrevistas que por problemas de ansiedad, y empezó a implicarse en causas benéficas, especialmente focalizadas en temas de salud y derechos de la mujer.
En 2019, fue madre por primera vez a través de fecundación in vitro, proceso que compartió públicamente con total naturalidad, y desde 2021 parece que la cantante experimenta un nuevo renacer artístico. Ese año lanzó Firebird, su primer álbum en más de una década, que escribió durante el confinamiento del COVID en 2020.
A sus cincuenta años, Imbruglia es hoy una artista madura, con una gran trayectoria y que, dice, por primera vez siente que no tiene «que demostrar nada a nadie».