Publicado: diciembre 12, 2025, 6:30 am
Fabio Lanzoni, a quien muchos recordamos simplemente como Fabio, comenzó su andadura en el mundo de la moda siendo apenas un adolescente en su Milán natal. Todo cambió cuando a finales de los 70, a los diecinueve años, aterrizó en Nueva York y, sin cita previa, entró en Ford, una de las agencias de modelos más importantes del momento. Al día siguiente consiguió un contrato que lo lanzó directamente a la élite del modelaje masculino.
Durante finales de los 80 y buena parte de los 90, Fabio se convirtió en un icono del romanticismo impreso: su imagen —melena al viento, torso musculoso y pose seductora— decoró cientos, tal vez más de mil portadas de novelas románticas.
Su desparpajo para lo visual y un carisma que traspasaba la lente lo convirtieron en «el hombre de una generación». Posó para campañas comerciales de ropa y cosmética, apareció en spots publicitarios para productos de consumo masivo y protagonizó cameos en películas y series, donde muy a menudo interpretaba una versión de sí mismo.
Su ascenso meteórico no fue una casualidad: Fabio confiesa que su cuerpo y su físico, muy en consonancia con los cánones de belleza («macho musculoso») emergentes en los 90 le abrieron puertas que otros no tenían. Él mismo recuerda que, cuando llegó al mundo del modelaje, no esperaba gran cosa, pero que se lo dieron «en bandeja de plata«.
Con el paso de los años, su éxito como icono romántico se fue diversificando: trabajó de portavoz en campañas de publicidad, firmó colaboraciones comerciales, incursionó en el mundo del fitness y la estética y amplió su visibilidad mediante el cine y la televisión. A lo largo de los 90, Fabio se convirtió en una marca personal robusta, más allá de una simple imagen de portada o de revista.
Sin embargo, y como ocurre con muchos mitos de los 90, su omnipresencia empezó a desvanecerse con el nuevo milenio y la moda del modelaje masculino viró hacia otros perfiles. Así, Fabio pasó de ser «el hombre» a formar parte de un pasado icónico, aunque sin llegar a desaparecer del todo de la cultura popular.
Hoy, aunque ya no encabeza portadas o campañas, Fabio sigue siendo una figura reconocible, símbolo (nostálgico, tal vez) de una una época. Según sus propias palabras en una entrevista reciente para People, actualmente mantiene un estilo de vida saludable: sigue entrenando, cuida su forma física, evita excesos y dice que le gusta «vivir con intensidad cada día» y que él siempre valoró «aquello que le hacía feliz» por encima de su físico.
Además, aunque dice estar alejado de las portadas de novelas románticas, no descarta dar una nueva vuelta mediática si surge un proyecto que le atraiga. Mientras tanto, disfruta de su legado: aceptación, reconocimiento y la peculiar ventaja de que su imagen pertenece ya a una década irrepetible.
