Publicado: abril 6, 2025, 6:00 am
El GHB, conocido como «éxtasis líquido», no es éxtasis. Es una droga depresora del sistema nervioso central, buscada por los consumidores por sus efectos desinhibidores, pero cuya ingesta en dosis elevadas puede conducir a intoxicaciones y cuadros médicos graves, como ha ocurrido recientemente en Madrid.
GHB es el acrónimo de Ácido Gammahidroxibutírico, también mal llamado «éxtasis líquido». Se trata de un anestésico en forma de líquido incoloro, de gusto amargo y desagradable, que se toma por vía oral, normalmente disuelto en zumo para evitar el sabor.
En dosis bajas, sus efectos son parecidos a los de una borrachera de alcohol. Si la persona que lo ha ingerido se pasa de la cantidad, puede sufrir mareos, descoordinación o algo peor.
Un joven intubado en Madrid tras consumir GHB
El sábado pasado, dos jóvenes de 25 y 28 años fueron evacuados en estado grave al hospital en Madrid, uno de ellos intubado, por una intoxicación por el consumo de GHB en una casa de la ciudad de Madrid.
No han trascendido los motivos, si se trata de una mezcla de otras sustancias (desaconsejada de base) o de una sobredosis por imprudencia. Pero sí se desliza una falta de información en torno a la sustancia.
En España, el consumo de GHB es residual. De los 26.878 encuestados en el último informe EDADES del Ministerio de Sanidad, que radiografía el consumo de alcohol y otras drogas, sólo un 0,8% reconoció haber probado el GHB alguna vez en la vida, mientras que el porcentaje bajó al 0,1 en los últimos 12 meses y al 0,0% en el caso de los últimos 30 días. Los valores se mantienen estables a lo largo de los últimos años, siempre con cifras inferiores al 1%.
GHB y GBL: misma sustancia, aunque con matices
Se da la circunstancia de que el GHB, en muchas ocasiones, se vende como tal cuando no lo es. Lo explica Berta de la Vega, coordinadora de Energy Control en Madrid, quien señala que, en el laboratorio de este organismo sin ánimo de lucro -en el que analizan estupefacientes de forma gratuita para ofrecer mayor seguridad a los consumidores-, muchas veces se encuentran con GBL, el precursor químico del GHB.
En esencia, son la misma sustancia, de corte psicoactivo. Pero hay matices. «El GBL es el precursor, porque cuando lo ingieres se metaboliza como GHB. La diferencia radica en la dosificación necesaria para alcanzar esos efectos psicoactivos: con el GBL se necesita una cantidad sensiblemente menor para sentir los efectos buscados, como pueden ser el descenso de la ansiedad, la inhibición o la euforia», explica.
Mientras que para sentir los efectos suaves del GHB, que incluyen la euforia, desinhibición, excitación y mayor apetito sexual o sociabilidad, basta con una dosis cercana a un mililitro, con el GBL puede ser suficiente con la mitad, aunque esta variable depende de cada persona.
El problema es que casi nadie es capaz de diferenciar estas sustancias, porque a la vista son iguales. Ambas son incoloras y sólo se diferencian en el gusto: el GHB es salado y el GBL más químico. Es por ello que consumir GBL como si fuera GHB puede reducir «el margen de seguridad», según la experta, y dar paso a episodios desagradables como espasmos, somnolencia, pérdida de conocimiento e incluso un coma reversible.
Otros efectos tóxicos, según de la Vega, son los vómitos, visión borrosa, descoordinación motora, somnolencia, diarreas o amnesias puntuales. No se debe mezclar con alcohol y otros depresores del sistema central porque los efectos son parecidos, lo que podría provocar una «sobredosificación», esgrime la coordinadora de Energy Control en Madrid.
«La primera vez que tomé GHB me quedé dormida»
El reloj marca las 6.00 horas del sábado en una finca de Castellón. Lisa (nombre ficticio), de 24 años, toma un trago de zumo de piña, pero no lo ingiere. Dirige una jeringuilla de plástico a un bote con un líquido transparente, lo disuelve en la «piscina» que ha formado en su boca y traga. Acaba de tomar GBL. Su cuerpo, al metabolizar la sustancia como GHB, hará el resto.
Aunque alaba algunos de los efectos que le produce, como una mayor sensación de euforia o capacidad de socialización, reconoce que su primera vez no fue «la mejor experiencia», puesto que también había tomado otras sustancias. Todo ello le produjo una gran sensación de somnolencia que la mandó a dormir durante gran parte de la noche.
Desde entonces, mide las dosis del «chorri», como también se conoce a esta droga en entornos festivos, y evita mezclarlo con otras sustancias. «No recomiendo para nada mezclarlo con otros depresores, como el alcohol, los porros o la ketamina. Estas mezclas no se recomiendan ‘per se’, pero con una droga tan delicada y peligrosa como el GHB, aún menos», indica.