Publicado: agosto 1, 2025, 10:00 am
Erik Prince, reconocido empresario del sector militar y fundador de Blackwater, vuelve a estar en el ojo del huracán. Esta vez, en América Latina, donde está promoviendo sus empresas como una solución ante la inseguridad y el crimen organizado.
Por insightcrime.org
Los contratistas militares privados (PMC, por sus siglas en inglés) han estado involucrados en la lucha contra las drogas en América Latina desde hace décadas, usualmente bajo el amparo del gobierno de Estados Unidos. Pero ahora, los gobiernos de la región están acudiendo directamente a empresas privadas extranjeras, especialmente las vinculadas con Prince, en busca de apoyo frente a crisis de seguridad urgentes.
La trayectoria de Erik Prince ha estado marcada por la polémica. En 2007, contratistas de Blackwater —la mayor empresa de seguridad privada de Estados Unidos— asesinaron a 17 civiles en la plaza Nisour de Bagdad durante la guerra de Irak. En 2021, las Naciones Unidas lo investigaron por presuntamente violar el embargo de armas en Libia al suministrar armamento a un comandante de milicias, acusaciones que él niega.
Pese a estas controversias, Prince sigue siendo una figura respetada en círculos políticos. Mantiene vínculos estrechos con el presidente de Estados Unidos Donald Trump y fungió como asesor informal de política exterior durante su primer mandato. Sin embargo, al final de esa administración, fue marginado por funcionarios que se oponían a sus propuestas de expansión de grupos mercenarios a nivel global, según reportó CNN.
Ahora, parece estar recuperando influencia en el círculo cercano de Trump y, al igual que el mandatario, ha centrado su atención en América Latina. Según diversos reportes mediáticos y oficiales, sus empresas buscan implementar operaciones en Ecuador, Haití, Perú y El Salvador, ofreciendo un amplio abanico de servicios que van desde la asesoría contra bandas criminales, empleo de drones, y hasta programas de deportación.
Estas iniciativas responden a los intereses comerciales de Prince, pero también coinciden con un enfoque más agresivo de Estados Unidos hacia la región, especialmente en temas de narcotráfico y crimen organizado.