Es bastante comprensible a la vez que notorio que la princesa Mette-Marit de Noruega está pasando por una de las etapas más difíciles de su vida. Hay varios motivos, estando quizá en primer lugar la detención e imputación de su hijo, Marius Borg Høiby, por dos casos de violación. Pero, además, también por su estado de salud.
Hace algo más de un mes, la casa real del país escandinavo se veía obligada a emitir un comunicado de urgencia para explicar las continuas bajas en sus funciones de la esposa del príncipe Haakon, heredero al trono de Noruega. Y en dicho comunicado se explicaba que se estaba sometiendo a un nuevo tratamiento.
Mette-Marit, de 51 años, padece desde 2018 fibrosis pulmonar crónica, una enfermedad degenerativa grave que provoca una continua cicatrización de los pulmones. La casa real explicaba que su agenda, por tanto, se podía ver alterada en los próximos meses por la respuesta a este recién comenzado tratamiento.
Y esos efectos secundarios, aunque avisados de antemano por la corona que ostentan los reyes Harald V y Sonia de Noruega, están sin embargo provocando habladurías y rumores y, sobre todo, preocupando a la población por su estado de salud, dado que sus continuas bajas en los eventos a los que ha de asistir han hecho que salten las alarmas.
La última ocasión ha sido este mismo martes, día 26, cuando la princesa Mette-Marit ha cancelado muy poco antes de su llegada su aparición en un acto en un cine de la capital, Oslo. A pesar de que el príncipe Haakon ya dijo en su día que su mujer estaba «bien», la monarquía noruega ha considerado indispensable volver a referir el comunicado de hace algo más de un mes.
«Ha reiniciado el tratamiento para su enfermedad pulmonar crónica. La experiencia anterior ha demostrado que los medicamentos pueden provocar efectos secundarios que pueden tener consecuencias para su agenda oficial. Por eso, nos parece natural compartir esta información en la situación en la que nos encontramos», rezaba el escrito.
Pero esta nueva recaída, además, se está asociando a problemas también psicológicos. La princesa siempre se ha mostrado abierta a hablar de su enfermedad y a tratarla con naturalidad, pero la batalla judicial de su hijo, en prisión preventiva durante la investigación, a buen seguro le está afectando el ánimo. No hay que olvidar que la justicia del país le ha prohibido tanto visitarlo como comunicarse con él.
De hecho, tras su presunta implicación en un segundo caso de violación, algunos medios escandinavos han puesto sus ojos en Mette-Marit, por la posibilidad de que fuese ella quien hiciera desaparecer una tarjeta SIM de Marius clave para hallar pruebas de los delitos de los que se le acusa.
Y, además, también se le está afeando a la princesa el haber preferido no pronunciarse al respecto del juicio de su hijo, lo que también puede haber provocado un cisma dentro de la monarquía, dado que su esposo, Haakon, sí ha sido tajante y se ha posicionado del lado de las víctimas, aunque reconoció que le hubiera gustado estar al lado de su mujer cuando se produjo el último arresto de Marius.