Publicado: octubre 25, 2025, 6:00 am
Fármacos como la semaglutida (más conocida por uno de sus nombres comerciales, Ozempic) son ya casi ubicuos. Mucho se ha hablado sobre las implicaciones de estos medicamentos que han cambiado para siempre el abordaje de la diabetes de tipo 2 y de la obesidad; del valor de unas inyecciones que pueden solucionar condiciones antes muy complejas de tratar, y de los riesgos de hacer un mal uso de ellas.
Sin embargo, ahora podríamos estar ante un nuevo paso en la evolución de esta familia de compuestos. Se trata de la previsible próxima llegada al mercado del orforglipron, desarrollado por la casa Lilly, después de los buenos resultados obtenidos en el ensayo clínico de fase 3 (último estadio en el desarrollo de un fármaco) ATTAIN-1, publicado en el medio especializado The New England Journal of Medicine.
El mecanismo de acción, las aplicaciones y los efectos son similares a los de otros medicamentos del GLP1. No obstante, introduce un cambio sutil pero importante: por primera vez no se inyecta, sino que se toma por vía oral.
Un nuevo hito en la revolución de los agonistas del GLP1
Hace ya 20 años, asistimos a un silencioso pero importante hito en la historia de la medicina: la aprobación de la exenatida, primer agonista del receptor GLP1 para el tratamiento de la diabetes de tipo 2. En aquel momento, como a menudo sucede con los nuevos fármacos, no generó mucho ruido mediático; sin embargo, preparó el camino para la llegada de otros como el célebre Ozempic.
Hoy en día, han adquirido estatus casi de fenómeno cultural y se han consolidado como una auténtica revolución en el tratamiento de la diabetes de tipo 2 y de la obesidad. Lo que hacen estos medicamentos, en esencia, es intervenir sobre los mecanismos hormonales que intervienen en el metabolismo digestivo, manipulando cuestiones como la producción de insulina o el apetito para abordar los trastornos objetivo.
Con todo, estos medicamentos también plantean algunas problemáticas importantes. Por ejemplo, se han dado casos de usos inapropiados por personas a quienes no se lo ha recetado un médico, problemas de suministro e incluso instancias de venta en el mercado negro. También se ha señalado que podría situar el tratamiento de la obesidad sólo al alcance de los más pudientes, que podría reforzar estereotipos estéticos dañinos o que podría llevar a descuidar estrategias preventivas y terapéuticas de resultado menos inmediato, pero más saludables en el largo plazo.
«Mejora el acceso y la adherencia al tratamiento»
Como explica a 20minutos Fernando Gómez Peralta, coordinador del área de conocimiento de Diabetes en la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el orforglipron «es un agonista del receptor del péptido similar al glucagón-1 oral de molécula pequeña (no péptido) que se administra una vez al día, en cualquier momento del día».
En este sentido, un agonista del GLP1 que se toma por vía oral puede mejorar la aceptación del fármaco. «Por su forma de administración y formulación», dice Gómez, «es una opción farmacológica cómoda y posiblemente accesible».
«No tiene restricciones en la ingesta de alimentos y agua. Resulta interesante para personas que rechazan las inyecciones; los datos indican que la tolerancia es similar al resto de medicamentos del GLP1 y su administración es más cómoda que la de la semaglutida oral, que requiere ayunas y tomarse 30 minutos antes de la comida», añade.
En su último ensayo clínico, llevado a cabo sobre 3127 adultos con obesidad (diagnosticada en base a un índice de masa corporal o IMC mayor o igual a 30) y sobrepeso (IMC mayor o igual a 27) que tenían al menos una comorbilidad asociada, logró a una pérdida de peso superior al 10% de la masa corporal, un resultado sólo ligeramente inferior a los del ensayo de fase 3 OASIS 1, llevado a cabo por Novo Nordisk para probar la semaglutida oral de 50mg, que mostró una reducción del 15,1% en el peso corporal.
Por otra parte, el perfil de seguridad del orforglipron es muy similar al de otros fármacos relacionados. Los efectos secundarios gastrointestinales leves, incluyendo diarrea, vómitos y estreñimiento, fueron los más comunes. Las tasas de retirada fueron dependientes de la dosis (hasta 24,4% en el grupo que recibió la dosis más elevada) pero en todo caso menores que en el grupo que recibió el placebo (29,9%).
Interesantemente, también mejoraba los marcadores de riesgo cardiovascular, incluyendo el colesterol no HDL (o lo que es lo mismo, el conjunto de todos los tipos de colesterol menos el llamado ‘colesterol bueno’), los triglicéridos y la presión sanguínea sistólica, y el marcador inflamatorio proteína C-reactiva se redujo hasta en un 47,7%.
Gómez valora que «estos resultados lo sitúan como una opción ventajosa para mejorar los deficientes resultados en salud, aumentar el acceso y la adherencia en la terapia farmacológica de la diabetes de tipo 2. La prevalencia en España de esta enfermedad es del 7,5% de la población adulta, más de cinco millones de pacientes».
«Es crítico hacer un uso responsable»
Por tanto, incide en el impacto positivo que tienen esta clase de avances. «Al mejorar los marcadores de riesgo cardiovascular asociados a la diabetes de tipo 2, puede apoyar mejoras significativas en la salud pública».
También, resalta, por su posible aplicación frente a la obesidad. «La prevalencia de la obesidad en Europa es del 30% de los adultos, y llegará al 40% en 2050», subraya. «Las implicaciones humanas y económicas son enormes».
A pesar de ello, hay razones para guardar cautela. Por ejemplo, advierte el experto, el orforglipron no cambia problemas fundamentales como el ‘efecto rebote’ que puede provocar la discontinuación del tratamiento con otros agonistas del GLP1: «Es muy probable que este fármaco también requiera la toma indefinida«, expone. «Por eso, es clave que haya un seguimiento médico especializado, para que la administración se adapte a las necesidades cambiantes de cada persona».
De la misma manera, y aunque recuerda que «el orforglipron no está comercializado todavía y no sabemos cuáles serán sus condiciones», defiende que deben tomarse medidas para minimizar otros riesgos que hemos visto en el caso de sus contrapartes inyectables: «Claramente debe ser un fármaco de prescripción y mango médicos«.
«El uso responsable», concluye el experto, «es crítico para optimizar sus resultados y minimizar los riesgos«.
A menudo se dice que la llegada de las tecnologías es irreversible, y esta máxima también se aplica en la medicina. A pesar de sus riesgos y problemáticas, no debemos olvidar que logros como el desarrollo de los fármacos del GLP1 y sus posteriores mejoras tienen mucho que ofrecer a personas que necesitan tratamiento y abordaje de condiciones que impactan en su calidad de vida. Por eso, es vital garantizar que son accesibles a todos los que las necesitan, al mismo tiempo que se asegure un uso responsable, seguro y controlado de estos fármacos.
Referencias
Sean Wharton, Louis J. Aronne, Adam Stefanski, Nasreen F. Alfaris, Andrea Ciudin, Koutaro Yokote, Bruno Halpern. Orforglipron, an Oral Small-Molecule GLP-1 Receptor Agonist for Obesity Treatment. The New England Journal of Medicine (2025). DOI: 10.1056/NEJMoa2511774
Knop, Filip K et al. Oral semaglutide 50 mg taken once per day in adults with overweight or obesity (OASIS 1): a randomised, double-blind, placebo-controlled, phase 3 trial. The Lancet (2025). DOI: 10.1016/S0140-6736(23)01185-6
