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Nostalgia del siglo XX

Publicado: mayo 23, 2025, 11:00 am

En realidad, no vivimos en el siglo XXI. Esta época debería llamarse “Siglo XX plus”. Es un mundo envejecido que trata de resolver problemas nuevos con viejas fórmulas mientras se educa a las masas en los conceptos que manejábamos en los mil novecientos: democracia, estado benefactor, derechos humanos, soberanía, ley, orden, educación, etc. Es una nostalgia de lo que terminó (y no demasiado bien) hace 25 años.

La democracia cada vez se practica menos, incluso en los países que se consideraban campeones de la democracia. En muchos lugares del mundo las sociedades prefieren dinero en la cartera, comida en la mesa y un trabajo antes que salir a pelear por la democracia y los derechos humanos. En cuanto a la ley y el orden, estos se desvanecen ante la fuerza del crimen organizado. Los gobiernos y las sociedades terminan acoplándose con él.

Estamos en una transición. Las máscaras se caen. El sueño de organizaciones que impongan reglas es cosa del pasado. Las Naciones Unidas están más preocupadas por el presupuesto que ya no les da Estados Unidos que por las guerras en Europa, Asia o África. La Organización Mundial de Comercio no puede detener la guerra de aranceles; la Organización Mundial de la Salud ha sido condenada a ser ignorada; el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son los representantes de un orden que está dejando de existir.

Volteamos al Siglo XX y añoramos los viejos buenos tiempos de la posguerra: crecimiento económico, estabilidad, buenos empleos, ascenso social, orden. Pero todo esto solo se refería a una parte del mundo. La nostalgia anhela situaciones del pasado, generalmente aquellas que fueron gratas, pero todo esto es un engaño, el engaño de la nostalgia. No se puede regresar a lo que se dejó atrás y que, además, nunca fue como lo recordamos.

Si pudiéramos meter a Proust y su búsqueda del tiempo perdido en una licuadora, echarle un poco de Carpentier y sus pasos perdidos, aderezando todo con el New Deal de Roosevelt y la Alianza para el Progreso de Kennedy, más las aspiraciones de los diferentes 68 (Francia, México, Estados Unidos), y licuarlo todo, sólo saldrían dos líneas y las dijo Kerry Livgren para Kansas: I close my eyes/ Only for a moment, and the moment’s gone/ All my dreams/ Pass before my eyes, a curiosity/ Dust in the wind.

Nada más.

Durante siglos, los colonialismos e imperialismos expoliaron a los países que hoy son el Tercer Mundo. Ahora, los herederos de los abusados tocan a la puerta de la decente Europa y los Estados Unidos llevando su carga de pobreza y reclamando su parte del desarrollo. Los sin hogar invaden el aeropuerto de Madrid llevando chinches. No se preocupen, gentes civilizadas, les traemos sus chinches de regreso.

En la pandemia, varios intelectuales opinaron sobre las repercusiones de esta en la vida política, económica y social a nivel mundial. Uno de ellos fue Slavoj Žižek, quien inicialmente llegó a suponer un quiebre del capitalismo. Poco después, en su libro Pandemia se modera y ve a la pandemia como desencadenante de una crisis mayor, pero que se venía produciendo desde antes. Señalaba que: “No hay un retorno a la normalidad, la nueva ‘normalidad’ habrá de ser construida sobre las ruinas de nuestras viejas vidas, o nos encontraremos en una nueva barbarie cuyos signos ya son claramente discernibles.”

El Žižek del 2025 habla de una revolución: “lo que Trump y los populistas están haciendo es, en la práctica, una revolución; no es una revolución socialista, pero están cambiando radicalmente el capitalismo tal y como lo conocemos. La nueva derecha populista es la que está haciendo una revolución”. Y pone el dedo en la llaga: “Trump es el que ha abolido, más o menos, el neoliberalismo. La era que Nixon abrió en 1971 se acabó. Lo que la izquierda tiene que hacer es olvidarse de esta vieja y naif idea de que Trump es un error, que debemos volver al Estado de bienestar pretrumpiano, prepopulista, no. El modo en que este funcionó nos condujo al neoliberalismo. Y Trump paró, mejor que gran parte de la izquierda, la crisis del capitalismo liberal. Aceptando esto, la izquierda deberá inventar algo nuevo o será su final.”

Podemos estar de acuerdo o no con Žižek o cualquier otro personaje, pero una cosa es cierta: ante problemas como la desigualdad, la crisis ecológica, los retrocesos en temas de género y diversidad y la amenaza de una guerra en gran escala, las recetas del Siglo XX ya no funcionan.

Paradójicamente, tal vez habrá que utilizar una receta olvidada de algunos comunistas que, en su tiempo, fueron perseguidos y comenzar a buscar soluciones incluyentes y que tengan un sentido comunitario, más allá de las ineficientes fronteras. Construir una democracia y derechos supranacionales, por ejemplo.

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