Publicado: febrero 12, 2025, 11:20 pm
Es como si el presidente Daniel Noboa sintiera que ya ha perdido la presidencia aunque falta dos meses para que se celebre la segunda vuelta de las elecciones tras el empate técnico con Luisa González, su contrincante. Como si su tren electoral hubiera descarrilado.
Desde el domingo su comportamiento es de alguien enfurruñado al que se le ha agrietado el carácter y que, mal asesorado, hace declaraciones sorprendentes o simplemente se olvida de presentarse en los actos de celebración previstos con sus simpatizantes.
Y eso que el domingo no pudo empezar mejor para él tras cerrarse los colegios electorales. La cadena Teleamazonas difundió el resultado de un sondeo a pie de urna con un margen de error de menos de un 3%.
Ganaba Noboa por mayoría absoluta en primera vuelta con más del 50% de los votos frente al 42,11% de González. Los porcentajes para los dos candidatos mejor situados era de 1,98% para la ecologista Andrea González (que ha conseguido un 2,70%) y apenas un 1,89% para el líder indígena Leónidas Iza cuando el conteo oficial le ha convertido en la fuerza política decisiva con un 5,30% y más de 533.000 votos.
Pero esta encuesta quedó en entredicho en cuanto empezaron a aparecer los datos oficiales. Las diferencias se mantenían en un puñado de votos e, incluso, parecía que la izquierdista González podía superar en la primera vuelta al derechista Noboa durante la madrugada en un escrutinio que se ha alargado y que no había terminado ayer miércoles.
Noboa se olvidó de sus partidarios y decidió encerrarse en una de sus mansiones para digerir el mal trago que estaba viviendo, engañado por casi todas las encuestas (menos una) que le daba el triunfo por una mayoría más amplia y alguna como ganador indiscutible en la primera vuelta.
La plaza de toros repleta hasta la bandera del último acto de campaña quizá le cegó y le dio la confianza suficiente para creer que la presidencia ya era suya. Su discurso fue corto, repleto de obviedades como si el público asistente no se mereciese un mayor respeto. No se refirió a la gravísima situación que vive el país por culpa del narcotráfico internacional y las bandas criminales locales aliadas o la situación económica con un incremento de la pobreza endémica.
Incluso durante la campaña electoral el propio presidente y algunos simpatizantes realizaron una campaña triunfante a través de las redes sociales sobre un posible triunfo en la primera vuelta.
Pero lo peor estaba por llegar. En la mañana del martes, en una entrevista oficial retransmitida por Presidencia de Ecuador, Noboa declaró que «ha habido muchísimas irregularidades». Explicó que «seguíamos contando y revisando actas en ciertas provincias porque había cosas irregulares. Incluso no cuadraban con el conteo rápido de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el cual nos ponía con una cifra mayor» . Pero no presentó una sola prueba tangible.
La misión de Observación Electoral de la OEA le respondió poco después con contundencia y confirmó que los datos obtenidos a través del conteo rápido de sus observadores coincidían con los realizados por el Consejo Nacional Electoral (CNE). «Los resultados reflejan que habrá segunda vuelta y no se ha identificado ni recibido indicios de irregularidades generalizadas que puedan alterar los resultados de la elección», rubricó su portavoz.
También la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (UE) emitió un informe preliminar en el que negó que se hubiese registrado irregularidades en el proceso electoral. «Nosotros no tenemos ni un solo elemento objetivo que indique que ha habido cualquier tipo de fraude», explicó Gabriel Mato, jefe de la misión de la Unión Europea, eurodiputado del Partido Popular Europeo y miembro de la junta directiva nacional del Partido Popular español.
El político español calificó las elecciones como «transparentes, bien organizadas y pacíficas, con retos pendientes y una segunda vuelta en el horizonte». Felicitó al CNE por haber procesado y publicado el 75% de las actas electorales a las once de la noche, seis horas después de cerrarse las urnas, «una garantía de transparencia de todo el proceso electoral».
Es muy raro que en unas elecciones presidenciales latinoamericanas, un presidente que se presenta a una reelección, abra dudas sobre el proceso electoral que, de alguna forma, pilota como principal institución del Estado. Lo normal es que sea la oposición la que sostenga acusaciones de irregularidades y cuestione las elecciones si los resultados no son los apetecibles.
Con su comportamiento Noboa puso en entredicho el CNE, la institución que organiza las elecciones, con un despliegue de 287.534 ciudadanos en las mesas electorales, con un pago de menos de 20 dólares (menos de 20 euros) y un día adicional de vacaciones para empleados de instituciones públicas y privadas, por una jornada que empezó a las 6.30 de la mañana y finalizó con suerte a media noche después de verificar las papeletas de cuatro diferentes conteos.
Puso en entredicho a las Fuerzas Armadas que desplegó a 40.000 efectivos de las Fuerzas Armadas, incluidos 1.800 reservistas, dentro de los recintos electorales, así como en fronteras, centros de rehabilitación social e instalaciones del CNE. Soldados que tuvieron que acompañar a los miembros de las mesas electorales hasta el final. Puso en entredicho a los 58.000 agentes de la Policía Nacional que vigilaron los exteriores de los colegios electorales en todo el país hasta altas horas de la madrugada.
En definitiva, puso en entredicho al Estado que preside desde hace 14 meses y levantó dudas sobre su eficacia tan solo porque los resultados surgidos de las urnas no coincidieron con sus deseos.