Publicado: mayo 22, 2025, 12:30 pm
Llega Roland Garros y es inevitable que surja el nombre que va íntimamente relacionado con este Grand Slam; llega el Grand Slam parisino y la mente se recrea en 14 mordiscos a la Copa de los Mosqueteros que tienen un único nombre: Rafael Nadal . Pero será este Roland Garros uno distinto de los que se han vivido en los últimos veinte años. Porque estará el balear, sin duda, presente de cuerpo y de recuerdo durante las dos semanas de competición, y saldrá a la pista acompañado de esa presentación icónica de un minuto y medio de duración. Pero no aparecerá el Nadal de corto y raqueta en mano, sino uno que no sabe si estará preparado para su partido inaugural, este domingo 25. Pues es un duelo que se viste de homenaje y no hay rival que batir al otro lado de la red. Admite estar un poco nervioso con ese día. «No se me dan bien estas cosas. No me gustan los homenajes, no necesito este tipo de cosas, no tengo un gran ego. Vivo bien con el anonimato y la tranquilidad. Pero entiendo lo de Roland Garros por todo lo que hemos vivido juntos. Estoy muy agradecido y feliz de poder decir adiós a toda la gente que me ha apoyado, de agradecer lo que me han dado en toda mi carrera, sobre todo los últimos años. Me he sentido muy querido en París, en Francia en general, es algo inolvidable». Por el momento, el balear vive estos días en aparente tranquilidad. Asiste a actos promocionales de las que es embajador, como este martes donde habló sobre la importancia de la protección solar con diversos expertos dermatólogos, y se pasea por su academia para comprobar cómo sigue la filosofía de su vida en este recinto dedicado al tenis. También se ha sentado a hablar con ‘L’Èquipe’, el diario francés que también ha seguido muy de cerca todas sus aventuras tenísticas y le ha dedicado un buen puñado de portadas para la historia. De esta charla se desprende que Nadal se marchó feliz, lleno y vacío a un tiempo. Lleno de experiencias y vacío de espinas. Lo dejó todo, como lo había hecho durante toda su carrera. «No he sido esclavo del tenis», afirma rotundo. «He tenido muchos momentos para disfrutar de mis amigos, de la fiesta, del mar, de practicar otros deportes. No siento haber sacrificado nada. He hecho lo que quería y lo que sentía. He sido feliz jugando al tenis, he trabajado mucho, pero mi vida ha sido mucho más que el tenis». Los últimos años los pasó con más sufrimiento del esperado. Físico, porque el cuerp ole fue pasando facturas cada poco tiempo, y también mental, porque no acabó nunca de alcanzar la racha positiva necesaria para sentirse todo lo competitivo que quería. Pero lo asume sin remordimientos ni pesares: «A nivel tenístico me sentía bien. Mentalmente tenía los objetivos correctos. Quería hacer el esfuerzo de intentarlo. Fue el cuerpo. Tras la operación de cadera ya no podía correr libremente, con cada movimiento un poco brusco, la pierna me lo impedía. Sigues para ver si se resuelve, me di ese margen. Pero pasaron los meses y no había evolución. Seguir sin el objetivo de luchar por lo que realmente me hacía feliz no tenía sentido». Y no lo echa de menos: «Creo que terminé mi carrera sabiendo que ya no me quedaba mucho por hacer. Mi cuerpo llegó a un tope que no podía más. Los días de después me habría gustado seguir jugando, pero el pie estaba muy mal, apenas podía caminar. Tuve que tener mucho cuidado. Pero hoy, en general, tengo pocos dolores». No es ajeno a todo lo que ocurre en el planeta tenis a pesar de su ausencia. Y también tuvo palabras sobre Alcaraz y Sinner. «Creo que el documental no refleja su personalidad ni cómo vive su carrera. No da la impresión de ser un tenista que entrena, sino de alguien a quien le gusta la fiesta, que la necesita, que no es muy profesional. Esto no es verdad. Carlos es un gran profesional. Una persona que trabaja muy duro para mejorar tanto su tenis como su físico». De ahí que apunte a que se muestre una imagen que no es la verdadera. «Creo que el documental fue abordado de manera equivocada porque la percepción de la gente es diferente a cómo es su vida real. ¿Es necesario llevar el cuerpo y la mente al límite para ser un campeón? Nadie te obliga a hacer nada. Tú decides qué quieres hacer, hasta dónde quieres llegar. Nadie te presiona para que lo hagas». Y sobre el italiano, es tajante, como ya ha dicho en varias ocasiones: «Estoy seguro de que no quiso hacer trampas ni hacer nada ilícito. Creo que vivió un calvario durante un año».