Publicado: noviembre 11, 2025, 10:00 am
«Ha abierto la perspectiva para entender la lógica del desarrollo». Con estas palabras, el Premio Nobel británico Francis Crick, famoso por ser uno de los descubridores de la estructura del ADN junto con James Watson, reconocía el trabajo de Antonio García-Bellido, uno de los científicos españoles más destacados y valorados internacionalmente. El biólogo madrileño falleció el lunes a los 89 años, dejando tras de sí un valioso legado en la investigación sobre cómo los seres vivos acaban siendo lo que son gracias a la genética y la diferenciación celular. Amigo de Severo Ochoa y reconocido mundialmente, García-Bellido consiguió explicar cómo a partir de una sola célula, el huevo o cigoto, se forman otras en sucesivas divisiones que se van diferenciando y posteriormente dan lugar a los tejidos y órganos de un ser vivo. Su trabajo fue pionero al mostrar que el desarrollo no era aleatorio, sino que había una lógica interna, un plan genético que lo guía. Los genes que descubrió, responsables de la diferenciación de neuronas y células gliales, siguen siendo referencia en medicina, neurobiología y evolución, y se utilizan en la actualidad como indicadores moleculares en estudios de enfermedades humanas como el cáncer. El investigador fue especialmente conocido por sus trabajos en la mosca de la fruta Drosophila melanogaster , un modelo clásico de estudio en genética. Sus investigaciones ayudaron a descubrir cómo los genes controlan el desarrollo de los órganos durante la embriogénesis. Desarrolló la teoría de la «organización genética», que propone que los genes no solo determinan las características individuales, sino que también juegan un papel crucial en la organización espacial de los tejidos durante el desarrollo. Una de sus investigaciones más importantes fue en el campo de los genes homeóticos, que controlan la formación de estructuras corporales durante el desarrollo embrionario. Descubrió que las mutaciones en ciertos genes de Drosophila podían provocar el desarrollo anómalo de partes del cuerpo de la mosca, como la formación de patas en lugar de antenas, lo que abrió una nueva línea de investigación en la biología del desarrollo. Estos descubrimientos ayudaron a establecer la base de la biología moderna y la genética como la entendemos hoy en día e influyó en generaciones de genetistas y biólogos. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1958, se doctoró en Ciencias con premio extraordinario en 1962. Posteriormente amplió sus conocimientos en las Universidades de Cambridge y Zúrich, así como en el Instituto Tecnológico de California. Profesor del CSIC desde 1974, más tarde ocupó los cargos de director del Instituto de Genética y del Centro de Biología Molecular, desde 1980 hasta 1981. Fue profesor vinculado ad honorem del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y desarrolló su trabajo en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid. Su trabajo fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1984. También recibió el Leopold Mayer de la Academia de Ciencias de París, el Premio Nacional de Investigación Científica Santiago Ramón y Cajal y la Cátedra Severo Ochoa en Biología. Fue candidato al Premio Nobel en 1979 y 1995. Doctor honoris causa por varias universidades, fue miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias (EE.UU.), de la Royal Society de Londres, de la Academia Nacional de Ciencias (EE.UU.) y presidente de la Sociedad Española de Biología del Desarrollo. En 2009 fue galardonado en la primera edición del Premio Nacional de Genética.
