Publicado: mayo 28, 2025, 3:00 am
La preocupación crece dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), donde el miedo ha comenzado a silenciar lo que antes era autoridad y comando.
Este lunes, una comunicación interna circuló entre las unidades militares venezolanas con una orden inusual pero reveladora: a partir de ahora, las comunicaciones deben realizarse exclusivamente a través de la aplicación Telegram. El objetivo declarado: “evitar ser vulnerables y objetivos de ciberespionaje”.
Sin embargo, dentro de los cuarteles, la orden ha sido interpretada de forma distinta. “Cuidado con lo que dices. Cuidado con lo que piensas”, es el mensaje implícito que resuena entre los mandos, que prefieren susurrar en chats cerrados antes que hablar con libertad.
Además de la migración digital forzada, los militares han recibido la instrucción de aumentar su actividad en redes sociales, interactuando y promoviendo las cuentas oficiales de las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI), en un intento por reforzar la imagen institucional.
En esta nueva etapa, el enemigo no siempre lleva uniforme. Basta con reenviar un mensaje o publicar una historia para convertirse en objetivo. La vigilancia ya no es externa: está en los teléfonos, en los grupos de mensajería, en la nube. Nada está oculto.
“La FANB, creada para proteger la soberanía nacional, hoy ve a sus hombres y mujeres caminar con cautela, temiendo más a un algoritmo que al ruido del combate”, comentó bajo anonimato un oficial en situación de servicio. “En Venezuela, la verdad se ha vuelto una amenaza”.
La represión digital y el control de pensamiento parecen haberse convertido en nuevas formas de disciplina forzada dentro de la estructura castrense, dejando en evidencia que el miedo ya no solo recorre las calles del país, sino también los pasillos de los cuarteles.
