Publicado: mayo 6, 2025, 9:30 pm
El primer ministro canadiense, Mark Carney, le ha dicho este martes al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca que «Canadá no está a la venta». En un ambiente distendido, Trump ha respondido a las palabras de Carney con un «nunca digas nunca» y «me encanta Canadá», además de insistir en que su preferencia sería que el país vecino formase parte de Estados Unidos.
Estas declaraciones se han producido este martes en Washington durante la primera reunión que ambos mandatarios mantienen cara a cara para iniciar las negociaciones que eliminen los aranceles impuestos por Estados Unidos a su vecino del norte y establecer una nueva relación bilateral.
Poco antes de abrirle a Carney las puertas de la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha vuelto a cuestionar en redes sociales los supuestos «subsidios» brindados a Canadá y que se le diese «protección militar gratis». «No necesitamos nada de lo que tienen», ha proclamado en Truth Social, aludiendo a cuestiones concretas como la fabricación de vehículos o el suministro energético.
Sin embargo, ya ante Carney y las cámaras, el republicano ha intentado rebajar el tono y ha abogado por mantener unas relaciones de «amistad» pese a posibles discrepancias. «Quiero ser amigo de Canadá», ha dicho, agitando de nuevo la hipótesis del «estado número 51» para defender las «muchas ventajas» que acarrearía dicha alianza.
Trump ha apelado a su experiencia en el sector inmobiliario, un guante que Carney ha recogido para apostillar que, como ocurre en el mercado de la vivienda, hay terrenos que no están en venta. «No está a la venta y nunca lo estará. Nunca», ha sentenciado el mandatario canadiense.
Las derivadas económicas y comerciales marcan en gran medida esta primera cita entre líderes, pero Trump ya ha dejado claro a preguntas de los periodistas que nada de lo que Carney pueda decir este martes puede traducirse en una revisión de la política de aranceles. «Es como es», ha alegado.
En el aire está también el futuro del acuerdo comercial que suscribieron Estados Unidos, Canadá y México precisamente durante el primer mandato de Trump y que expira, si no hay cambios, en 2026. El presidente de Estados Unidos se ha preguntado «si es siquiera necesario» ampliarlo, pese a que sigue defendiendo que «es un buen pacto para todos». Según Carney, puede servir «de base para una negociación más amplia, ya que «algunas cosas van a tener que cambiar».