María Guardiola, de 24 años, es la hija mayor del entrenador del Manchester City y de Cristina Serra, una pareja que, según publica la revista Hola, se separó hace algunas semanas. Vanity Fair ha publicado una entrevista con la joven en la que habla de sus padres con orgullo. En paralelo, la joven se hace eco en su Instagram de la noticia que, dice, «le produce una enorme tristeza».
María se instaló en Londres hace cinco años, estudió Negocios de Moda y trabajó para Victoria Beckham y Helmut Lang. Compagina un máster en Humanitarismo, Ayuda y Resolución de Conflictos con su labor en la fundación familiar a través de redes sociales. Dicha función también la desarrolla a título personal. Es una influencer con casi un millón de seguidores. «Todavía estoy explorando mi camino», cuenta la joven en relación con este tema.
«Seguir a mi padre por todo el mundo para ver partidos me generó recuerdos especiales y unió mucho a la familia», confiesa la joven que ha encontrado en las mudanzas vividas una manera de reafirmarse. «Mudarme con tanta frecuencia, me dio una gran confianza en mí misma, que no creo que hubiera podido obtener de otra manera a una edad tan temprana».
«Mis padres me criaron para comprender el privilegio de mis circunstancias y siempre he sido consciente de que muchos no tienen acceso a las mismas oportunidades. Esto impulsó mi interés por abordar injusticias sociales y apoyo activamente causas que me atraen. Recientemente, he colaborado con una marca palestina para crear una colección cápsula, donando el 50 por ciento a los palestinos que lo necesitan. Ver el impacto de esta iniciativa reafirmó mi deseo de utilizar mi plataforma para generar un cambio positivo. Si bien disfruto de ‘influir’ en los demás en áreas que me apasionan, no hay mayor propósito que usar esa influencia para ayudar», ha contado en la entrevista.
«Quería ser maestra, actriz, bailarina, jugadora de fútbol y diseñadora de moda», recuerda. Con 15 años llegó a Manchester, cuando su padre fichó como entrenador del City. «Fue la transición más desafiante, ya que tenía buenos amigos en Múnich y tuve que empezar de nuevo. Adaptarme al nuevo sistema escolar hizo que fuera aún más difícil encajar. Terminé pasando cinco años maravillosos allí». Tampoco fue fácil dejar Barcelona. «Para mí, Barcelona significa familia y fútbol, recuerdos increíbles, pura felicidad. La decisión de irnos fue por el deseo de pasar más tiempo en familia. Dado el ritmo frenético de las carreras de mis padres, no podíamos vernos mucho. Así que nos fuimos a Nueva York un año para estar juntos y aprender inglés. Fue una experiencia inolvidable».
Cristina Serra reside en la casa familiar (ahora que se ha separado y cuando viajaba a la ciudad condal por sus negocios), que poseen en Barcelona. «Es muy gratificante ver a cuántas personas hemos podido ayudar. Perdimos a mi abuela, Dolors Sala, en la pandemia y decidimos empezar la fundación en su honor».
A partir de ahí, el matrimonio tomó la decisión de fundar la ONG en la que participan los cuatro hermanos de Pep. Poco a poco, sus hijos se han ido sumando al proyecto. «Cuando estoy en Barcelona, estoy más involucrada; mientras que en Manchester me concentro en gestionar nuestra presencia en redes sociales», explica María.
¿Qué ha heredado de sus padres? le prguntan. «Mi padre y yo bromeamos diciendo que heredé su cabezonería. Cuando nos proponemos algo, lo perseguimos con una visión de túnel hasta lograrlo. De mi madre, la confianza y el sentido de independencia».
Como buena futbolera, ¿qué partido recuerda con emoción? «¡Es difícil elegir uno! Pero sin duda, la final de Champions Barça-Manchester United de 2009… ¡y el clásico 2-6!».
«Mis padres siempre me han aconsejado que encuentre lo que me apasiona. Me animan a probar cosas nuevas, a aceptar el fracaso y a seguir buscando hasta encontrar mi vocación, porque cuando lo haga, la dedicación plena será algo natural. También me recuerdan que en la vida lo más importante es amar y ser amado», concluye.