Publicado: junio 12, 2025, 11:30 pm
Hay amores que matan, pero también hay otros que, sin matar, te van quitando las ganas… Amores que no llegan a estallar, que se diluyen y que duelen, no por lo que son, sino por lo que no terminan de ser y podrían haber sido. Y ahí estás tú. O yo… Esperando un mensaje, un doble check, una señal divina o una explicación que no llega. ¿Es el ghosting la falta de valor pero con un nombre más moderno?
Dicen que luchar por alguien es romántico. Que hay que insistir en el amor. Que si es difícil, vale la pena. Y la verdad es que no: hay que aceptar que alguien no te elige. Que ese alguien que hace que las mariposas revoloteen en tu interior no siente lo mismo. O no puede sentirlo ahora. Que no va a agarrarte la mano en el cine porque está ocupado agarrando otra mano… o su móvil, o sus recuerdos, o su miedo.
Y así te quedas: con cara de pera. De es… pera. Postergando la vida como si le pudieses dar una prórroga emocional. «Estará liado», «ya me escribirá», «seguro que le ha pasado algo», «¿estará bien?» Spoiler: si alguien quiere estar, está. Y si no puede darte lo que esperas (y mereces), también es un acto de amor dejarle ir. «Te quiero, pero no así». «He aprendido a cuidarme y debo soltar esto porque me quita luz». «Me encantaría conocerte, pero no en periodo de rebajas». Sin rencor. Sin despecho. Por dignidad. Porque merecemos un amor que abrace y que nos elija.
Y no es fácil. No es nada fácil. Porque duele más lo que no llegó a pasar que lo que pasó. Duele más la indiferencia del silencio. Duele más el castillo de ilusiones. Pero pasa. El dolor también pasa.
No puedes obligar a nadie a que te quiera, pero sí le puedes mostrar y recordar lo divertido que sería ir al cine agarrados de la mano disfrutando de la paz y la vida entre risas. La honestidad se agradece. Ayer no pudo ser, pero igual mañana…
