Publicado: diciembre 10, 2025, 12:30 pm
La opositora venezolana María Corina Machado finalmente no llegó a Oslo a tiempo para recibir este miércoles el Premio Nobel de la Paz 2025, concedido por su incansable defensa de la democracia en Venezuela. Lo recogió en su nombre su hija Ana Corina Sosa, quien puso voz al discurso escrito por Machado en el que dedica el galardón a millones de venezolanos «héroes anónimos» que luchan por la «libertad» y a los líderes del mundo «que nos acompañaron y defendieron nuestra causa» por la democracia.
Machado, que vive en paradero desconocido dentro de Venezuela, tiene previsto llegar en unas horas a la capital noruega, según confirmó el Instituto Nobel poco antes de la ceremonia y su propia hija al inicio de su intervención en el acto celebrado en el Ayuntamiento de Oslo, la capital Noruega, en presencia de los reyes Harold y Sonia: «Debo decir que mi madre nunca rompe una promesa. Y por eso, con toda la alegría de mi corazón, puedo decirles que en solo unas horas podremos abrazarla aquí en Oslo después de 16 meses». También confirmó la intención de Machado de retornar tras la visita de nuevo a Venezuela.
Según el Instituto que otorga el Premio Nobel, la opositora venezolana hizo «todo lo que está en su poder para venir a la ceremonia», un viaje en una situación de «extremo peligro». A pesar de ello no llegó a tiempo de la gala, ni de la cena homenaje. Pero podría estar en los eventos que están programados a partir del jueves en Oslo. «Estamos profundamente felices de confirmar que está a salvo», informó el instituto en un comunicado.
Su hija Sosa ocupó la silla destinada a su madre junto a los miembros del Comité Nobel noruego y con una foto de Machado en la pared del fondo.
«Permítanme rendir homenaje a los héroes de este camino.
El discurso de la líder galardonada incluyó un repaso a la historia de Venezuela, en el que aseguró que llegó a ser la democracia «más estable» de América Latina, hasta que fue «desmantelada» desde 1999 por el «régimen», al que acusó de falsificar la historia, corromper a las Fuerzas Armadas, manipular elecciones y perseguir a la disidencia.
En su discurso, que no mencionó ni al fallecido presidente Hugo Chávez ni a su sucesor y actual presidente, Nicolás Maduro, en ningún momento, habló de un «saqueo histórico» y de que el dinero del petróleo se usó para «comprar lealtades» en el exterior, «mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales».
Y habló también de la «herida abierta» por la emigración de venezolanos, además de acusar al Gobierno de «quebrar por dentro» a los opositores: «Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio». Después de intentar «todo» durante tres décadas, la esperanza se «derrumbó», según Machado, que calificó de «cambio de rumbo» la decisión de hacer elecciones primarias, unir a la oposición y recorrer todo el país en precampaña, un año antes de las presidenciales de 2024. La decisión de las autoridades de no permitirle presentarse a los comicios fue «un golpe duro», admitió la opositora, aunque el movimiento siguió adelante con Edmundo González Urrutia, quien no era visto como una «amenaza» por el «régimen».
Machado elogió la labor de miles de voluntarios durante la jornada electoral, usando la tecnología como «herramienta para la libertad», lo que permitió digitalizar y publicar las actas, que aseguró dieron la victoria a González con el 67 % de los votos. «La dictadura respondió aplicando el terror. Dos mil quinientas personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas. Marcaron sus casas, tomaron a familias enteras como rehenes. Sacerdotes, maestros, enfermeras, estudiantes: todos perseguidos por compartir un acta electoral», declaró Sosa en nombre de su madre, en un discurso pronunciado en inglés.
«Una transición ordenada»
El casi año y medio que lleva en la clandestinidad ha servido para construir nuevas redes de presión cívica y para preparar «una transición ordenada hacia la democracia», afirmó Machado, que habló de que millones de venezolanos «ya sienten cercana su libertad». «Venezuela volverá a respirar. Abriremos las puertas de las cárceles y veremos salir el sol a miles de inocentes que fueron encarcelados injustamente, abrazados al fin por quienes nunca dejaron de luchar por ellos», manifestó.
Para finalizar, quiso dedicar el premio a «nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos», a los líderes internacionales que les apoyan, a su familia y sobre todo a los «millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas».
Antes de pronunciar su discurso, su hija recogió el diploma acreditativo y la medalla Nobel que acompañan al premio, dotado este año con 11 millones de coronas suecas (1 millón de euros) de manos del líder del Comité Nobel de la Paz, Jørgen Watne Frydnes. Frydnes elogió en su intervención la trayectoria de Machado, a quien calificó de «fuente de inspiración para millones de personas» por permanecer en su país en la clandestinidad y su «defensa de la libertad», e instó a Maduro a dimitir.
La ceremonia estuvo presidida por los reyes Harald y Sonia de Noruega, en presencia de tres presidentes latinoamericanos invitados por Machado: José Raúl Mulino (Panamá), Javier Milei (Argentina) y Santiago Peña (Paraguay). En ella intervinieron dos artistas venezolanos: Danny Ocean, que interpretó «Alma Llanera» y «Venezuela», y la pianista Gabriela Montero, que tocó «Mi Querencia».
