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Los países de la UE validan la respuesta arancelaria de Bruselas si no hay pacto con Trump: represalias de 93.000 millones

Publicado: julio 24, 2025, 8:30 am

La Unión Europea sigue preparando el terreno por si no hay acuerdo comercial con Estados Unidos y este jueves los embajadores de los 27 han dado su visto bueno a la respuesta que prepara Bruselas en caso de guerra comercial: represalias por valor de 93.000 millones de euros, en dos partes, según han confirmado fuentes diplomáticas. La primera de 21.000 millones en respuesta a los aranceles de Donald Trump al aluminio y el acero y la segunda de 72.000 millones de euros sobre las importaciones estadounidenses. Estas medidas de respuesta entrarían en vigor el 7 de agosto, siempre y cuando no haya pacto con la Casa Blanca antes del 1 de ese mes, la fecha límite marcada por el propio Trump.

De momento, está sobre la mesa la idea de que el acuerdo «está cerca» y Bloomberg adelantó este miércoles la posibilidad de un arancel mutuo del 15%, lejos del 30% lanzado por Trump contra la UE pero también de las aspiraciones de Bruselas, que aspiraba a los aranceles cero tras muchas semanas de negociaciones.

El primer paquete, de 21.000 millones, ya había recibido la luz verde de los Estados miembros, con una lista que pone el foco sobre por ejemplo los automóviles, los productos agrícolas, el bourbon o marcas estadounidenses clásicas como Harley Davidson. Sobre el segundo, de 72.000 millones, todavía no se conocen más detalles pero sí se sabe que en un primer momento era más ambicioso y alcanzaba medidas por más de 90.000 millones, pero los socios decidieron rebajarlo.

Bruselas, por otro lado, cuenta con el llamado instrumento anticoacción, que es una medida ‘de emergencia’, según confirman las fuentes. Esta herramienta permite a la UE responder con rapidez ante presiones externas, adoptando medidas como subir aranceles, limitar importaciones o exportaciones, vetar a ciertos países en licitaciones públicas o incluso suspender compromisos internacionales en propiedad intelectual, lo que podría impactar especialmente a las grandes tecnológicas de Estados Unidos, que son un elemento decisivo. Solo Francia estaba a favor de implementarlo ya.

«Para hacer que nuestras contramedidas sean más claras, simples y fuertes, fusionaremos las dos listas en una única, que someteremos a los Estados miembro para su aprobación», explicó ya esta semana en rueda de prensa el portavoz de Comercio de la Comisión Europea, Olof Gill, que ha insistido en que la «prioridad» de Bruselas sigue siendo llegar a un acuerdo.

«Seguimos convencidos de que nuestra relación transatlántica merece una solución negociada, una solución que construya la base para una nueva estabilidad y cooperación, y por eso continuamos en la acción con la Administración de Estados Unidos y priorizamos las soluciones negociadas a través de la nueva fecha del 1 de agosto«, expresó el comisario hace ya unos días, que insistió en que la cifra del 30% -que es el arancel anunciado por Trump- distorsiona por completo la relación comercial: «Se acabaría el vínculo tal cual lo conocemos».

Esa alerta coincide además con la sensación de que los 27 están divididos en dos bloques. El primero, los que abogan por mantener la negociación hasta el final, entre los que está España (que es uno de los socios menos expuestos). El Gobierno de Pedro Sánchez tiene claro que, si bien la UE tiene que estar preparada para todo, es importante entender que «el acuerdo está cerca», en palabras del ministro Cuerpo. Este grupo de países, donde también están por ejemplo Alemania o Irlanda adoptan una postura más moderada y orientada al diálogo, priorizando la estabilidad del comercio transatlántico dada su fuerte dependencia del mercado estadounidense. Alemania, que lidera el intercambio bilateral con Washington, teme una guerra arancelaria que afecte a su industria automotriz. Países Bajos e Irlanda, cuyos modelos económicos están altamente integrados con cadenas de suministro globales, también tienen una gran reticencia a una escalada.

El segundo bloque está formado por esos países que prefieren un cambio de estrategia y llaman a ser ya más duros con Trump: piden ir al choque, básicamente, porque creen que la Unión está preparada para ello. Es el caso de Francia o Dinamarca. Este es un ‘sector’ que defiende responder con contramedidas comerciales contundentes. Francia, en particular, ha abogado por aranceles recíprocos sobre productos estadounidenses como vehículos eléctricos o bienes agrícolas, y ha impulsado una mayor autonomía industrial europea. Italia ha respaldado medidas similares, enfatizando la protección de sus sectores metalúrgico y agroalimentario, pero Meloni a la vez intenta tener la mano tendida y ejercer de ‘puente’ entre la Casa Blanca y Bruselas. «La actual estrategia ya no sirve», explicó esta semana el Gobierno francés, consciente de que Washington sigue poniendo mucha presión sobre la UE.

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