Publicado: noviembre 3, 2025, 2:00 am
En torno a un 14 por ciento de los adolescentes en España se autolesionan o lo han hecho alguna vez. Una realidad alarmante y desconocida por muchos adultos, que sí son sabidas por otros jóvenes hasta en un 99 por ciento de los casos. De hecho, casi uno de cada ocho jóvenes confiesan que han vivido episodios de autolesiones no suicidas en alguien de su entorno.
«Es necesario que los padres, madres y educadores conozcan de primera mano los testimonios de los jóvenes que se han autolesionado. Conocer por qué lo hacen y qué necesitan es fundamental para tener presente que siempre hay un camino para salir«, comienza explicando Esther Martínez, directora del grupo de investigación COMKIDS-Universidad Rey Juan Carlos.
¿Cuál es la razón por la que algunos adolescentes se autolesionan?
Para intentar comprender qué situaciones pueden llevar a un joven a autolesionarse, entrevistamos a Esther Martínez, que dice que «los motivos por los que una persona joven se autolesiona son complejos y dependen de cada caso. Las motivaciones pueden ser una o varias y suelen estar relacionadas con circunstancias de su entorno (familia, amigos/as, colegio o instituto) o con aspectos de su personalidad (como la baja autoestima), entre otras».
En cualquier caso, «las autolesiones siempre son una manifestación de sufrimientos emocionales intensos que el adolescente no sabe cómo gestionar. Cuando se autolesionan, sienten una gran liberación de su malestar psíquico y emocional; por ello, llevan a cabo esta conducta de manera reiterada. Las autolesiones son la estrategia que han adoptado muchos adolescentes para hacer frente a su malestar, dado que carecen de otras herramientas de regulación emocional».
Por un lado, «es una forma de reducir el dolor y las emociones negativas como la ansiedad, la angustia, el estrés, la tristeza o los autorreproches, así como de manejar conflictos sociales. Otra motivación es cierto modo de escape: es la estrategia que han adoptado muchos adolescentes para hacer frente a su malestar (sentirse solos, enfadados, tristes o abrumados por los demás)».
«El malestar juvenil va en aumento»
Según el último informe de la Fundación ANAR (2024), entre los años 2022 y 2023 el número de niños y adolescentes que sienten soledad ha aumentado un 44,7 por ciento, un 32,9 los que sienten tristeza y un 23 los que experimentan ansiedad u obsesiones. «Este comportamiento suele iniciarse en la adolescencia, en torno a los 13 y 17 años, y disminuye a partir de la mayoría de edad».
En opinión de la experta, «los principales factores que contribuyen a las autolesiones son la baja autoestima, la depresión, los problemas familiares, la influencia de los amigos y el abuso, y el gran riesgo es que pueden volverse adictivas, pudiendo derivar en ideación suicida». A pesar de que los estudios señalan un aumento, lo cierto es que no se corresponde con datos reales porque muy pocos jóvenes solicitan atención sanitaria tras autolesionarse.
«Es importante no identificar las autolesiones no suicidas con el suicidio»
La autolesión no suicida es una conducta en la que una persona se hace daño a sí misma, repetidamente y en distintas partes de su cuerpo, sin que haya intención de suicidio. Este tipo de conductas son empleadas como estrategias de autorregulación ante emociones, y quienes las practican «sienten alivio emocional al infligirse dolor físico, ya que esto les permite desconectarse temporalmente de su malestar psicológico».
En cuanto a los métodos más habituales, Esther Martínez habla de «cortes, quemaduras o golpes en manos, brazos, piernas o abdomen, provocados generalmente con cuchillas, agujas, mecheros o cualquier objeto afilado. Los cortes y las quemaduras son más frecuentes en chicas, mientras que los golpes suelen ser la forma de autolesión más común en chicos«.
Y algo especialmente importante: «No hay que identificar las autolesiones no suicidas con el suicidio, ya que no tienen la misma intencionalidad. El comportamiento de autolesión no suicida consiste en infligirse daño de forma intencionada, lo que puede provocar dolor como, por ejemplo, a través de cortes, quemaduras, o golpes sin intención de morir. En cambio, un comportamiento suicida es un comportamiento potencialmente autolesivo con cierta intención de acabar con la propia vida«.
«No, los padres no tienen la culpa»
Los padres deben estar atentos a sus hijos, ya que muchos jóvenes ocultan sus autolesiones al ser conscientes de que se trata de algo reprobable y mal vistas por la sociedad. Por esta razón, pueden resultar difíciles de identificar. Hay que observar la presencia de «cortes, quemaduras o golpes en brazos, piernas o abdomen; cambios bruscos de estado de ánimo y aislamiento social; sentimientos de abatimiento, soledad o inutilidad; uso de ropa de manga o pantalones largos en días calurosos para ocultar las lesiones; o utilización de pulseras para tapar cortes».
Ante estas señales, «es fundamental escuchar sin juzgar, buscar ayuda profesional y, sobre todo, no culpabilizarse. Los padres no tienen la culpa». Quienes se encuentren con este tipo de conductas, ya sean amigos, padres, madres o profesores, deben escuchar sin juzgar y buscar ayuda especializada. Es fundamental acudir a un profesional o a un adulto de confianza que pueda brindar apoyo y ayudar a comprender el motivo.
Lamentablemente, este estigma es difícil de erradicar. «Poco a poco, como sucede con otras conductas, debemos reconocer que se trata de un problema de salud mental. Es fundamental intentar comprender por qué ocurre y ofrecer el apoyo necesario a los que lo padecen.
«Con apoyo familiar y ayuda psicológica… ¡se sale!»
Como cuenta Esther, «existen muchos testimonios que han logrado superar esta conducta con ayuda psicológica y con mucho apoyo familiar y de su entorno. En nuestra campaña ‘Sounds Of Silence’, creada por VML Health, podéis conocer testimonios reales e immersivos de superación que dan voz al problema silenciado de las autolesiones no suicidas».
Escuchar y acompañar a nuestros jóvenes en sus problemas es fundamental. «Aunque a veces pensemos que son cosas pequeñas, para ellos tienen la misma importancia que los nuestros para nosotros. Es importante estar atentos a las redes sociales, ya que algunos jóvenes que se autolesionan han creado comunidades digitales donde comparten contenidos sobre autolesiones utilizando un código y lenguaje propios».
Estas comunidades, según algunos estudios, «pueden tener un impacto positivo en la medida en que los jóvenes se sienten parte de un grupo y encuentran a otros en su misma situación, especialmente cuando en su entorno se sienten incomprendidos. Sin embargo, debemos romper con la exclusividad de estas interacciones en redes y procurar que los jóvenes se sientan comprendidos y escuchados fuera de ellas, junto a sus seres queridos. Además, hay que tener especial atención a la normalización que estás comunidades puedan proyectar frente al comportamiento autolesivo».
