Publicado: abril 12, 2025, 10:34 pm
El mercado europeo del coche eléctrico vive días complicados, con una brecha creciente entre los fabricantes tradicionales y sus nuevos competidores. De un lado, la amenaza de aranceles por parte de Donald Trump ha golpeado a gigantes como Volkswagen, BMW y Mercedes, con fuertes caídas bursátiles en las últimas semanas. Del otro, la china BYD avanza con fuerza: vendió 66.336 unidades en la UE en enero, un 83,4 % más que el año anterior, y refuerza su ofensiva sobre la industria occidental. Europa se perfila como uno de los grandes motores del vehículo eléctrico, con un mercado que podría alcanzar los 224.900 millones de dólares este año, según Statista. Pero Alemania, clave en este impulso, también refleja las tensiones y las dudas del sector. Mientras, en los últimos meses, muchos consumidores han dado la espalda a Tesla, en parte por la cercanía política de Elon Musk con Donald Trump, un rechazo que ha contribuido a que sus acciones se hayan desplomado un 33 % en lo que va de 2025. Para el analista de mercados Javier Cabrera, la caída de Tesla está plenamente justificada. Las acciones se dispararon tras la victoria de Trump, pese a que las cifras de ventas y beneficios iban a la baja. El deterioro se consolidó en el último trimestre de 2024, con un 8 % menos de ingresos por vehículos y un alza de costes que estrechó los márgenes. Añade que la compañía sigue cotizando a múltiplos desorbitados —más de 90 veces su flujo de caja libre estimado— y que la exposición política de Musk está dañando aún más su imagen. Cabrera atribuye la debilidad del sector europeo a varios frentes. Por un lado, las sanciones de la propia UE, aunque algo moderadas, siguen representando un riesgo. Por otro, los fabricantes tienen dificultades para competir en precio con los modelos chinos, que ofrecen prestaciones atractivas y obligan a ajustar márgenes, lo que erosiona sus beneficios. A ello se suma la naturaleza cíclica de la industria, muy dependiente del ciclo económico, y su escasa flexibilidad para adaptarse en escenarios de caída del consumo. En cuanto al rally bursátil de BYD, Cabrera cree que el mercado empieza a reconocer su capacidad para disputar el liderazgo a Tesla, aunque cotiza con descuento por riesgo geopolítico. Apunta que los aranceles y la ralentización económica global también amenazan su crecimiento. A pesar de que la adopción del coche eléctrico sigue en fase inicial, el precio elevado y el cambio de hábitos limitan su avance. Cabrera sostiene que BYD podría desbancar a Tesla si Musk no se enfoca y culmina el desarrollo del coche 100% autónomo. Más allá del comportamiento bursátil, el empuje de los fabricantes chinos también está reconfigurando las dinámicas industriales y estratégicas del sector. Javier Lázaro, responsable de ventas en Europa de la firma de recarga Xcharge, advierte de que ese impacto ya es visible. Su capacidad para ofrecer vehículos más asequibles, gracias al dominio sobre la producción de baterías —el componente clave del coche eléctrico—, ha acercado esta tecnología al gran público y ha acelerado la competencia global. El efecto no es solo comercial, ya que China controla buena parte de la cadena de valor, desde materias primas como el litio o el cobalto hasta componentes tecnológicos, lo que deja a Europa y EE.UU. en una posición de alta dependencia. Europa, sin embargo, aún tiene margen para reaccionar. Aunque ha quedado atrás en la producción de baterías y arrastra estructuras industriales poco ágiles, puede recuperar terreno si apuesta por una estrategia industrial propia, con más inversión en I+D y fabricación local. Lázaro cree que el continente parte con una ventaja, una red de infraestructuras y servicios consolidada que puede adaptarse a esta nueva etapa. El avance chino, sostiene, no es solo una amenaza para Europa sino una disrupción global que está marcando el ritmo del sector en precio, velocidad e innovación. Para responder, Europa debe actuar con urgencia y de forma coordinada. Mientras tanto, en Aedive ((Asociación Española para la Movilidad Eléctrica) advierten que el reto no es solo tecnológico o geopolítico, sino también comunicativo. A su juicio, la percepción pública sigue siendo un factor clave, y buena parte de la incertidumbre que pesa sobre el sector tiene más que ver con la falta de información que con carencias reales. En particular, critican que se hayan extendido dudas infundadas sobre la red de recarga, que, aseguran, es suficiente para cubrir la demanda actual y presenta una tasa de uso media inferior al 6 %. También recuerdan que hoy existen modelos eléctricos adaptados a distintos perfiles y bolsillos, con un coste de uso más bajo que el de los vehículos de combustión. Desde la asociación subrayan que el vehículo eléctrico no debe verse solo como una solución de movilidad, sino como una herramienta para reforzar la eficiencia energética, facilitar la integración de renovables y avanzar hacia una mayor autonomía en el sistema eléctrico. En un país como España, todavía dependiente de la importación de combustibles fósiles, defienden que esta tecnología puede convertirse en un proyecto estratégico nacional, clave para fortalecer la resiliencia económica y la competitividad industrial. En paralelo, señalan que el desarrollo del mercado a medio plazo sigue sujeto a múltiples condicionantes. La demanda, pese al crecimiento de las ventas, sigue siendo sensible al precio del combustible, al diseño de las políticas públicas, al nivel de conciencia ambiental y a la claridad con que se comuniquen los beneficios del cambio. Aun así, desde Aedive, destacan que los gobiernos mantienen su hoja de ruta hacia la electrificación con subvenciones, incentivos fiscales y restricciones crecientes al uso de vehículos contaminantes. Al respaldo institucional se suma el avance tecnológico, con mejoras en la autonomía y una reducción de costes que amplían la competitividad. La industria, por su parte, acelera sus inversiones tanto en nuevos modelos como en el despliegue de infraestructuras de recarga, consideradas fundamentales para consolidar la confianza del usuario. Para Lázaro, de Xcharge, el desarrollo del coche eléctrico sigue condicionado por tres factores que se retroalimentan: una demanda todavía incierta, una infraestructura de recarga desigual y unos precios que continúan siendo una barrera para muchos consumidores. Esta combinación, señala, ralentiza la inversión tanto en nuevas líneas de producción como en puntos de carga públicos, y aumenta el riesgo financiero para fabricantes, concesionarios y financiadores. La falta de cargadores disponibles, especialmente en zonas urbanas sin garaje, también limita la adopción en usos profesionales como taxis o flotas comerciales. Con la vista puesta en el medio plazo, Lázaro confía en que el mercado evolucionará con más firmeza a medida que confluyan tres elementos clave: la esperada paridad de precios entre modelos eléctricos y de combustión, prevista para 2026; la mejora de la autonomía, con vehículos que ya superan los 500 kilómetros; y una mayor coordinación regulatoria entre países europeos. Subraya que un marco común ayudaría a acelerar la adopción y daría más seguridad a inversores y fabricantes. En un escenario marcado por la presión de nuevos competidores como BYD, XPENG o NIO, Europa, concluye, deberá adaptarse con rapidez si quiere seguir teniendo peso en la industria del automóvil.