Publicado: abril 15, 2025, 7:30 am
Las marcas de prendas y accesorios de lujo, que se regocijan de ser Europeas, están nuevamente en el ojo del huracán. Y es que con la guerra arancelaria iniciada por el presidente estadounidense, Donald Trump, y las represalias chinas del 84%, los productos que se fabrican en masas y se conservan en bodegas del gigante asiático verán un incremento en su precio. De ahí que grandes compañías como Apple estén haciendo hasta lo imposible por reducir el impacto arancelario en sus negocios.
Con la tensión entre ambos países en su punto más álgido, lo lógico es que las empresas hagan por apañar las pérdidas que se pueden generar. Pero las relaciones entre EE. UU. y China no deberían ser un problema para atelieres como Louis Vuitton, Hermès, Fendi o Channel, entre otros, que se fabrican en el continente europeo, ¿o sí?
Si bien no es secreto para nadie que las marcas de alta costura en realidad trabajan con manufactureras chinas, la novedad es que, esta vez, son los mismos fabricantes de allí los que han utilizado las redes sociales para demostrar cómo funciona la plusvalía en las prendas y accesorios de dichas marcas. Por ejemplo, un bolso Birkin de Hermès, valorado en más de 38.000 euros y con una lista de espera de hasta cuatro años solo para que se te permita el acceso a uno, cuesta como mucho 1.500 euros en fabricarse.
¿Por qué los fabricantes chinos están revelando los secretos de las marcas de lujo?
Todo se trata de una estrategia comercial. Los usuarios que se encuentran compartiendo estos vídeos como, por ejemplo, @Wang sen se cuelan en el algoritmo de los usuarios haciéndose virales y distribuyendo esta narrativa que les favorece como fabricantes. Muchas de estas cuentas han estado, incluso, suspendidas por la misma aplicación, debido al contenido que replican.
En este sentido, la tendencia responde a varios factores. Por un lado, muchos de estos trabajadores y talleres buscan, en palabras de ellos mismos, reivindicar la calidad de la manufactura china, desafiando el estigma de que lo “hecho en China” es sinónimo de baja calidad. Y lo cierto es que, al mostrar los procesos de producción, no solo exponen que muchas firmas de lujo externalizan su producción en China, sino que también evidencian cómo se inflan los precios detrás de un logo.
La transparencia es per se una estrategia comercial, cuando los fabricantes buscan ganar visibilidad y promocionar sus propios productos, su propósito al final del día, ofrecen bienes idénticos a los de lujo por una fracción del precio. Aquí también entra en juego una cuestión ética que protesta ante las condiciones laborales, la falta de reconocimiento o los pagos injustos por parte de las grandes marcas.
Tik Tok se convierte entonces en el medio perfecto para difundir el mensaje. Las marcas de lujo, siguiendo las tendencias de la mano de los grandes influencers, han enfocado una gran parte de su estrategia de marketing en esta red social. Por tanto, sus clientes, también presentes en la plataforma, verán con sus propios ojos cómo se expone este secreto bien guardado de la industria del lujo.
¿Cómo funciona la plusvalía en los productos de lujo?
El valor de un producto de lujo ya no recae en su calidad, como debería ser, sino en la percepción. Ya no venden un producto como tal, venden la idea, el logo, su exclusividad. La plusvalía habla del valor simbólico que las marcas construyen a su alrededor.
Esta diferencia tan amplia entre coste de producción y precio responde al prestigio de la marca, la experiencia de compra y, sobre todo, a la percepción social de estatus que otorgan estos productos. La publicidad, el storytelling y la escasez deliberada son herramientas decisivas para justificar precios desproporcionadamente altos.
Pero la plusvalía está sostenida por dinámicas que ocultan el verdadero origen de los productos, como la externalización de la producción a fábricas en países como China o Vietnam, donde los costos laborales son bajos. En ese sentido, la también puede entenderse en términos económicos: el valor generado por los trabajadores no se refleja en sus salarios, sino que se acumula en manos de las marcas.
En el lujo, sin embargo, esta lógica se lleva al extremo, porque el consumidor paga no solo por el objeto, sino por todo lo que cree que representa. Sin embargo, ahora siendo plenamente consciente de que las réplicas chinas, quizás no sean tan réplicas, las marcas de lujo se arriesgan a perder su exclusividad y la confianza de sus compradores.