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Los expertos se dividen ante el microrreactor atómico que impulsan las Big Tech: unos ven una "ayuda importante"… y otros "un peligro"

Publicado: octubre 27, 2024, 4:25 am

La Inteligencia Artificial busca ser eficiente energéticamente y limpia medioambientalmente. Pero encuentra dos obstáculos: la obtención actual de energía para alimentar la IA es muy contaminante y su demanda es tan masiva y crece tan rápido como la misma industria. Se estima que una respuesta de plataformas como ChatGPT, según divulga el World Economic Forum, requiere unas diez veces la electricidad de una búsqueda en Google «para procesar y analizar los datos de manera eficiente».

Ante este problema, las grandes tecnológicas -que han aumentado sus emisiones de CO2 entre un 30% y un 50% desde que empezaron a desarrollar la IA- han ofrecido una alternativa: resucitar el uso de la energía nuclear. Google construirá siete pequeños reactores, Amazon comprará un centro de datos nuclear y se pleantea instalar un pequeño reactor modular, y Microsoft prevé reanudar operaciones en la central energética de Three Mile Island, cerca de Harrisburg, con un microrreactor.

Las Big Tech ponen el foco en los pequeños reactores modulares (SMR) de cuarta generación. Sobre esta tecnología, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), principal foro mundial sobre energía nuclear conexo a la ONU, afirma que «pueden ofrecer una opción viable para lograr una energía limpia, abundante y accesible a más países». La senda ya se recorre tímidamente en China y Rusia, y está ahora dibujada en Estados Unidos. En un juego energético al que cada vez más países y compañías se suman, cabe preguntarse qué futuro tiene esta tecnología y si es la alternativa energética idónea para el irrefrenable crecimiento de la inteligencia artificial.

«Genera energía 24 horas al día»

Uno de los puntos centrales de la tesitura energética frente a la IA es el de la continuidad del uso de la energía. Los centros de manejo de datos para la inteligencia artificial requieren de una extracción energética masiva y constante, en un contexto de tendencia creciente, pues se espera que el uso de esta innovación aumente exponencialmente. Jose Emeteiro Gutiérrez preside el Consejo de Administración de la empresa canadiense Moltex, que desarrolla un SMR, y explica a 20minutos que la opción nuclear es «muy robusta, muy fiable, y genera energía 24 horas al día y siete días a la semana, sin interrupciones». «Pueden ayudar de manera muy importante a estos desarrollos tecnológicos [de IA]», resume.

Gutiérrez señala que, si bien la alternativa de las energías renovables podrían surtir una «alta proporción» de energía eléctrica a los centros de datos, asegura que no cumplen con la pieza «fundamental» de «la operación continua» puesto que están sujetas a «grandes paradas» condicionadas por la coyuntura meteorológica. «Las energías renovables tienen una gran variabilidad y, por tanto, no le proporcionan a estos centros de datos la seguridad en el suministro que proporciona, por ejemplo, la energía nuclear», sentencia.

¿Un coste más alto?

El empresario Gutiérrez, que presidió la Sociedad Nuclear Española (SNE) hace una década, sostiene que gracias al suministro energético «duradero y seguro» se espera que la opción nuclear sea «más económica», puesto que el precio se conocería y no sería volátil. «Por tanto, a partir de ahí pueden hacer su uso en planes de negocio y comercialización de una forma mucho más eficaz que si estuvieran sometidos a algo».

Además, según detalla a este diario la asociación española Foro Mundial, el diseño de los reactores SMR permitiría un ahorro adicional de costes y tiempos de ejecución, puesto que sería mucho más sencillo transportar los microrreactores entre distintos lugares y se minimizarían los cambios en los procesos de instalación.

Sin embargo, José Francisco Pozo, coordinador de campaña de Greenpeace, señala a este periódico que, pese a la dependencia meteorológica de las energías renovables, los pequeños reactores tienen un coste por MWh más elevado por los importes que emanan de la «ingeniería, producción, explotación, gestión de los residuos y desmantelamiento». «Los costes de mantener la energía nuclear a un 50% en un reactor, por ejemplo, son muy altos. A veces no les da la cuenta y prefieren parar y dejar en stand-by el reactor», añade.

Pozo tacha la alternativa energética nuclear de «idea feliz» y defiende que los «costes reales» de las energías renovables son más predecibles gracias a las estimaciones predictivas: «Somos capaces de predecir cuánto viento va a haber en una zona, cuánto va a producir nuestro parque eólico o nuestra planta fotovoltaica, podemos calcular los costes reales con lo cual la incertidumbre va a bajar con las renovables». Mientras tanto, añade, los SMR traerán más «incertidumbre», ya que tienen detrás un «proceso de ciclo completo». «Hay más sensibilidad y más complejidad a la hora de calcular los costes reales de esa energía», mantiene.

Una energía… ¿limpia?

El futuro de los SMR dependerá de su estabilidad energética y su influencia en los precios. Sin embargo, el impacto ambiental juega un papel muy importante para su respaldo institucional. En 2022, la Comisión Europea confirmó que mantendría la energía nuclear dentro de la clasificación de inversión ‘verde’ al considerarla necesaria para la transición a energías limpias. Así lo defiende el representante de Moltex, que afirma que los SMR son reactores «libres de emisiones», puesto que su proceso de producción no emite Gases de Efecto Invernadero (GEI).

El impacto en el medioambiente que podrían ocasionar los SMR se centra entonces en los residuos radioactivos resultantes de la extracción de energía nuclear. El empresario Gutiérrez contempla que, si bien el «tipo de residuos» que se generarán serán «iguales a los actuales», se producirán «menos» gracias a la «mayor eficiencia» de los pequeños reactores, que hacen que el uso del combustible sea «más óptimo».

El portavoz de Greenpeace, Francisco del Pozo, denuncia sobre este asunto que «el problema de los residuos no está resuelto» y que, en caso de implementación de los SMR, las empresas deberán pagar «los impuestos suficientes para garantizar que tengamos un fondo suficientemente grande como para que esta gestión sea adecuada en los próximos siglos».

Gutiérrez ofrece como apoyo a la gestión de residuos el desarrollo de tecnologías de reciclado del combustible nuclear, para que este pueda ser reutilizado en los reactores modulares nuevos: «Eso se está empezando a desarrollar tanto en Canadá como en Estados Unidos, y es algo que a mí me parece muy interesante, porque si juntásemos los dos reactores de generación 4 con el uso del combustible en el reciclado, sería un hito».

El temido problema de la seguridad

Las alternativas energéticas nucleares tienen enfrente el cuestionamiento sobre su seguridad, a la vista de accidentes tan sonados como los de Fukushima y Nagasaki. Gutiérrez, que trabaja con los SMR, esgrime que esta tecnología es más segura por ser un «reactor pasivo», es decir, porque «no requiere de interacción humana para parar el reactor de forma automática». «Si el reactor de Fukushima hubiese sido un reactor pasivo, la intervención de los operadores japoneses no hubiese sido necesaria, porque el reactor, él mismo, por su propia tecnología, por su propio sistema, hubiese parado», ejemplifica.

Además, los reactores modulares dejarían de trabajar con agua a presión, con sales o con metales líquidos, y lo harían con «presión atmosférica», lo que permitiría que se dejase de trabajar con «presiones altas». Algo que el experto califica como «un salto muy importante desde el punto de vista de seguridad», al que añade la posibilidad de que estos reactores se construyan bajo tierra.

El coordinador de campaña de Greenpeace critica que, a pesar de la reducción del tamaño de los SMR, estas tecnologías son «igual de peligrosas» que las grandes centrales nucleares tanto por su elevado riesgo en contextos bélicos como por su peligro en la gestión diaria de las centrales. Además, Pozo anota como inconveniente adicional de los SMR que la construcción de muchos reactores pequeños «distribuirá» el riesgo geográficamente y hará que la supervisión deba ser «aún más exhaustiva».

El empresario Gutiérrez reconoce que el riesgo «nunca es cero», pero pone el acento en que actualmente «los reactores operan ya de forma muy segura» y que, al añadir nuevas barreras de seguridad en los SMR, los niveles de riesgo pasarían a ser «bajísimos». Desde la organización ecologista, coinciden en que el riesgo es bajo, pero hacen hincapié en que «nunca la energía nuclear va a ser tan rentable como la energía renovable, que tiene que tener un gran esfuerzo a nivel de la sociedad para mantener y supervisar los sistemas de seguridad».

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