Publicado: marzo 3, 2025, 12:00 am
A pesar de que la Academia solicitó que no hubiera referencias directas a la política y a Trump, y esa era la encomienda para Conan O’Brien, fue difícil conservarse al margen de los acontecimientos mundiales, sobre todo cuando las mismas nominaciones se encargaban de mostrar los grandes conflictos y temas que aquejan a las distintas sociedades, por ello en El Economista hicimos una recopilación de lo sucedido durante la 97ª edición de los premios Oscar.
La gran gala comenzó rindiendo homenaje, a su ciudad, Los Ángeles, después de las afectaciones por los catastróficos incendios que han dejado muertos y han destruido más de 14, 000 viviendas. Se presentaron varios clips de películas que tienen a Los Ángeles como escenario y el mensaje: We Love LA, (Amamos Los Ángeles), todo esto se hizo presente. Más adelante el cuerpo de bomberos también fue invitado a través de una docena de sus miembros.
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Luego la película independiente Flow, el primer Oscar para Letonia, dio la primera sorpresa al convertirse en la ganadora en la categoría de mejor película de animación. Su director, Gints Zilbalodis, hizo un llamado a sus colegas cineastas independientes del mundo, “estamos dentro del mismo barco y tenemos que poner nuestras diferencias a un lado. Representa mucho para nosotros y para nuestro país este triunfo”. Sobre la crisis creativa del Hollywood animado, reflexionó: “Cuanto más grande eres, menos libertad te queda. Yo me puedo permitir experimentar. Voy más justo de presupuesto, a cambio es mío. Sinceramente, creo que en los próximos años habrá aún más filmes animados de autor, especialmente europeos, porque podemos acceder a fondos públicos con los que arrancar. Después ya llegarán los beneficios económicos y artísticos. Ahí está la clave”.
Posteriormente Shirin Sohani y Hossein Molayemi recibieron el Oscar a mejor cortometraje de ficción por A la sombra del ciprés. Los directores iraníes del cortometraje, dicho sea de paso, hablaron de los problemas para lograr su visado para viajar a Estados Unidos. “Ayer no habíamos recibido nuestra visa, ahora hemos llegado solo tres horas antes, pero aquí estamos, como en un sueño”.
De pronto también tuvimos visos con la bandera de Ucrania y un mensaje de Daryl Hannah que dijo: “Ayuda para Ucrania”, después hubo aplausos. Como contexto, apenas Donald Trump lanzó a Volodymyr Zelensky, presidente Ucraniano, en pleno despacho oval.
Otro de los relatos importantes fue cuando Paul Tazewell ganó el Oscar al mejor diseño de vestuario por su trabajo en Wicked. Él confirmó “Soy el primer hombre negro que recibe el premio al diseño de vestuario. Estoy muy orgulloso de ello”, este anuncio fue recibido con una gran ovación.
Luego, Sean Baker, director y guionista de la película Anora, ofreció un discurso corto, pero sentido, agradeció a la comunidad de trabajadoras sexuales. “Para ellas que han compartido sus historias conmigo a lo largo de los años, mi más profundo respeto. Gracias, lo comparto con ustedes”, también lo hizo Mikey Madison, al ganar como mejor actriz. Pero más tarde, Baker al recibir la estatuilla como mejor dirección y mejor película, dijo que lo dedicaba a las salas de cine, en peligro de extinción y al cine independiente: “¿Dónde nos enamoramos de las películas? En una sala de cine. Ver una película en un teatro con público es una experiencia. Podemos llorar juntos, gritar juntos, tal vez sentarnos en silencio juntos. En un tiempo en el que el mundo puede parecer muy dividido, esto es más importante que nunca. Es una experiencia que no puedes tener en casa (…) Esta película se hizo con las manos y el sudor de mucha gente”.
La noche para Emilia Pérez se volvió complicada, pero Zoe Saldaña, ganadora como actriz de reparto, pudo alzar la voz por la comunidad que representa. “Soy la orgullosa hija de padres inmigrantes con sueños y dignidad y manos que trabajan duro (…) Soy la primera americana de origen dominicano en aceptar un premio de la Academia, y sé que no seré la última. El hecho de que estoy recibiendo un premio por un papel en el que tuve la oportunidad de hablar y cantar en español, mi abuela, si estuviese aquí, estaría tan emocionada. Esto es para mi abuela”.
Posteriormente, la canción de El mal, de Emilia Pérez, una pieza creada para denunciar la corrupción, se llevó el Oscar a mejor canción original. “Estamos muy agradecidos, felicitaciones a las personas de producción que hicieron posible El Mal y esperamos que el papel de la música pueda seguir jugando una fuerza para lo bueno del mundo”, dijo Camille acompañada de Clément Ducol.
Un momento sumamente emblemático también fue cuando Rachel Szor, Hamdan Ballal, Basel Adra, codirector palestino y su colega israelí y corealizador, Yuval Abraham, recibieron el premio a mejor documental por No Other Land, esta pieza habla sobre la destrucción del Masafer Yatta en la Cisjordania ocupada por soldados israelíes. En su discurso de aceptación Adra dijo: «Hicimos este filme palestinos e israelíes porque nuestras voces juntas son más fuertes». Este filme levanta testimonio de una de las grandes injusticias de esta época.
El Oscar a mejor película internacional fue para el director Walter Salles quien recibió la estatuilla para la primera película brasileña en ganar un Oscar, el cual fue dedicado a la resistencia de Eunice Paiva, abogada brasileña y activista del movimiento contra la dictadura militar en aquel país. También mencionó a las dos actrices que la interpretan.
Adrien Brody, al ganar su segundo Oscar como mejor actor por The Brutalist, aseguró: «Estoy aquí, una vez más, para representar las repercusiones de la guerra y la opresión sistemática, antisemismo, racismo y otras cosas como estas, creo que puedo orar por un mundo más feliz, más incluyente (…) Si el pasado puede enseñarnos algo es que el odio no pase sin respuesta”.
Por cierto, pocos aplausos para las nominaciones de Emilia Pérez, un filme muy cuestionado por la comunidad mexicana y mundial, por tratar un tema tan delicado para el país como las desapariciones y violencia con una mirada tan extranjera. En esta edición Emilia Pérez se fue desdibujando hasta quedar en el olvido.