Publicado: diciembre 9, 2025, 6:59 am
Durante el tercer trimestre de este año los costes laborales aumentaron un 2,1% con respecto al mismo periodo del año anterior, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y una vez más, si se distinguen el coste salarial (la parte que perciben los empleados) y los ‘otros costes’, que es como el INE define a la parte de la nómina que no está relacionada con el trabajo que desarrolla el asalariado -fundamentalmente, las cotizaciones a la Seguridad Social-, una vez más se evidencia un escenario de carga fiscal creciente para los empleadores, sin un aumento equivalente del poder adquisitivo de sus empleados. Entre julio y septiembre los salarios aumentaron un 2% en términos interanuales, mientras que los otros costes escalaron un 2,5%, medio punto más. Aun así, el dato verdaderamente alarmante no es el interanual sino el acumulado. Desde junio de 2018, cuando Pedro Sánchez llegó a la Moncloa e inauguró un ciclo de carga fiscal creciente sobre el trabajo, la diferencia en la evolución de los salarios y los costes laborales se ha ensanchado hasta en seis puntos. Concretamente, y si se toma el dato corregido a efectos estacionales y de calendario (permite ver la evolución real al eliminar variaciones causadas por fenómenos predecibles como las vacaciones), en estos siete años los salarios han crecido un 24% , una cifra que se queda muy corta si se tiene en cuenta que en el mismo período la inflación ha sido superior al 22%. A su vez, desde 2018 los ‘otros costes’ han aumentado más de un 30% , un hecho que evidencia la relación causal entre el aumento de la carga fiscal y la reducción de la pérdida de poder adquisitivo. Con todo, en este tiempo el gasto de las empresas españolas en sus empleados se ha disparado un 26%. Si se toma el dato sin corregir a efectos de calendario, a su vez, este efecto pernicioso del aumento de las cotizaciones se hace más evidente, con un aumento del 30% en los ‘otros costes’ frente a un 24% de los salarios, una combinación que deja la evolución del coste laboral en un +26%. Como ya se ha avanzado, en ‘otros costes’ el INE incluye partidas como pagos por incapacidad temporal, desempleo, indemnizaciones por despido e incluso gastos que lleva a cabo la empresa en herramientas o ropa de trabajo, aunque fundamentalmente esta variable comprende las cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social, que no han dejado de aumentar desde la reforma Escrivá , que aseguró por ley el mantenimiento del poder adquisitivo de los pensionistas a costa de aumentos en las cotizaciones de los que trabajan. Esto se ha financiado con subidas progresivas en las cotizaciones, vía vinculación con el IPC y el destope en las bases, a lo que se unen nuevos mecanismos como el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (un impuesto, dado que no cuenta para la pensión) y la cuota de solidaridad que pagan los sueldos más altos. Por sectores, los datos del pasado verano muestran marcadas diferencias. Eliminados los efectos de calendario, las actividades con las tasas de aumento anual más elevada en el tercer trimestre fueron las administrativas y los servicios auxiliares, con un 6,1%, las actividades profesionales, científicas y técnicas (+5,8%) y el transporte y almacenamiento (+5,7%). En el otro extremo, los descensos de costes más acentuados se dieron en Administración pública y defensa (-1,5%), actividades sanitarias y de servicios sociales (-1,0%) y en el sector financiero (-0,2%).
